L-pII.7.1. El Espíritu Santo es el mediador entre las
ilusiones y la verdad. Puesto que tiene que salvar la brecha entre la realidad
y los sueños, la percepción conduce al conocimiento a través de la gracia que
Dios le ha dado para que sea el regalo que le hace a todo aquel que acude a Él
en busca de la verdad. A través del puente que Él tiende se llevan todos los
sueños ante la verdad para que la luz
del conocimiento los disipe. Allí los sonidos y las imágenes se descartan para
siempre. Y donde antes se percibían, el perdón
ha hecho posible el tranquilo final de la percepción.
L-pII.7.2. El objetivo de las
enseñanzas del Espíritu Santo es
precisamente acabar con los sueños. Pues todo sonido e imagen tiene que
transformarse de testigo del miedo en testigo del amor. Y cuando esto se logre,
el aprendizaje habrá alcanzado el único objetivo que jamás tuvo realmente. Pues
el aprendizaje, tal como el Espíritu
Santo lo utiliza a fin de alcanzar el resultado que Él percibe para él, se
convierte en el medio que se transciende a sí mismo, de manera que pueda ser
reemplazado por la Verdad Eterna.
L-pII.7.3. Si supieses cuánto
anhela tu Padre que reconozcas tu impecabilidad, no dejarías que Su Voz te lo
pidiese en vano, ni le darías la espalda a lo que Él te ofrece para reemplazar
a todas las imágenes y sueños atemorizantes que tú has forjado. El Espíritu Santo entiende los medios que
fabricaste para alcanzar lo que por siempre ha de ser inalcanzable. Mas si se
los ofreces a Él, Él se valdrá de esos medios que inventaste a fin de exiliarte
para llevar a tu mente allí donde verdaderamente se encuentra en su hogar.
L-pII.7.4. Desde el conocimiento,
donde Dios lo ubicó, el Espíritu Santo
te exhorta a dejar que el perdón repose
sobre tus sueños para que puedas recobrar la cordura y la paz interior. Sin el perdón, tus sueños seguirán
aterrorizándote. Y el recuerdo de todo el Amor de tu Padre no podrá retornar a
tu mente para proclamar que a los sueños les ha llegado su fin.
L-pII.7.5. Acepta el regalo que
Tu Padre te hace. Es un llamamiento que el Amor le hace al Amor para que tan
sólo sea lo que es. El Espíritu Santo
es el regalo de Dios mediante el cual se le restituye la quietud del Cielo al
bienamado Hijo de Dios. ¿Te negarías a asumir la función de completar a Dios,
cuando todo lo que Su Voluntad dispone es que tú estés completo?