Un milagro es una corrección que yo introduzco en el pensamiento falso.
Actúa como un catalizador, disolviendo la percepción errónea y reorganizándola
debidamente. Esto te coloca bajo el principio de la Expiación, donde la
percepción sana. Hasta que esto no ocurra no podrás conocer el Orden Divino.
"Percepción
errónea" es percibir un problema en el mundo, externo a nosotros. El milagro reorganiza la percepción porque
la devuelve adonde realmente está el problema, en nuestras mentes. Jesús es quien introduce el milagro. Nuestra labor es sencillamente
querer que él lo haga, pedir su ayuda para ver la situación como él la ve. Esta
es la percepción verdadera.
Jesús
toma las falsas percepciones que nosotros hemos hecho reales—la enfermedad, el
conflicto, la guerra, etc.—y las invierte de modo que lo veamos todo del mismo
modo: todo el mundo, incluyéndonos a
nosotros mismos, está pidiendo ayuda.
Se escoge entonces el principio de la
Expiación, que puede exponerse de nuevo como la negación de que la separación y
la culpa son reales.
Otro
término técnico que se usa consistentemente a través de Un Curso En Milagros es "conocimiento."
Tal como lo usa el Curso, es
sinónimo de Cielo.
La contraparte del conocimiento, o lo opuesto al conocimiento, es la percepción, y casi siempre verán esos dos términos yuxtapuestos. El conocimiento trasciende la dicotomía sujeto-objeto, la cual es inherente a la percepción.
Aun las "visiones santas" [como las que
informan muchos místicos] son perceptuales y, por lo tanto, no duran.
El
conocimiento es del espíritu, de Dios, y no puede lograrse en este mundo. En
efecto, el Curso afirma muy
claramente que el conocimiento no es la meta del Curso; la paz sí lo es T-8.I.1:1-2.
Se refiere aquí a la paz que se logra en este mundo cuando contemplamos a toda
la humanidad unida con nosotros. No hay culpa ni ataque.