Ten por seguro que no es posible que Dios y el ego, o tú y el ego jamás os podáis encontrar. En apariencia lo hacéis y formáis extrañas alianzas basándoos en premisas que no tienen sentido. Pues vuestras creencias convergen en el cuerpo, al que el ego ha elegido como su hogar y tú consideras que es el tuyo. Vuestro punto de encuentro es un error: un error en cómo te consideras a ti mismo. El ego se une a una ilusión de ti que tú compartes con él. Las ilusiones, no obstante, no pueden unirse. Son todas lo mismo, y no son nada. Su unión está basada en la nada, pues dos de ellas están tan desprovistas de sentido como una o mil. El ego no se une a nada, pues no es nada. Y la victoria que anhela está tan desprovista de sentido como él mismo. T-23.I.3:1
La mente que está libre de culpa no puede sufrir.
"...el cuerpo es parte de la solución magica: una solución a un problema inexistente; la creencia en la separación..."
El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios. Mas incluso en esto es arrogante.
T-5.V.5:1