Los milagros le devuelven a la mente su plenitud. Al expiar su sensación de
carencia establecen perfecta protección. La fortaleza del espíritu no da cabida
a intromisiones.
Debe
entenderse que esto significa que los milagros le devuelven a la mente la
consciencia de plenitud, porque la plenitud o la abundancia de Dios jamás se ha
ido. Todo lo que el milagro hace es
descorrer el velo que el ego había tendido para ocultar de nosotros la
abundancia de Quiénes somos en realidad. Al expiar la falta [i.e., al corregir
la falta] los milagros establecen la protección. El ego nos enseña que
carecemos de algo, lo que significa que somos vulnerables. Esto quiere decir
que tenemos que protegernos.
Lo que hace el milagro es mostrarnos que no hay escasez en nosotros, y por lo tanto no necesitamos protección alguna. La protección del espíritu, pues, es simplemente la consciencia de la invulnerabilidad del espíritu. Un hijo de Dios jamás puede ser perjudicado.
Esa es una
de las interpretaciones más claras que podríamos concebir sobre el significado
de la crucifixión. Eso fue lo que nos enseñó Jesús: a pesar de lo que el mundo percibió, a él no le sucedió
nada. Su cuerpo pudo haber sido atacado, pero él no pudo haber sido atacado. Él
se identificó con la perfecta protección del espíritu porque Él sabía Quién era
y, por lo tanto, no importaba lo que le hicieran a su cuerpo, bien fuera
físicamente o psicológicamente. Esa es la perfecta protección del espíritu. En
ese punto, pues, nada puede estorbar al espíritu. Es como si hubiera un círculo
de luz alrededor de nosotros con el cual nos identificamos, y cualquier
oscuridad que el ego tratara de arrojarnos sencillamente desaparecería ante la
luz.
Usted no puede introducir tinieblas en un lugar
lleno de luz.
La
oscuridad es la ausencia de luz, lo que realmente significa que la oscuridad no tiene cualidades propias.
El identificarnos con la luz de Cristo, que es Quiénes somos, es nuestra
protección. Lo interesante es que algunas veces la gente trata de concretar eso
de alguna forma al tratar de extender o manifestar un círculo de luz a su
alrededor, o de irradiar luz o algo por el estilo. Todo lo que se logra con eso
es hacer real al cuerpo y hacer real el peligro. Por lo tanto, todo lo que
usted tiene que hacer es conocer Quién es, y ese conocimiento y esa consciencia
es la luz. Usted no tiene que hacer nada. Una vez hace algo, eso se convierte
en una defensa. Usted no hace nada; sólo recuerda Quién es, y eso está más allá
de todo que hacer.