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Lección 65

Mi única función es la que Dios me dio.

Cuando nos sentimos tentados a pensar que tenemos otra función que no sea perdonar, debemos reconocer que estamos involucrados en una defensa. Muchas funciones que pensamos tener parecen importantes: salvar al mundo, amigos, trabajo, o ser un maestro de Un Curso en Milagros, etc. Cualquiera que sea la forma, no es nuestra función, Dios no nos la dio. Dios no sabe nada sobre cosas especificas y la función que Él me “dio” consiste en simplemente recordar que soy un Hijo de Dios.  El perdón hace que eso sea posible y este es el tema de esta lección.

L-65.1:1-2 La idea de hoy reafirma tu compromiso con la salvación. También te recuerda que no tienes ninguna otra función salvo ésa.

La salvación significa salvarse de la mente-errada, y de la creencia de que nosotros estamos en lo correcto y Jesús esta equivocado. Significa des-hacer la creencia de que somos individuos actuando por iniciativa propia y que proyectamos a los demás la responsabilidad por las míseras elecciones que hemos hecho.

L-65.1:3 Ambos pensamientos son obviamente necesarios para un compromiso total. La salvación no podrá ser tu único propósito mientras sigas abrigando otros.

“Ambos pensamientos” significa únicamente la función de salvación y ninguna función que no sea esa. Significa reconocer el aspecto positivo nuestra función de perdonar—y el aspecto negativo—la creencia que tenemos otra función. En el siguiente párrafo Jesús hace hincapié en la necesidad de estar conscientes en las percepciones de la mente-recta y la mente-errada.

L-65.1:4-5 Aceptar la salvación como tu única función entraña necesariamente dos fases: el reconocimiento de que la salvación es tu función, y la renuncia a todas las demás metas que tú mismo has inventado.


Antes de que podamos iniciar el proceso gradual de renunciar a nuestros pensamientos triviales, primero tenemos que estar conscientes de estos. Esto a su vez, pone de relieve la necesidad de ser honestos con nosotros mismos y con Jesús para derrocar la meta oculta del especialismo del ego. El texto dice:

T-4.III.8.1 Examina detenidamente qué es lo que estás realmente pidiendo. Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro.

T-4.IV.2:4-5 Examina honestamente qué es lo que has pensado que Dios no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases. Examina honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la mente de Dios.

Dicho de otra manera: Decir “si” a nuestra verdadera función es decir “no” a todos los caminos de proyección que responsabilizan a otros por nuestros errores de percepción. Pensar con la mente de Dios es entre otras cosas, reconocer el ilusorio mundo que aparenta estar “afuera”.

T-21.VII.13.1-3 La felicidad elusiva, la que cambia de forma según el tiempo o el lugar, es una ilusión que no significa nada. La felicidad tiene que ser constante porque se alcanza mediante el abandono del deseo de lo que no es constante. La dicha no se puede percibir excepto a través de una visión constante.

T-12.II.1:5 La tarea del obrador de milagroso es, por lo tanto, negar la negación de la verdad.

L-65.2. Ésta es la única manera en que puedes ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo.

Aquí Jesús hace referencia al texto donde nos dice, que elijamos de nuevo si queremos ocupar el lugar que nos corresponde entre los salvadores del mundo, o preferir quedarnos en el infierno y mantener a nuestros hermanos allí. [T-31.VII.1:5]

L-65.2-3 Ésta es la única manera en que puedes decir, y decirlo en serio: "Mi única función es la que Dios me dio". Y ésta es la única manera en que puedes encontrar paz.

Vale la pena estar plenamente consciente del énfasis que Jesús hace al decir “única función” como calificador no negociable en la encomienda que Dios nos ha dado. Perdonar, esta intima e irrevocablemente ligado a al paz. No tenemos otra función que no sea el perdón y la “única” manera de encontrar paz mental es desempeñar nuestra función, la cual, es des-hacer o retirar la inversión en la creencia de que el ego nos pueda ofrecer algo verdaderamente útil o duradero. Cuando se elige la ira, o cualquier forma de disgusto, negamos que la paz existe. Cuando el tomador de decisiones elige en contra del ego, su elección es irrevocable, y nuestro Guía, el Espíritu Santo se alza con claridad en nuestra mente consciente.

M-20.3:3-7 La paz de Dios no puede hacer acto de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de la paz. Todo aquel que de alguna manera o en cualquier circunstancia considere que la irá está justificada, proclama que la paz es una insensatez, y no podrá por menos que creer que no existe. En esas condiciones no se puede hallar la paz de Dios. El perdón es, por lo tanto, la condición indispensable para hallarla. Lo que es más, donde hay perdón tiene que haber paz.

L-65.3:1-3 Hoy, y durante los próximos días, reserva diez o quince minutos para una sesión de práctica más prolongada, en la que trates de entender y aceptar el verdadero significado de la idea de hoy. La idea de hoy te ofrece el que puedas escapar de todas las dificultades que percibes. Pone en tus manos la llave que abre la puerta de la paz, la cual tú mismo cerraste. 
 
Por reales que parezcan las “dificultades que percibes”, el perdón, que es la llave de la felicidad que mas adelante veremos en la Lección 121; nos brinda el escape definitivo de la interpretación del mundo basado en la visión del Espíritu Santo. La llave que abre la puerta de la felicidad se llama perdón. Aquel que la sostenga abrirá la puerta de la salvación. Esta llave no esta en manos de Jesús o de Dios, tampoco esta en las manos de Un Curso de Milagros. En nuestras manos esta abrir la puerta a al verdad o a las mentiras del ego. En nosotros esta abrir la mente a la voz de Espíritu o del ego.

L-65.3:4 Es la respuesta a la incesante búsqueda en la que has estado enfrascado desde los orígenes del tiempo.

“Desde los orígenes del tiempo” no es una referencia a tu yo individual, sino a la búsqueda colectiva del Hijo de Dios, en todos los niveles de existencia, en la busca de felicidad, de paz y la ausencia de dolor. El ego cada vez es mas ingenioso en encontrar “nuevas” soluciones a nuestro estado interno de carencia, conduciéndonos una y otra vez por complejos laberintos de infelicidad. Mientras busquemos satisfacción en los instrumentos del mundo estaremos buscando en el lugar inadecuado y esto es música para los oídos sordos del ego. Busca y no encuentres!... Por ello es imperativo recordar que el perdón ocurre en el nivel de la mente y no de la forma. Una vez que hayamos hecho la elección a favor del Espíritu Santo, Él no dilatará en  mostrarnos amorosamente que la verdad y la felicidad jamás podrán ser encontrados en los laberintos del mundo.

T-31-IV.2.1 La verdadera elección no es algo ilusorio. Mas el mundo no te la puede ofrecer. Todos sus caminos no hacen sino conducir a la desilusión, a la nada y a la muerte. Sus alternativas no constituyen una verdadera elección. No intentes escaparte de tus problemas aquí, pues el mundo fue concebido precisamente para que no se pudiese escapar de ellos. No te dejes engañar por los diferentes nombres que se le han dado a sus caminos. Todos tienen la misma finalidad. Todos te conducen a la muerte.

T-31-IV.7-8 No pienses que puedes encontrar la felicidad siguiendo un camino que te aleja de ella. Eso ni tiene sentido ni puede ser la manera de alcanzarla. para alcanzar una meta tienes que proceder en dirección a ella, no en dirección contraria. Y todo camino que vaya en dirección contraria te impedirá avanzar hacia la meta que te has propuesto alcanzar. Hay una elección que tienes el poder de hacer una vez que hayas visto las verdaderas alternativas.

L-65.4:1-2 Trata, en la medida de lo posible, de llevar a cabo las sesiones de práctica más largas a la misma hora todos los días. Trata asimismo, de fijar esa hora de antemano, y de adherirte luego al máximo al horario establecido.

Jesús nos pide que establezcamos una estructura en tiempo y forma con la finalidad de crear hábitos conducentes a la realización de nuestro despertar interior. Aceptar el compromiso es una forma de decir no al miedo que inevitablemente surgirá en torno a estas practicas sin nuestra voluntad no esta propiamente encaminada. Establecer un horario consistente es una forma de elegir con anterioridad y ganarle a la desidia. La practica requiere de disciplina externa antes de que las enseñanzas de Jesús puedan ser interiorizadas. Esta estructura de ser vista por lo que es, ofrecerá una ventana hacia nuestra resistencia, tratemos pues, de no juzgarla y simplemente pedirle a Espíritu Santo su fortaleza para adherirnos a la practicas diarias.

L-65.4:3 El propósito de esto es organizar tu día de tal manera que hayas reservado tiempo para Dios, así como para todos los propósitos y objetivos triviales que persigues.

Aquí no se nos esta pidiendo que abandonemos las trivialidades de nuestras vidas, sino mas bien, que tomemos la iniciativa de organizar nuestro día de manera que dediquemos unos minutos al objetivo de la salvación. Él Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones especiales, sino transformarlas. [T-17.IV.2:3]

L-65.4:4 Esto es parte del entrenamiento a largo plazo que tu mente necesita para adquirir disciplina, de modo que el Espíritu Santo pueda valerse de ella de manera consistente para el propósito que comparte contigo.

Jesús en el texto nos dice: Eres demasiado tolerante con las divagaciones de tu mente, y condonas pasivamente sus creaciones falsas. [T-2.IV.4.1]. Aún estamos en la etapa inicial en donde el entrenamiento mental no es lo suficientemente solidó como para considerarse confiable. Por lo tanto la comunicación con el Espíritu Santo no es optima. Conforme avancemos en la practica los ejercicios serán menos estructurados.

L-65.5. En la sesión de práctica más prolongada, comienza repasando la idea de hoy. Luego cierra los ojos y repite la idea para tus adentros una vez más, observando tu mente con gran detenimiento a fin de poder captar cualquier pensamiento que cruce por ella. Al principio, no trates de concentrarte exclusivamente en aquellos pensamientos que estén relacionados con la idea de hoy. Trata, más bien, de poner al descubierto cada pensamiento que surja para obstaculizarla. Toma nota de cada uno de ellos con el mayor desapego posible según se presente, y deséchalos uno por uno a medida que te dices a ti mismo:

Este pensamiento refleja un objetivo que me está impidiendo aceptar mi única función.

Regresamos nuevamente a las “búsquedas mentales” que ahora nos deberían resultar mas familiares. El enfoque de la meditación prolongada es el anclaje mental sobre a la idea principal “Mi única función es la que Dios me Dio”, para no perdernos, mientras que estamos atentos a todo tipo de pensamientos detractores que lleguen desde el ego a nuestra consciencia. Tomamos nota uno por uno y los inoculamos con la frase: Este pensamiento refleja un objetivo que me está impidiendo aceptar mi única función.

L-65.6:1-2 Después de un rato, te resultará más difícil poder detectar los pensamientos que causan interferencia. Sigue tratando, no obstante, durante un minuto más o menos, intentando detectar algunos de los pensamientos vanos que previamente eludieron tu atención, pero sin afanarte o esforzarte innecesariamente en ello.

Nuevamente, Jesús nos recuerda de nuestras divagaciones mentales y pensamientos “fútiles” que tienden a eludirnos, pero el querer encontrarlos es lo que tiene importancia, ya que esto refleja la pequeña dosis de buena voluntad para nuestra sanación. [T-18.IV,V].

Luego repite para tus adentros:
L-65.6:3-4 Que en esta tabla rasa quede escrita mi verdadera función.

Es nuestro deber despejar la “tabla rasa”; enfasis que se hace a lo largo de Un Curso en Milagros. Nuestras abarrotadas mentes están llenas de pensamientos de separación, culpa, odio, ataque, sufrimiento, placer, especialismo, arrogancia y muerte. El closet esta atestado de la oscuridad que pálida la lucida Expresión de la Expiación en la mente del Hijo que se cree separado.  La clave radica en liberar el abarrotamiento sin emitir juicio alguno acerca de la “futilidad” que llena el closet de la mente; darnos cuenta que el tilichero simplemente es la barrera que mantiene alejado el amor que Jesús nos profesa a diario. Nuestra función es limpiar la mente, sin emitir juicio alguno por lo que allí se encuentra, y así, el verdadero amor que esta mas allá de las baratijas del ego, pueda ser plenamente restaurado a nuestra consciencia.

L-65.6:5 No es preciso que uses estas mismas palabras, pero trata de tener la sensación de que estás dispuesto a que tus propósitos ilusorios sean reemplazados por la verdad.

Nuestros propósitos ilusorios llevados a la verdad es un tema recurrente a lo largo de Un Curso de Milagros. Debemos llevar la obscuridad de nuestra mente a la luz de la Expiación. Las palabras no son importantes sino el deseo de no ocultar nada al Espíritu Santo o Jesús, así para que sean Ellos, Quienes hagan el trabajo “sucio”. Es aquí, donde la dosis de buena voluntad, la motivación de llevar la oscuridad de nuestros errores a la luz de la corrección se hace patente y necesaria. El énfasis de las “búsquedas mentales” de las primeras lecciones continuará por mucho, mucho tiempo como una practica fundamental en el adiestramiento mental. Alertas y libre de juicios, entreguemos todo aquello que impide el feliz reconocimiento, que la luz mora en nuestra mente y es función que Dios nos dio.

L-65.7. Finalmente, repite la idea de hoy una vez más y dedica el resto de la sesión de práctica a reflexionar sobre la importancia que dicha idea tiene para ti, el alivio que su aceptación te ha de brindar al resolver todos tus conflictos de una vez por todas, y lo mucho que realmente deseas la salvación, a pesar de tus absurdas ideas al contrario.

Continuamente tratamos de resolver nuestros conflictos en algún nivel externo, es decir, por medio de la conducta. Esto inevitablemente conduce a mayores conflictos, ya que por regla general involucramos a los demás para satisfacer necesidades especiales y lograr aunque sea temporalmente la sensación de felicidad y alivio. La verdadera y única elección que nos liberaría de manera definitiva de todos nuestras búsquedas fútiles, es aprender a elegir la Voz que habla por Dios y no la del ego. Establecer una verdadera alianza con el Espíritu Santo nos brindara la verdadera inspiración y dirección que nos llevara por el camino de la paz. Jesús apela a nuestro verdadero deseo de salvación y no a las ideas o actitudes que creemos nos traerán la salvación.  En estos ejercicios se nos pide reconocer —la arrogancia del ego— que cree saber y percibir la verdadera felicidad. La humildad, por otro lado, acepta que no entendemos lo que nos hará feliz y así: 
“La humildad trae paz porque no exige que tú debas regir el universo, ni juzgar las cosas como quisieras que fuesen”. S-1.V.1:4
Las siguientes dos citas paralelas esclarecen ideas importantes: “La Confusión entre Dicha y Dolor” y “La Diferencia entre Aprisionamiento y Libertad” y sus pasajes representativos son:

T-7.X.3:1-6 El Espíritu Santo te dirigirá sólo a fin de evitarte dolor. Obviamente nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese. Mas el problema no estriba en si lo que el Espíritu Santo dice es verdad o no, sino en si quieres escucharle o no. No puedes reconocer lo que es doloroso, de la misma manera en que tampoco sabes lo que es dichoso, y, de hecho, eres muy propenso a confundir ambas cosas. La función primordial del Espíritu Santo es enseñarte a distinguir entre una y otra. Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor.

T-8.II.5 Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña la diferencia que existe entre el dolor y la dicha. Eso es lo mismo que decir que te enseña la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. No puedes hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y otra cuando crees que ambas son lo mismo? ¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñase de qué manera son diferentes?

L-65.8. En las sesiones de práctica más cortas, que deben hacerse por lo menos una vez por hora, usa el siguiente modelo al aplicar la idea de hoy:

Mi única función es la que Dios me dio.
No quiero ninguna otra ni tengo ninguna otra.

Cierra los ojos en algunas ocasiones al practicar esto, y en otras, mantenlos abiertos mientras miras a tu alrededor. Lo que ahora ves será totalmente diferente cuando aceptes la idea de hoy sin reservas.

Nuevamente el énfasis en la practica de (abrir y cerrar) los ojos, refleja que: las ideas no abandonan su fuente. Nuestros pensamientos a (ojos cerrados) permanecen en nuestro interior a pesar de los intentos del ego de distanciarnos de ellos viéndolos afuera por medio del mecanismo de proyección (ojos abiertos). Y así, es como nuestras percepciones serán transformadas en su totalidad cuando cambiemos nuestra manera de pensar, cambiara nuestra forma de ver.

Lección 62

Perdonar es mi función por ser la luz del mundo

Reconocer nuestra verdadera Identidad continuará en esta y la próxima lección. Jesús comienza a esclarecer la función de ser la luz del mundo en función al perdón. El texto explica que el proceso de perdón no ocurre entre dos personas, ocurre en el único nivel donde puede sanar, este nivel es la mente. Realmente no perdonamos a la persona, sino la proyección de nuestra culpa. De hecho, es todo lo que puedo perdonar, ya que todo el cosmos por bello que resplandezca no deja de ser una proyección de la culpa.

L-62.1. Tu perdón es lo que lleva a este mundo de tinieblas a la luz. Tu perdón es lo que te permite reconocer la luz en la que ves. El perdón es la demostración de que tú eres la luz del mundo. Mediante tu perdón vuelves a recordar la verdad acerca de ti. En tu perdón, por lo tanto, reside tu salvación.

La implicación de esta frase es que sin el perdón solo vemos obscuridad. Demostrar ser la luz del mundo es un compromiso de ver con los ojos de Cristo. El velo ilusorio, cuando es puesto en tela de duda con la ayuda del Espíritu Santo, tiene la bondad de des-hacer de manera silenciosa, la densidad perceptual, y en ello reside la salvación. El enfoque del Curso es siempre las nubes (obscuridad) que impiden el fluir de los pensamientos de Dios (luz) a nuestra mente-correcta. La densa capa (ego) impide que los impulsos milagrosos lleguen a la conciencia.

L-62.2:1-2 Las ilusiones que tienes acerca de ti y acerca del mundo son una y la misma. Por eso es por lo que todo perdón es un regalo que te haces a ti mismo.

El mundo es una creencia falsa de culpa fabricada y proyectada desde la mente ya que las ideas no abandonan su fuente. Tu y yo somos parte de esta fibra que teje la mente, la ilusión de multiplicidad se resume en términos prácticos en una gran ilusión. Estamos aprendiendo a reconocer que no existen grados en los milagros que es equivalente a decir que no existen grados de ilusión. Aprender esto es perdonar un grano de arena y una bomba nuclear es lo que Jesús nos quiere enseñar. Al ser parte de una sola ilusión el regalo de perdón no es ni mas ni menos que tu propio perdón concedido desde la parte correcta de tu mente.

L-62.2:3 Tu meta es descubrir quién eres, al haber negado tu Identidad atacando a la creación y a su Creador.

En el instante en que el Hijo se creyó separado de la perfecta Unidad, elige ser indivi-dual. El sistema de pensamiento del ego necesita ser des-hecho, olvidando todas así las ideas que se contraponen al amor.

….Conoceremos nuestro Ser en la medida en que descubramos lo que no somos.

T-16.IV.6:1-2 Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él. No es necesario que busques lo que es verdad, pero sí es necesario que busques todo lo que es falso.

L-62.2:4-5 Ahora estás aprendiendo a recordar la verdad. Para ello, el ataque tiene que ser reemplazado por el perdón, de manera que los pensamientos de vida puedan reemplazar a los pensamientos de muerte.

Recordando lo que se practicó en la lección 22 (las formas de venganza), será necesario —antes— identificar el hecho de que —sí— tenemos pensamientos de ataque para que estos puedan ser deshechos. El perdón es inefectivo y sin sentido sin estar primero consciente de lo que tiene que ser perdonado. El Curso no debe ser usado como defensa de la obscuridad.

L-62.3:1 Recuerda que en todo ataque apelas a tu propia debilidad, mientras que cada vez que perdonas apelas a la fortaleza de Cristo en ti.

Esta cita es un eco del texto: Siempre eliges entre tu debilidad y la fortaleza de Cristo en ti. T-31.VIII.2:3

L-62.3:2-4 ¿Te vas dando cuenta, pues, de lo que el perdón hará por ti? Eliminará de tu mente toda sensación de debilidad, de tensión y de fatiga. Arrasará con todo vestigio de temor, culpabilidad y dolor.

el perdón es la cesación de todo sufrimiento.

Un lectura cuidadosa y consciente asegura no tergiversar las palabras del Maestro en el contexto del mundo. La sensación de debilidad, de tensión y de fatiga son mentales y es ahí donde tienen que ser des-hechas.  Son el reflejo de la creencia en la separación y no con el hecho de que los cuerpos en los que creemos estar requieran reposo… Sin embargo, Jesús apela a nuestra necesidad de sentirnos bien y por lo tanto presenta un remedio para nuestras tensiones y fatigas. Lo que sana es la aceptación de la Expiación: el abandono en la creencia que la separación ocurrió.

L-62.3:5 Reinstaurará en tu conciencia la invulnerabilidad y el poder que Dios le confirió a Su Hijo.

Alcanzar reconocer el estado de consciencia mental, y el poder que ahí reside es lo que Jesús por medio de su curso esta tratando de enseñarnos. La triple defensa del ego, culpa-mundo-ataque, son las ancestrales armas que el Espíritu Santo desea cambiar por lirios de perdón, y así derrocar la creencia del triple veneno doblemente sellada en el olvido, motivo principal de estas lecciones.

L-62.4. Regocijémonos de poder comenzar y concluir este día practicando la idea de hoy, y de usarla tan frecuentemente como nos sea posible en el transcurso del día. Ello te ayudará a que pases un día tan feliz como Dios Mismo quiere que tú seas. Y ayudará a aquellos que te rodean, así como a aquellos que parecen encontrarse lejos en el espacio y en el tiempo, a compartir esta felicidad contigo.

El texto enseña que un alumno feliz (T-14.II), implica la voluntad de aprender las lecciones de perdón que van surgiendo a lo largo del día, a pesar de la resistencia a las mismas. Es importante reconocer que la mente lugar donde se lleva acabo la corrección esta afuera de la dimensión de tiempo-espacio, es por ello que no tenemos pensamientos privados, y el porque podemos sanar en el nivel individual como colectivo.
 
ver: principio 25 del milagro

El Espíritu Santo lleva la luz de la verdad a las tinieblas y deja que resplandezca sobre ti. Y a medida que resplandece en ti, tus hermanos la ven, y al darse cuenta de que esta luz no es obra tuya, ven en ti mucho más de lo que tú mismo ves. Ellos serán los felices alumnos de la lección que esa luz les muestra porque les enseña a liberarse de lo que no es nada y de todas las obras de lo que no es nada. No podrán ver que las pesadas cadenas que parecen atarlos a la desesperación no son nada hasta que tú les lleves la luz. Se darán cuenta entonces de que las cadenas han desaparecido y de que, por lo tanto, no podían haber sido nada… Y tú te darás cuenta de esto junto con ellos. Y puesto que les enseñaste lo que es la felicidad y la liberación, ellos se convertirán en tus maestros de liberación y felicidad. (T-14.II.4:3-6,8-9).

L-62.5. Tan a menudo como puedas hoy, con los ojos cerrados a ser posible, repite para tus adentros:

Perdonar es mi función por ser la luz del mundo. Cumpliré mi función para así poder ser feliz.

Dedica entonces uno o dos minutos a reflexionar sobre tu función, y la felicidad y liberación que te brindará. Deja que pensamientos afines acudan a ti libremente, pues tu corazón reconocerá estas palabras, y en tu mente se encuentra la conciencia de que son verdad. Si te distraes, repite la idea y añade:

Deseo recordar esto porque quiero ser feliz.

Las palabras finales de Jesús nos invitan a reflexionar sobre la unión inquebrantable de causa y efecto que no puede sino ser obvia, salvo que no la queramos vivenciar, de permitirle a nuestro corazón sentir el gozo del perdón que se alza nítido por encima de la ilusión, la tristeza, la depresión y todo aquello que bloquea la presencia del amor en nosotros.  Nuestra felicidad, por lo tanto, esta irreversiblemente ligada a nuestra función de perdonar. No nos dejemos distraer ni un solo momento porque quiero ser feliz.

Recursos Adicionales:
T-14.IX.7-8 - Nuestro Poder Curativo

Lección 61

Soy la luz del Mundo

El título de esta lección está inspirado en el evangelio de Mateo. Jesús dice específicamente a sus discípulos: “Tú eres la luz del mundo” [Mateo 5:14]. Aquí, como en otras partes en el Curso, Jesús toma una idea de la tradición Cristiana y da una interpretación distinta. En la interpretación original la función de los discípulos fue de literalmente llevar la luz al mundo físico.

Los estudiantes del Curso quienes no están familiarizados con su metafísica no-dualista pura, interpretan esta exhortación evangélica de manera errónea. No podemos llevar la luz al mundo porque —no hay mundo—. La luz de la que Jesús habla es la luz del Hijo de Dios que refulge en nuestra mente y forma parte de toda la Filiación como una sola.

No se nos esta pidiendo que llevemos la luz a las multitudes que según el criterio de “sus enviados especiales” quienes tienen, lo que los demás no tienen. Jesús le recuerda —al Hijo de Dios que cree estar separado y fragmentado— que todos somos la luz del mundo. Esta admonición es una corrección, como veremos más adelante en la Lección 93, a nuestra creencia que somos la oscuridad del mundo. 

La arrogancia y el orgullo del ego se expresa así: “Yo soy la luz del mundo, pero tu no”, expresa algo especial en mi y en mi benéfica santidad que te enviará círculos de luz blanca que tanta falta te hacen. Esta arrogancia espiritual dice: yo tengo algo que tú no tienes. En el Canto de la Oración, Jesús habla de esta dinámica—sanar-para-separar—dentro del contexto de los sanadores que creen que son ellos los que curan.

Alguien sabe más, se ha adiestrado mejor, o es quizás más talentoso y sabio. Puede, por lo tanto, dar sanación a alguien que es inferior y está bajo su patrocinio… ¿Cómo iba a ser posible esto? La verdadera sanación no puede proceder de la desigualdad asumida y luego aceptada como la verdad, y usarse para sanar a los heridos y calmar la mente que sufre de la agonía de la duda… No te haces a ti mismo el portador del regalo especial que da lugar a la sanación. Lo único que haces es reconocer tu unicidad con el que te pidió ayuda. Pues en está unicidad se desaparece su sentido de separación que es lo que lo enfermó. No tiene sentido administrar remedio alguno excepto donde la fuente de la enfermedad no se encuentra, de lo contrario nunca puede sanarse verdaderamente. S.III.3

La sanación ocurre en el nivel de la mente y no del cuerpo, esté sana al sanar la creencia en la separación y al dejar de proyectar el auto-castigo como falsa e innecesaria penitencia para liberar la culpa y recobrar la inocencia. La oscuridad que necesita sanación, independiente de su forma, reside en la mente que cree en la separación. La luz que sana reside en la mente, y portamos ambas, la oscuridad de la culpa y la luz de la Expiación. Elegir la luz es la manera en que sanamos la separación que nunca ocurrió. Nuestra función es recordar que somos la luz del mundo, al hacer la elección en contra del ego. La luz de Cristo refulge en la mente del Hijo de Dios como una sola. La aceptación de la Expiación sirve como recordatorio para todos nuestros hermanos de hacer la misma elección.

L-61 [1] ¿Quién es la luz del mundo sino el Hijo de Dios? Por lo tanto, esto no es más que una afirmación de la verdad acerca de ti. Es lo opuesto a una afirmación de orgullo, de arrogancia o de autoengaño. No describe el concepto de ti mismo que tú has forjado. No se refiere a ninguna de las características con las que has dotado a tus ídolos. Se refiere a ti tal como fuiste creado, por Dios. Expresa simplemente la verdad.

Mas adelante el tema principal de que somos tal como Dios nos creo será ampliado. Por ahora Jesús quiere que reconozcamos la falsa imagen con la que nos identificamos—el pecador culpable—y al mismo tiempo recordarnos que nuestro auto-engaño no es más que una defensa en contra la verdad de nuestro Ser: La luz de Cristo que mora en nuestra mente y la de todos nuestros hermanos sin excepción.

L-61 [2] Para el ego la idea de hoy es el epítome de la auto-glorificación. Pero el ego no sabe lo que es la humildad y la confunde con la auto-degradación.

El ego no sabe nada. La humildad nunca será un atributo del ego. La verdadera humildad nunca podrá emanar desde el ego. La indivi-dualidad nunca es humilde. Debe tomarse en cuenta a lo largo de todas las lecciones que el “tú” al que Jesús le está hablando no es el ego-yo-cuerpo, es el tomador de decisiones que elige entre el ego y el Espíritu Santo o Jesús. Tener esto en cuenta nos adiestra a reconocer el poder de nuestra mente para elegir al único Maestro que nos Guía hacia el Cielo o aquel quien nos lleva al abismo. 

T-19.II.4. Uno de los principales dogmas de la descabellada religión del ego es que el pecado no es un error sino la verdad, y que la inocencia es la que pretende engañarnos. La pureza se considera arrogancia, y la aceptación de nuestro ser como algo pecaminoso se percibe como santidad. Y es esta doctrina la que sustituye a la realidad del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó, y tal como dispuso que fuese para siempre. ¿Es esto humildad? ¿O es más bien un intento de desgajar a la creación de la verdad, y de mantenerla aparte? 

L-61 [2] La humildad consiste en aceptar el papel que te corresponde en la salvación y en no aceptar ningún otro. No es humildad insistir que no puedes ser la luz del mundo si ésa es la función que Dios Mismo te asignó. Es sólo la arrogancia la que afirmaría que ésa no puede ser tu función, y la arrogancia es siempre cosa del ego.

Un Curso en Milagros nos recuerda aceptar y llevar acabo nuestra función. Dentro de las funciones que Jesús nos exhorta continuamente es aceptar la Expiación para nosotros mismos. Esto es, aceptar el hecho de que nuestros “pecados” están perdonados y que la separación nunca ocurrió. No es nuestra función hacer modificaciones el nivel del comportamiento o actuar de cierta manera “religiosa” hacia los demás, pues no hay—nadie más —. Una vez que nuestra mente ha sido sanada podremos ser un símbolo de sanación para nuestros hermanos. 

Debemos recordar también, al leer las lecciones, de la presencia del lenguaje metafórico y de las descripciones antropomórficas de Dios que utiliza Un Curso en Milagros; interpretar de manera literal aquello que es meramente metafórico o simbólico conduce, a la ausencia de resultados prácticos y en algunos casos al abandono del camino, por no decir diferentes bandos de interpretación.

L-61 [3] La verdadera humildad requiere que aceptes la idea de hoy porque es la Voz de Dios la que te dice que es verdad. Éste es uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra. Es un paso gigantesco que te conducirá al lugar que te corresponde ocupar en la salvación. Es una aseveración categórica de tu derecho a la salvación y un reconocimiento del poder que se te ha otorgado para salvar a otros.

En varias partes del texto Jesús explica que nuestra función en la tierra es perdonar o sanar y nuestra función en el Cielo es crear.

T-12.VII.4:6-8 Lleva a cabo la labor del Espíritu Santo, pues compartes Su función. De la misma manera en que tu función en el Cielo es crear, aquí en la tierra es curar. Dios comparte tu función contigo en el Cielo, y el Espíritu Santo comparte la Suya contigo en la tierra.

El enfoque de esta lección es aceptar nuestra propia salvación, el Espíritu Santo no puede extender la salvación a través de nosotros al menos elijamos la luz o el recto pensar que está disponible cuando se pide ayuda a la parte de la mente donde Jesús o El Espíritu Santo moran y no al ego. Esta lección no solo es el primer paso en el camino hacia la liberación del mundo, sino un paso gigantesco. La luz no tiene grados y no podemos abordarla a medias. Es un todo o un nada.

L-61 [4] Debes reflexionar hoy acerca de esta idea tan a menudo como puedas. Es la respuesta perfecta a todas las ilusiones y, por ende, a toda tentación. La idea de hoy lleva todas las imágenes que tú has forjado de ti mismo ante la verdad y te ayuda a seguir adelante en paz, sin agobios y seguro de tu propósito.

“Traer las imágenes que has forjado ante la verdad” es una admonición que todo estudiante debe recordar, ya que es la base para reconocer y llevar la oscuridad a la verdad y no lo opuesto. Es vital no hacer de ninguna lección una afirmación que meramente repetimos cada tanto tiempo durante el día, ya que de esta forma simplemente agregaríamos mas velos de oscuridad. El propósito es reconocer que podemos y debemos hacer una elección consciente entre la voz que miente [ego] o la voz de la verdad [Espíritu Santo o Jesús].

L-61 [5] Hoy se deben llevar a cabo tantas sesiones de práctica como sea posible, aunque no es necesario que ninguna exceda uno o dos minutos de duración. Debes empezar cada sesión de práctica diciéndote a ti mismo:
Yo soy la luz del mundo.
Ésa es mi única función.
Por eso es por lo que estoy aquí.
Piensa entonces en estas afirmaciones por unos breves momentos, preferiblemente con los ojos cerrados si las circunstancias lo permiten. Deja que te vengan a la mente unas cuantos pensamientos afines y, si observas que tu mente se aparta del tema central, repite la idea de hoy para tus adentros.

Jesús nos exhorta a que recordemos con frecuencia nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios. Nos insta a que no dejemos nuestra mente vagar. Nos recuerda que pensamientos afines a nuestra verdadera esencia espiritual, si los permitimos, llegaran desde nuestra mente-recta a nuestra consciencia y hablaran a favor de nuestra verdadera realidad en Dios.

L-61 [6] Asegúrate de comenzar y finalizar el día con una sesión de práctica. De este modo, te despertarás reconociendo la verdad acerca de ti mismo, la reforzarás a lo largo del día y te irás a dormir re-afirmando tu función y el único propósito que tienes aquí. Estas dos sesiones de práctica pueden ser más largas que las demás si te resultan útiles y deseas extenderlas.

La metodología de repetición que Jesús utiliza será consistente a lo largo de la práctica y aplicación de los preceptos de cada lección de corrección que realicemos. El dejar que los últimos pensamientos antes de dormir sean dedicados a la salvación ayudarán a que el Espíritu Santo los pueda traer de nuevo a nuestra consciencia al despertar.

L-61 [7] La idea de hoy va mucho más allá de la mezquina opinión que el ego tiene de ti y de tu propósito. Como portador de la salvación que eres, esto es obviamente necesario. Éste es el primero de una serie de pasos gigantescos que vamos a dar durante las próximas semanas.

El sistema de pensamiento del ego está basado en la culpa y la represión de la misma, esto da como resultado que no tengamos una buena opinión en relación con la verdad de nuestro Ser. El propósito del ego es separar y sentirse especial entre otras cosas, negando todo aquello que tenga que ver con Dios y su Reino. Estos “pasos gigantescos” serán avances vertiginosos que tendrán lugar en las próximas semanas, al aplicarnos a la practica diaria, representaran un salto quántico hacia la meta. Podremos de manera objetiva afirmar que cada día que se dedica a la verdad, tendrá un fruto inigualable, una alternativa al ego con tan solo pedirla.

L-61 [7] Trata de empezar hoy a sentar las bases para estos avances. Tú eres la luz del mundo. Dios ha edificado Su plan para la salvación de Su Hijo sobre ti.

Como podemos ver, Jesús claramente nos dice que estas primeras lecciones son las bases que debemos solidificar día a día para lograr el objetivo de la paz que llega con un aprendizaje honesto y constante.

Fuente: Kenneth Wapnick
Libro: Journey Through The Workbook

Traducción por Richard Ross