Los milagros son expresiones de una consciencia
interna de Cristo y de haber aceptado Su Expiación.
Podemos
decir que el milagro nos une con
alguien de quien nos hemos separado. Esto refleja la idea de que somos uno en
Cristo, y esto corrige el error de creer que estamos separados. Aceptar la
Expiación de Cristo es aceptar este principio de ser uno con El. Aquí vemos,
una vez más, la idea de que el milagro
es la expresión de Cristo, no la consciencia en sí. Esto es lo mismo que
discutimos antes—que el milagro es
un reflejo de la verdad, no la verdad misma. Aún existe y tiene sentido sólo en
el mundo de la ilusión.