Los milagros son naturales. Cuando no ocurren, es
que algo anda mal.
El Curso nos enseña que lo más natural en
este mundo es estar en paz y ser uno con Dios, porque esa paz procede del Espíritu Santo en nosotros. Lo que no
es natural en este mundo son las cosas que nos defienden en contra de esa
naturalidad; los sentimientos de ira, el conflicto, la depresión, la pérdida,
la culpa, la ansiedad, etc. Todos estos no son naturales porque no provienen de
quiénes somos realmente. En este mundo, los sentimientos de paz, de dicha, y de
ser uno con toda la humanidad reflejan lo que somos en realidad y, por lo
tanto, son naturales.
En otras
palabras, cuando no ocurren los milagros, y aquí podemos pensar en los milagros
como la extensión del Espíritu Santo
en nuestras mentes, algo anda mal porque hemos puesto alguna cosa de por medio.
Eso es todo lo que es el ego: una obstrucción que entorpece la consciencia de
quiénes somos en verdad.
Yo
tenía un problema antes respecto al comentario que usted hiciera de que nadie
es santo, pero creo que lo que usted ha dicho tiene sentido. Con algunas
personas sólo se experimenta una presencia, un sentimiento de unidad, en el
sentido de que son una consigo mismas o con Dios y, por lo tanto, creo que eso
es lo que yo llamaría una persona santa.
Lo que eso
significa es que ellos le ponen menos impedimentos a su santidad que otras
personas. En este mundo, eso es cierto. Más adelante en este capítulo, el cual
no vamos a cubrir hoy, Jesús habla
de sí mismo y dice que él no es diferente de los demás. T-1.II.3:5-6. Él no es ni más santo ni menos santo que nadie. La única diferencia es que él trascendió su
ego más rápidamente que el resto de nosotros. En el mundo del tiempo él es
diferente porque no tiene ego. En el mundo de la eternidad, sin embargo, él es
lo mismo que nosotros. Por eso dice que experimentarlo con reverencia es un
error, porque él define la reverencia como algo que se justifica únicamente
cuando estamos ante alguien que es superior a nosotros. La única Persona ante
Quién se justifica esto, es Dios, porque Él es nuestro Creador. No debemos
sentir reverencia por Jesús, porque
él es igual a nosotros. Un poco más listo, eso es todo. Por lo tanto, debemos
pedirle que nos ayude.
Para
abundar un poco más en eso, en todo lo que apreciamos y aprehendemos en los
demás, y creemos que es santo, ¿vemos nuestra propia santidad?
Sí, pero
tiene que tener mucho cuidado. A menudo cuando vemos cuán santa es esa persona
realmente, lo que hacemos muy sutilmente es humillarnos a nosotros mismos.
Decimos que esta persona es más santa que nosotros. Eso es lo que hacemos casi
siempre. Ese es el error. Es por eso que, desde el punto de vista del Curso, se cometió el error de hacer a Jesús superior a todos los demás. Esa
no fue una manera de enaltecer a Jesús,
sino de empequeñecernos nosotros, al decir que él es el único Hijo de Dios.
Fue
una manera de decir que él es perfecto y puro, lo que implicaba el hecho por el
cual la gente se sentía tan impura. No era tanto una afirmación acerca de Jesús, era una aseveración sobre lo que
había en nosotros. Nos sentíamos tan culpables e impíos que teníamos que
hacerlo a él diferente. Y todo el centro de su enseñanza es que no somos
distintos; todos somos lo mismo. Somos el Cristo.
La única
diferencia con Jesús es que él fue
el primero en reconocer Quién era en verdad, que era el Cristo, y que ayuda a
todos los demás a reconocer que también son el Cristo. Un ejemplo de lo que el Curso llama "especialismo
espiritual" es que consideremos que ciertas personas son superiores o más
santas o más espirituales que otras. Lo que hacemos con eso es humillarnos a
nosotros mismos muy sutilmente, lo cual significa que reforzamos la creencia de
que estamos separados. Sucede lo mismo cuando creemos que somos más
espirituales que otra persona [lados opuestos de la misma moneda].