Mostrando las entradas con la etiqueta proyección. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta proyección. Mostrar todas las entradas

PROYECCIÓN (103)

PROYECCIÓN (103) - la ley fundamental de la mente: "la proyección hace la percepción"—lo que vemos internamente determina lo que vemos fuera de nuestras mentes.

mente errada: refuerza la culpa al desplazarla sobre algún otro, al atarla allí y negar su presencia en nosotros; un intento de desviar sobre los otros nuestra responsabilidad por la separación.
mente correcta: el principio de extensión, el cual permite que el perdón del Espíritu Santo se extienda (proyecte) a través de nosotros.


GLOSARIO-ÍNDICE / proyección

ataque
T-6.in.1; T-6.I.3; T-6.II.2-3; T-13.V.3-4
L-pI.22.1-2; L-pI.26.1-2; L-pI.170.4-10
L-pI.196.1-10
causa-efecto
T-28.II.7; L-pI.17.1; L-pI.32.1
crucifixión
T-6.I.12-16
cuerpo
T-18.VI.2-6; T-19.IV-B.15
culpa
T-13.in.1; T-13.II.1-5; T-13.IX.6-8; T-13.X.1-3
L-pI.70.1; M-17.5-7; S-1.III.3-4
Dios
L-pI.68.1-2; L-pI.72.1-5
ego
T-6.II.3-4,12; T-7.VII.8-9; T-7.VIII.1-5
L-pI.71.2
extensión/ley de la mente
T-2.I.1; T-6.II.9; T-7.II.2-3
T-7.VIII.1; T-11.in.3; T-12.VII.7
miedo
T-5.V.3; T-18.II.4; L-pI.13.3
L-pI.130.3; L-pI.161.8; P-2.VII.7
mundo
T-12.III.6-10; T-13.IX.3; T-18.I.4-6; T-20.VIII.9
T-21.in; T-27.VII.3-6; T-27.VIII.7-8; L-pI.11.1
L-pI.12.1; L-pI.35.2; L-pI.132.4-11; P-1.3-4
pecado
T-31.III.1-2; T-13.V.5-6
percepción
T-13.V.3; T-21.in.1; L-pI.2.1
L-pI.8.1; L-pI.130.1; L-pII.325
perdón
T-25.V.4-6; L.pII.1.2; P-2.VI.6; S-2.I.4-5
problema de autoridad
T-3.VI.8
relaciones especiales
T-16.IV.3-6; T-16.V.1-14; T-17.III.1-3; T-22.III.8-9
sacrificio
T-3.I.1-6; T-25.VIII.4; T-26.X.3
separación
T-6.II.1-3
sueño
T-27.VII; T-27.VIII

 





###################

T-6.II.2. Repudias lo que proyectas, por lo tanto, no crees que forma parte de ti. Te excluyes a ti mismo al juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas. Puesto que también has juzgado contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado dé ti. Al hacer esto de manera inconsciente, tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo.

T-18.I.5. Tal vez te sorprenda oír cuán diferente es la realidad de eso que ves. No te das cuenta de la magnitud de ese único error. Fue tan inmenso y tan absolutamente increíble que de él no pudo sino surgir un mundo totalmente irreal. ¿Qué otra cosa si no podía haber surgido de él? A medida que empieces a examinar sus aspectos fragmentados te darás cuenta de que son bastante temibles. Pero nada que hayas visto puede ni remotamente empezar a mostrarte la enormidad del error original, el cual pareció expulsarte del Cielo, fragmentar el conocimiento convirtiéndolo en inútiles añicos de percepciones desunidas y forzarte a llevar a cabo más sustituciones.

T-18.I.6. Ésa fue la primera proyección del error al exterior. El mundo surgió para ocultarlo, y se convirtió en la pantalla sobre la que se proyectó, la cual se interpuso entre la verdad y tú. Pues la verdad se extiende hacia adentro, donde la idea de que es posible perder no tiene sentido y lo único que es concebible es un mayor aumento. ¿Crees que es realmente extraño que de esa proyección del error surgiese un mundo en el que todo está invertido y al revés? Eso fue inevitable. Pues si se llevase la verdad ante esto, ésta sólo podría permanecer recogida en calma, sin tomar parte en la absurda proyección mediante la cual este mundo fue construido. No llames pecado a esa proyección sino locura, pues eso es lo que fue y lo que sigue siendo. Tampoco la revistas de culpabilidad, pues la culpabilidad implica que realmente ocurrió. Pero sobre todo, no le tengas miedo.

[L-pII.325] Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.

L-pII.325 Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. Estas imágenes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consideran reales y se defienden como algo propio de uno. De deseos dementes nace un mundo demente, y de juicios, un mundo condenado. De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.

Extensión

Abundancia / Extención / Glosario-Índice /

T-7.VII.7. Sólo un Hijo de Dios es un maestro lo suficientemente digno como para poder enseñar a otro. En todas las mentes hay un solo Maestro que enseña la misma lección a todo el mundo. Él siempre te enseña la inestimable valía de cada Hijo de Dios, y lo hace con infinita paciencia, nacida del amor infinito en nombre del cual habla. Todo ataque es un llamamiento a Su paciencia, puesto que Su paciencia puede transformar los ataques en bendiciones. Los que atacan no saben que son benditos. Atacan porque creen que les falta algo. Por lo tanto, comparte tu abundancia libremente y enseña a tus hermanos a conocer la suya. No compartas sus ilusiones de escasez, pues, de lo contrario, te percibirás a ti mismo como alguien necesitado.

T-7.VIII.1. Hemos dicho que sin proyección no puede haber ira, pero también es verdad que sin extensión no puede haber amor. Todo ello refleja una ley fundamental de la mente y, por consiguiente, una ley que siempre está en vigor. Es la ley mediante la cual creas y mediante la cual fuiste creado. Es la ley que unifica al Reino y lo conserva en la mente de Dios. El ego, sin embargo, percibe dicha ley como un medio para deshacerse de algo que no desea. Para el Espíritu Santo, es la ley fundamental del compartir, mediante la cual das lo que consideras valioso a fin de conservarlo en tu mente. Para el Espíritu Santo, es la ley de la extensión. Para el ego, la de la privación. Produce, por lo tanto, abundancia o escasez, dependiendo de cómo eliges aplicarla. La manera en que eliges aplicarla depende de ti, pero no depende de ti decidir si vas a utilizar la ley o no. Toda mente tiene que proyectar o extender porque así es como vive, y toda mente es vida.
Toda mente tiene que proyectar o extender porque así es como vive, y toda mente es vida.

Todo ello refleja una ley fundamental de la mente y, por consiguiente, una ley que siempre está en vigor. Es la ley mediante la cual creas y mediante la cual fuiste creado. Es la ley que unifica al Reino y lo conserva en la mente de Dios. El ego, sin embargo, percibe dicha ley como un medio para deshacerse de algo que no desea. Para el Espíritu Santo, es la ley fundamental del compartir, mediante la cual das lo que consideras valioso a fin de conservarlo en tu mente. Para el Espíritu Santo, es la ley de la extensión. Para el ego, la de la privación. Produce, por lo tanto, abundancia o escasez, dependiendo de cómo eliges aplicarla. La manera en que eliges aplicarla depende de ti, pero no depende de ti decidir si vas a utilizar la ley o no.