T-18.VI.1. No hay nada externo a ti. Esto es lo que finalmente tienes que aprender, pues es el reconocimiento de que el Reino de los Cielos te ha sido restaurado. Pues eso fue lo único que Dios creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí Mismo de él. El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no abandonó a su Padre ni mora separado de Él. El Cielo no es un lugar ni tampoco una condición. Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta unicidad, ni nada adentro.
T-26.V.1 Sólo hay dos direcciones que puedes seguir, mientras perdure el tiempo y elegir tenga sentido. Pues jamás se podrá construir otro camino, salvo el que conduce al Cielo. Tú sólo eliges entre ir al Cielo o no ir a ninguna parte. No hay más alternativas que éstas.