No hay grados de dificultad en los milagros. No
hay ninguno que sea más "difícil" o más "grande" que otro.
Todos son lo mismo. Todas las expresiones de amor son máximas.
Si bien dije que esta no es mi sección favorita, creo que este primer
principio es una joya. Es una de las afirmaciones más importantes en todo el
libro, y creo que Jesús también piensa igual, porque éste es un principio que
aparece en distintas formas en los tres libros una y otra vez.
Si pudiéramos entender cabalmente lo que significa, que "no hay grados de dificultad en los
milagros," entenderíamos todo lo demás en el Curso, porque ese principio contiene dentro de sí la semilla del
sistema de pensamiento en su totalidad. El que "no hay grados de
dificultad en los milagros" es como decir que todos los problemas del
mundo son lo mismo—los que parecen mayores y los que parecen menores. No hay
diferencia entre ellos.
Esto se puede entender cabalmente cuando reconocemos que afuera no existe
mundo alguno. Si usted cree en la realidad del mundo de la percepción, del
mundo físico o del mundo separado, entonces tiene que creer que hay
gradaciones: hay cosas más grandes y cosas más pequeñas. Nuestro mundo todo,
que realmente es decir todo el mundo de la percepción, se basa en sistemas y en
diferencias. Todos tenemos conceptos de grande y pequeño, grueso y delgado,
bonito y feo, masculino y femenino, noche y día, luz y obscuridad, problemas
grandes y problemas pequeños, y así sucesivamente.
Nuestra idea acerca de los colores también se fundamenta en eso: diferentes
ondas de luz. Estas son partes inherentes del mundo de separación del ego—de
que hay diferencias en este mundo. Una vez creemos que el cuerpo es real,
creemos entonces que hay ciertos problemas que son más críticos que otros. Si
una persona padece de una enfermedad que "amenaza su vida," entonces
ese es un problema serio. Si alguien tiene un dolor de cabeza decimos que ese
no es un problema tan serio.
No existe nadie en el mundo que no haya caído en
esa trampa. Esto también adquiere la forma de pedir la ayuda del Espíritu Santo para algunos problemas y
para otros no; o creer que Él está muy ocupado para molestarse con nuestros
inconsecuentes y tontos problemas; o creer que nosotros podemos encargarnos de
éstos por nuestra cuenta. En verdad, sin embargo, Sus soluciones nos producen
miedo, pues las mismas significarían el deshacimiento del ego.
No obstante, el propósito de estudiar Un
Curso de Milagros no es que nos sintamos culpables por caer en estas
trampas. La idea cabal del Curso es
que sepamos cuán dementes estamos y cuán demente es este sistema de
pensamiento, de manera que podamos cambiar de opinión acerca del mismo. Usted no puede cambiar de pensamiento
acerca de algo si no sabe que está ahí.
Así que la idea de poner al descubierto al sistema de pensamiento del ego
no es hacernos sentir aún más culpables de lo que somos o más estúpidos de lo
que nos sentimos, sino ayudarnos a comprender que, en efecto, nosotros sí
creemos en esto, de manera que podamos cambiar de idea al respecto. Y este
primer principio nos pone en marcha con una detonación.
Por lo tanto, lo que esto significa es que tan fácil es sanar un cáncer
como un simple dolor de cabeza. Es tan fácil sanar una amenaza de guerra
nuclear como lo es sanar una disputa entre dos niñitos, porque todo es lo
mismo. Todos emanan de un punto central,
que es la creencia en la separación o la creencia en la culpa. Los problemas jamás están en el mundo
externo, sino en nuestras mentes.
Las cosas que hacemos en este mundo para aliviar el dolor se hacen en el
nivel de los síntomas, lo que significa que se hacen en el nivel de la forma.
Uno de los principios claves
en el Curso es la distinción que siempre nos pide que hagamos entre forma y
contenido. Un Curso de Milagros enseña que sólo hay dos contenidos básicos en el mundo:
Dios o el ego; amor o miedo; espíritu o cuerpo.
Hay solamente dos percepciones básicas en el mundo: una es la manera del
ego de mirar un problema y la otra es la manera del Espíritu Santo de mirar ese mismo problema.
Lo que ocurre es que estos dos contenidos aparecen luego en una miríada de
formas. Cuando decimos que el contenido básico en el mundo del ego es la
separación, resulta obvio cuántas formas distintas adquiere esta creencia.
Algunas cosas tales como el dolor, el sufrimiento, la muerte, etc. las llamamos
negativas. Algunas las llamamos positivas, lo que generalmente quiere decir que
logramos lo que queremos, o que las personas están libres del sufrimiento
externo. Pero la cuestión jamás radica en la forma que aparece en el lado
derecho de la gráfica; la cuestión es siempre el pensamiento subyacente, aquí
en el lado izquierdo.
En el Capítulo 23 del Texto, hay
una sección que se titula Las Leyes del Caos T.23.II.1-22, la cual es muy difícil y una de las más importantes en el
texto. Esta sección describe las cinco
leyes que componen el sistema de pensamiento del ego y, en realidad,
constituyen la contraparte de los cincuenta
principios del milagro. Ustedes pueden ver de qué lado está Jesús puesto
que ofrece cincuenta principios del milagro y sólo cinco leyes de caos.
La Primera Ley del Caos: es la contraparte exacta del primer principio del milagro.
Esta afirma que la verdad es relativa y que existe una jerarquía de ilusiones.
Algunas ilusiones son peores que otras, o algunas son mejores que otras.
Repito, esto es exactamente de lo que estamos hablando. Una vez usted cree que
ciertos problemas son mayores que otros, tiene que creer que hay diferentes
niveles de solución para los diferentes niveles del problema.
Ciertamente, alguien que esté en el campo de la medicina sabe que si existe
este síntoma, usted hace "A", y si hay otro síntoma hace
"B", y si hay un tercer síntoma hace "A" y "B" o
alguna otra cosa. Todas son cosas muy específicas que hacemos para sanar o
resolver los distintos problemas que creemos tener. Dicho sea de paso, el Curso hace bien claro que esto no
significa que no se deban hacer estas cosas, pero yo elaboraré eso más adelante
cuando surja en relación con los principios dos y tres del milagro.
Lo único que verdaderamente sana es deshacer la creencia de que estamos
separados de Dios, que es de donde procede la culpa. Como veremos luego, otra
manera de explicar qué es curación, sería "el unirnos." Si
reconocemos que el único problema que existe es la creencia de que estamos
separados, esto tiene que significar que la única manera de resolver todos los
demás aparentes problemas es la unión.
Otra cosa que se pondrá de manifiesto a medida que trabajemos con este
material es que Un Curso de Milagros
enseña que la forma en que definimos un problema automáticamente establece cómo
lo resolvemos. Por eso es muy importante al trabajar con el Curso que siempre tenga presente que
éste reconoce un solo problema, que es la creencia de que estamos separados. Si
usted afirma que el problema es cualquier otra cosa, automáticamente está
diciendo que la solución será otra.
La Lección 79 del libro de
ejercicios señala que sólo hay un problema, por consiguiente sólo hay una
solución. El único problema es la culpa,
la separación, o el guardar resentimientos, y la única solución es el milagro,
el perdón o el unirnos. Este primer principio, pues, realmente establece
que: "no hay grados de dificultad en los milagros." A pesar de lo que
creamos que es el problema, todos nuestros problemas pueden resolverse en la
misma forma, simplemente cambiando nuestro pensamiento acerca de ellos.
A veces negamos las
cosas y creemos que ya hemos cambiado de pensamiento.
Como dice
al final del texto: "Las pruebas
por las que pasas no son más que lecciones que aún no has aprendido que vuelven
a presentarse de nuevo a fin de que donde antes hiciste una elección errónea,
puedas ahora hacer una mejor..."
T-31.VIII.3:1. Obviamente, la mayor parte del tiempo no hemos deshecho toda nuestra
culpa, y puede que haya relaciones que creemos haber sanado y resuelto y un año
más tarde sucede algo y, ¡zás!, todos esos resentimientos vuelven a surgir.
Todo el mundo ha tenido esa clase de experiencia.
Esto no necesariamente quiere decir que fracasamos cuando originalmente
intentamos ocuparnos de ello. Lo que probablemente significa es que hicimos lo
que pudimos en ese momento, y luego más tarde estuvimos listos para dar otro
paso y sanar una capa más profunda de culpa. Luego se presenta una oportunidad
y nos encontramos airados y molestos, nos sentimos agraviados y victimados, y
eso nos indica que no nos habíamos desprendido totalmente de esa creencia,
puesto que ahora la proyectamos sobre esta otra persona.
El ego quiere que creamos que
somos unos fracasados; lo que el Espíritu Santo nos diría es que ahora estamos
listos para dar otro paso. Esa es realmente la fuerza propulsora del Curso:
ayudarnos a interpretar todo lo que sucede en nuestras vidas como una
oportunidad de sanar y perdonar algo que estaba profundamente sepultado dentro
de nosotros y que no sabíamos que estaba allí.
Y no hay excepciones a ese principio. En efecto, de donde emerge la gran
pujanza del Curso es que el mismo es
tan consistente y sencillo en todo lo que expresa. Realmente nos enseña una
sola manera de juzgarlo todo en el mundo. Ese es el modo de Un Curso de Milagros: que todo lo que
ocurre es una oportunidad para sanar nuestras mentes, y no importa que nos
sintamos perturbados sobre algún incidente terrible del cual nos enteramos por
el periódico, o si lo que nos perturba es una cosa trivial que sucede en
nuestros hogares o en nuestras familias, nuestras comunidades o situaciones de
trabajo.
Aunque
puede que no haya grados de dificultad en los milagros, nosotros estamos bien
convencidos de que sí los hay. En vista de ese hecho, ¿es probable que
necesitemos experimentar el perdón con un asunto grande antes de llegar a los
otros?
Trabajamos
con lo que haya que trabajar. Algunas personas sienten que es todo lo
contrario, que los asuntos grandes son demasiado. Así que practican con los
pequeños: la persona que les corta en la carretera, o alguien que hace algo un
tanto fastidioso, o algo que sus hijos deben hacer en la casa y que no hacen.
Hay quienes encuentran más fácil lidiar con esas cosas que con asuntos mayores,
y otros piensan lo contrario.
¿Hay que hacer todas
esas cosas?
No tiene
que hacerlo, sólo que se sentiría mejor si lo hiciera.
¿Significa también el
primer principio que sería tan fácil curar un cáncer como curar un catarro?
Sí, pero
usted puede equivocar la idea de que el problema es el cáncer o el catarro en
el cuerpo. Ese no es el problema. El
problema es el pensamiento que lo llevó a eso. El Curso dice que el único significado de algo es para qué es. Usted
no se concentra en el síntoma del cáncer como tampoco debe concentrarse en la
remisión del mismo, porque ese no es el problema. El cáncer puede servir un propósito, no sólo para esa persona en
particular, sino también para la gente en la vida de ella—la familia, los
amigos, los médicos, etc.
Así que "no hay
grados de dificultad en los milagros"
nunca significa realmente la cura de algo, en verdad significa
un cambio de percepción.
nunca significa realmente la cura de algo, en verdad significa
un cambio de percepción.
Exacto,
significa un cambio de pensamiento. Discutiremos eso una y otra vez a medida
que entremos en esto.
De
acuerdo con eso, si su pensamiento ha causado la condición cancerosa y, de
hecho, la mente se sana, ¿no se toma irrelevante el que el cáncer físico se
cure o no?
Correcto. A
menudo la gente usa la curación física como una manera de probar su salud
mental o espiritual o la falta de ella. "Si realmente hago esto bien,
entonces este tumor desaparecerá." Y, repito, lo que se logra es hacer ese
error real. Cuando su mente realmente se sane, esto no será un asunto álgido
para usted. No quiere decir que el tumor no desaparecerá. Sólo significa que su
inversión no será hacer que desaparezca. Su inversión será lograr su paz
mental.
¿Acaso la muerte
significa que sólo nos acostemos y renunciemos a nuestro cuerpo en el momento
apropiado?
Si
"apropiado" significa para usted, que morimos cuando completamos las
lecciones que vinimos a aprender, sí. Sin embargo, también podemos cambiar de
idea y decidir abandonar nuestro cuerpo antes de completar esas lecciones. Como dice el Curso: "Y nadie muere sin
su propio consentimiento". L-pI.152.1:4
¿Hasta
qué punto entra en juego la percepción compartida de la enfermedad de aquellos
que nos rodean? ¿Hasta qué punto estamos cautivos en esa percepción aun cuando
nuestra mente está en el proceso de cambio?
Dentro de cada uno de nosotros siempre hay dos voces. Tenemos la voz del
ego y la Voz del Espíritu Santo.
Pasamos la mayor parte del tiempo yendo de un lado a otro. Digamos que yo estoy
realmente practicando lo que dice Un
Curso de Milagros, pero que no lo practico en su totalidad. Aún tengo
algunas dudas y algunos miedos, y tanto ustedes como otras personas se unen a
mí y refuerzan seriamente la manera de interpretar del ego. No cabe duda de que
eso reforzará mi ego.
Si yo estuviera realmente firme, si reconociera que todo lo que el ego me
dijo era falso, entonces no importaría cuántas personas, millares o millones,
dijesen lo que quisieran. En lo más profundo de mi ser yo sabría que eso no
importa. Pero si estoy titubeando, mi ego siempre estará a la expectativa de
aquellas personas que pueda utilizar como testigos para reforzar su caso. Pero
el problema no es la gente que lo refuerza. El problema es que
inconscientemente yo ando en busca de esos testigos que probarán que mi ego
tiene razón.
Como todos sabemos, no hay que buscar muy lejos en el mundo. Si realmente
usted quiere probar que la ira está justificada, que la enfermedad es terrible
y que la separación es real, encontrará testigos por doquier. Mientras
vacilamos, no hay duda de que los pensamientos negativos o egocéntricos de
otras personas reforzarán los nuestros. Ellos no son responsables de los
nuestros porque eso sería vudú, la idea de que usted puede influir en otra
persona. El Curso jamás enseñaría
tal cosa porque eso ubicaría la responsabilidad sobre otros hombros. Lo que Un Curso de Milagros diría es que los
pensamientos de los demás o lo que ocurra en el mundo puede reforzar nuestro
propio ego. Pero si usted está realmente claro acerca de lo que cree, eso no
tendrá efecto alguno. Jesús, indudablemente, sería el ejemplo máximo.
Por lo tanto, creer que fumar causa cáncer es caer en la trampa del ego; lo
que lo causa es la culpa. Pero si usted cree que el fumar le es perjudicial,
entonces no debe fumar. Si usted es diabético, y la enfermedad aún es parte de
su sistema de pensamiento, entonces el no inyectarse insulina sería un intento
inconsciente de castigarse a sí mismo, como lo sería el comer mantecado, etc.
En este contexto, pues, cuidar de su cuerpo enfermo sería lo más amoroso y
clemente que usted podría hacer.
¿Qué significa
"escuchar" al Espíritu Santo?
El decir
que oímos al Espíritu Santo es
realmente una metáfora, como lo es el referirnos a Él como la Voz de Dios. El Espíritu Santo se comunica con nosotros
a través de nuestra mente, y utilizará cualquier medio o vehículo que podamos
aceptar. Así, puede ser lo que llamamos intuición, imaginación, un pensamiento
o discernimiento repentino, un sueño, una sensación de que
"escuchamos" palabras o de que surgen pensamientos que sabemos que no
son nuestros. Él no es exigente; usará cualquier cosa que le ofrezcamos.
Sigamos
adelante, o de lo contrario no pasaremos de la primera línea. La segunda línea,
por supuesto, es otra manera de expresar lo que hemos dicho. Decir que no hay
milagros "más difíciles" o "más grandes" es lo mismo que
decir que no hay problemas más grandes o más difíciles.
Bill Thetford solía decir que el primer principio podría replantearse como:No hay grados de dificultad en la solución de problemas.Todos son lo mismo y, por lo tanto, todas las soluciones son la misma.
Todas las expresiones de amor son máximas
Muchos de ustedes me han escuchado hablar de los dos niveles en que está escrito el Curso. El primero es el nivel metafísico al cual no vamos a dedicarle mucho tiempo hoy. El segundo es el nivel más práctico que contrasta las dos maneras de juzgar al mundo. Pero el primer nivel es realmente la parte del Curso que no admite componenda de clase alguna.
Una cosa es totalmente verdadera o totalmente
falsa;
y no hay términos medios.
y no hay términos medios.
No se puede
estar un poquito embarazada; o está embarazada o no lo está. En el segundo
nivel, vamos de un lado a otro todo el tiempo entre el ego y el Espíritu Santo. Pero esa afirmación, "todas las expresiones de amor son
máximas," realmente es una aseveración del Nivel Uno: Usted no puede tener
un poquito de amor. O tiene amor o no lo tiene, porque una de las
características del amor es que éste es total, completo y no hay exclusiones,
no hay excepciones. Todas las expresiones de amor tienen que ser máximas,
lo cual es otra forma de decir que sólo hay un problema en el mundo. Ese problema
es el odio o el miedo; y, por lo tanto, sólo hay una solución a ese problema, y
esa solución es el amor. El amor no procede de nosotros; no proviene del mundo.
El amor emana de Dios, a través del Espíritu
Santo Quien nos inspira entonces a ser lo que podríamos llamar amorosos.
Un Curso de Milagros también nos enseña que nadie
en este mundo puede ser amoroso, porque nos dice que el amor sin ambivalencia
es imposible aquí. T-4.III.4:6.
El sólo
hecho de estar aquí significa que tenemos un ego, lo cual quiere decir que
creemos en la separación. Esto significa que no podemos creer en la naturaleza
del amor que todo lo abarca. Técnicamente, el perdón es el equivalente del Amor
del Cielo en este mundo, y el amor nos
llega de Dios a través del Espíritu Santo
en nuestras mentes, Quién nos inspira todas las cosas amorosas que hacemos.
Pero aquí con el uso de la palabra "amor" podemos ver cómo el Curso no es, ciertamente, muy estricto
en el uso de la misma. A menudo hablará de amor en términos de lo que hacemos
aquí.
A qué se refiere él aquí
entonces? Si "todas las expresiones de amor son máximas," eso
aplicaría únicamente al amor de Dios.
Sí, pero al
Amor de Dios a través del Espíritu Santo
aquí. En otras palabras, el contexto de la aseveración es el milagro. El milagro procede del amor. El próximo
principio habla sobre eso.