Los milagros trascienden el cuerpo. Son cambios súbitos al dominio de lo
invisible, más allá del nivel corporal. Por eso es por lo que curan.
"Los
milagros trascienden el cuerpo" porque nos enseñan que no es en el cuerpo
donde "se dan." El cuerpo no es lo que constituye el problema y, por
lo tanto, al cambiar de pensamiento trascendemos las leyes del cuerpo. Es por
eso que, por ejemplo, personas que pueden tener serios problemas de cáncer, un
día van al doctor y éste les dice: "No entiendo, todo ha
desaparecido." Hay muchos ejemplos de esa clase de proceso.
Hay una
lección que dice: "No me gobiernan otras leyes que las de Dios" L-pI.76. Esa lección menciona algunas
de las leyes que el mundo estima, tales como las leyes de nutrición,
inmunización, amistad, economía y religión, y dice que ninguna de estas leyes
significa nada, y que al cambiar al milagro
mentalidad
correcta, uno puede trascender estas leyes y no permanecer atado a las
mismas. Fue la mente la que fabricó las leyes físicas.
Es por eso
que es tan importante darse cuenta, si van a trabajar con Un Curso En Milagros, que éste enseña que Dios no creó al mundo.
Las leyes del mundo, las leyes de gravedad, muerte, enfermedad y nutrición
todas las leyes son "hechas por el hombre"; todas son parte de la
mente egocéntrica. El ego las hizo, y nosotros le damos poder a esas leyes en
virtud de nuestra lealtad al ego. Al cambiar esa lealtad, podemos trascender
todas esas leyes.
Un ejemplo
de alguien quien no está sujeto a esas leyes es Sai Baba, el famoso gurú indio, quien trasciende el mundo físico, y
es capaz de manifestar y materializar objetos en su mano. Sólo mueve su mano y,
súbitamente, produce un anillo de diamantes o lo que sea que quiera hacer. Y
uno no tiene que creer, dicho sea de paso, que él es auténtico para aceptar que
el principio es auténtico. Eso es lo que él demuestra: que con el uso adecuado
de la mente usted en realidad puede hacer cualquier cosa en este mundo. Como
dice Jesús más adelante en el texto,
tu fe puede mover montañas T-21.III.3:1,
y creo que él lo dice muy literalmente.
Puesto que
nuestras mentes hicieron la montaña, en todo caso, ¿por qué no podemos
divertirnos con ella o moverla de aquí para allá? Ya que todo es fabricado por
nuestras mentes, no debe causar ninguna sorpresa que podamos cambiar lo que
hemos hecho. ¿Qué hay de extraordinario en eso? Hicimos el cáncer; ¿por qué no
podemos cambiar de idea sobre el mismo? No es el Espíritu Santo Quien cura el cáncer. El simplemente nos recuerda
que podemos hacer otra elección, al recurrir al poder de nuestra mente de
cambiarse a sí misma. Las formas son magia, pero el propósito de Sai Baba ciertamente parece ser la
demostración, a las mentes que se han cerrado a su poder, de lo que puede hacer
la mente. Y es este propósito lo que la hace espiritual, no psíquica, una
distinción a la cual volveremos más tarde
ver págs.
70, 95-16.
Otro
ejemplo es el que cita Ram Dass en
términos de su gurú. Llamado entonces Richard
Alpert, el psicólogo de Harvard que colaboró con Timothy Leary en la investigación y experimentación psicodélica, él
viajó a la India en busca de su gurú y al fin lo encontró. Al cabo de unos días
el gurú le pidió que le trajera su maleta, la cual estaba repleta de LSD y de
cuanta cosa había, supuestamente desconocidas por el gurú. Alpert trató de
ocultarlas, pero finalmente, a insistencias del gurú, tuvo que entregarle el
contenido de la maleta. Sin parpadear, el gurú se tragó lo que Alpert afirma
que era una cantidad increíble de la "substancia blanca." No tuvo
efecto alguno en el gurú. Fue un ejemplo de habilidad psíquica o magia, pero su
propósito era en verdad distinto. Y tuvo un singular efecto sobre Alpert.
Estas son
ilustraciones del primer principio—de que no hay orden de dificultad. Muchas
personas son capaces de adiestrar sus mentes de manera que pueden mover un vaso
o una taza de un lado a otro de la mesa. Eso no es difícil de lograr si usted
es realmente dedicado y disciplinado en su mente. Y, si usted puede mover una
taza, ¿por qué no podría mover una montaña? Esta podría ser una forma de
explicar cómo los antiguos egipcios movieron todas esas rocas pesadas para
construir las pirámides: de algún modo ellos habían aprendido a dominar sus
mentes. Negar esto como una posibilidad es afirmar que existe un orden de
dificultad en los milagros.
Tal
dominio, sin embargo, no le trae paz ni lo acerca más a Dios. Todo lo que hace
es capacitarlo para que vuelva a ponerse en contacto con el poder de su mente.
Pero es el mal uso de ese poder lo que nos metió en dificultades, en primer
lugar. Así que, el único remedio para esta práctica equivocada es poner su
mente bajo la dirección de Aquel Que jamás la usará mal. Es por eso que el Curso es tan claro y enfático sobre
cómo debemos hacer las cosas en el mundo—le preguntamos a Aquel Que sí sabe; no
las hacemos por nuestra cuenta. De lo contrario, podríamos utilizar nuestras
mentes como una forma de lograr poder sobre los demás, hiriéndolos a ellos y a
nosotros mismos.
Cuando el
principio dice que el milagro
"cambia al dominio de lo invisible," habla de cambiar hacia la mente
más bien que hacia el cuerpo. Y es por eso que el milagro puede sanar, porque devuelve el problema al lugar donde
verdaderamente radica, que es la mente y no el cuerpo. Hay una hermosa línea
casi al final del Capítulo 12 que
dice: "Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es
verdad se volvió invisible para ti" T-12.VIII.3:1.
Por lo tanto, necesitamos ayuda para movernos de lo que parece visible—el
cuerpo—hacia lo que hemos hecho invisible—la verdad en nuestras mentes.