L-pII.11.1 La creación es la suma
de todos los Pensamientos de Dios, en número infinito y sin límite alguno en
ninguna parte. Sólo el Amor crea, y únicamente a Su semejanza. Jamás hubo
tiempo alguno en el que todo lo que creó no existiese. Ni jamás habrá tiempo
alguno en que nada que haya creado sufra merma alguna. Los Pensamientos de Dios
han de ser por siempre y para siempre exactamente como siempre han sido y como
son: inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya
cesado.
L-pII.11.2 Los Pensamientos de
Dios poseen todo el poder de su Creador. Pues Él quiere incrementar el Amor
extendiéndolo. Y así, Su Hijo participa en la creación, y, por lo tanto, no
puede sino compartir con su Padre el poder de crear. Lo que Dios ha dispuesto
que sea uno eternamente, lo seguirá siendo cuando el tiempo se acabe, y no
cambiará a través del tiempo, sino que seguirá siendo tal como era antes de que
surgiera la idea del tiempo.
L-pII.11.3 La creación es lo
opuesto a todas las ilusiones porque es la verdad. La creación es el santo Hijo
de Dios, pues en la creación Su Voluntad es plena con respecto a todo, al hacer
que cada parte contenga la Totalidad. La inviolabilidad de su unicidad está
garantizada para siempre, perennemente a salvo dentro de Su santa Voluntad, y
más allá de cualquier posibilidad de daño, separación, imperfección o de nada
que pueda mancillar en modo alguno su impecabilidad.
L-pII.11.4 Nosotros, los Hijos de
Dios, somos la creación. Parecemos estar separados y no ser conscientes de
nuestra eterna unidad con Él. Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá
de todos nuestros temores, todavía hay certeza, pues el Amor jamás abandona Sus
Pensamientos, y ellos comparten Su certeza. El recuerdo de Dios se encuentra en
nuestras mentes santas, que son conscientes de su unicidad y de su unión con su
Creador. Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este
recuerdo y que Su Voluntad se haga en la tierra, así como que se nos restituya
nuestra cordura y ser solamente tal como Dios nos creó.
L-pII.11.5 Nuestro Padre nos
llama. Oímos Su Voz y perdonamos a la creación en Nombre de su Creador, la
Santidad Misma, Cuya santidad Su creación comparte con Él; Cuya santidad sigue
siendo todavía parte de nosotros.