Cuerpo

T-4.I.13
Me puedes confiar tu cuerpo y tu ego debido únicamente a que eso te permite desentenderte de ellos y me deja mostrarte que no son importantes. Yo no podría entender lo importantes que son para ti si yo mismo no hubiese estado tentado de creer en ellos. Aprendamos juntos esta lección para que juntos podamos liberarnos de tu cuerpo y de tu ego. Necesito maestros dedicados que compartan mi objetivo de sanar a la mente.

T-4.II.7.
El origen de los apetitos corporales no es físico. El ego considera al cuerpo como su hogar, y trata de satisfacerse a sí mismo a través de él. Pero la idea de que eso es posible es una decisión de la mente, que está completamente confundida acerca de lo que realmente es posible.

V. La ilusión del ego-cuerpo

T-4.V.2. Una de las causas principales del estado de desequilibrio del ego es su falta de discernimiento entre lo que es el cuerpo y lo que son los pensamientos de Dios. Los pensamientos de Dios son inaceptables para el ego porque apuntan claramente al hecho de que él no existe. El ego, por lo tanto, los distorsiona o se niega a aceptarlos. Pero no puede hacer que dejen de existir. El ego, por consiguiente, trata de ocultar no sólo los impulsos "inaceptables" del cuerpo, sino también los pensamientos de Dios, ya que ambos suponen una amenaza para él.

T-4.V.3. Cualquier sistema de pensamiento que confunda a Dios con el cuerpo no puede por menos que ser demente. Sin embargo, esa confusión es esencial para el ego, que juzga únicamente en función de lo que supone o no una amenaza para él. En cierto sentido su temor a Dios es cuando menos lógico, puesto que la idea de Dios hace que el ego se desvanezca. Pero que le tenga miedo al cuerpo, con el que se identifica tan íntimamente, no tiene ningún sentido.


T-4.V.4. El cuerpo es el hogar que el ego ha elegido para sí. Ésta es la única identificación con la que se siente seguro, ya que la vulnerabilidad del cuerpo es su mejor argumento de que tú no puedes proceder de Dios. Ésta es la creencia que el ego apoya fervientemente. Sin embargo, odia al cuerpo porque no lo considera lo suficientemente bueno como para ser su hogar. En este punto es donde la mente queda definitivamente aturdida. Habiéndole dicho el ego que ella es realmente parte del cuerpo y que el cuerpo es su protector, también le dice que el cuerpo no puede protegerla. Por consiguiente, la mente inquiere: "¿Dónde puedo encontrar protección?", a lo que el ego responde: "En mí". La mente, y no sin razón, le recuerda al ego que él mismo ha insistido que con lo que ella se tiene que identificar es con el cuerpo, de modo que no tiene objeto recurrir a él para obtener protección.

T-5.V.5. La mente que está libre de culpa no puede sufrir. Al estar sana, sana a su vez al cuerpo porque ella misma ha sanado. Las enfermedades son inconcebibles para la mente sana, ya que no puede concebir atacar a nada ni a nadie.

T-6.I.4. En última instancia, sólo el cuerpo puede ser agredido. No cabe duda de que un cuerpo puede agredir a otro, y puede incluso destruirlo.

T-6.IV.4.
Al percibir en tu mente algo ajeno a sí mismo, el ego hace del cuerpo su aliado porque el cuerpo no forma parte de ti. Esto hace del cuerpo el amigo del ego. Ésta es una alianza claramente basada en la separación. Si te pones de parte de esta alianza no podrás sino sentir miedo porque te estarás poniendo de parte de una alianza basada en el miedo.

T-6.IV.5. El ego se vale del cuerpo para conspirar contra tu mente, y puesto que el ego se da cuenta de que su "enemigo" puede acabar con él y con el cuerpo reconociendo simplemente que no forman parte de él, él y el cuerpo se unen para llevar a cabo un ataque conjunto. Tal vez sea ésta la más extraña de todas las percepciones, si te detienes a considerar lo que ello realmente implica. El ego, que no es real, trata de persuadir a la mente, que sí es real, de que ella es su recurso de aprendizaje, y, lo que es más, de que el cuerpo es más real que ella. Nadie que esté en su mente recta podría creer semejante cosa, y nadie que está en su mente recta lo cree.

T-6.V.A.1. Cuando tu cuerpo, tu ego y tus sueños hayan desaparecido, sabrás que eres eterno.

El cuerpo ni vive ni muere porque no puede contenerte a ti que eres vida.

T-6.V.A.2. Dios no creó el cuerpo porque el cuerpo es destructible, y, por consiguiente, no forma parte del Reino. El cuerpo es el símbolo de lo que crees ser. Es a todas luces un mecanismo de separación y, por lo tanto, no existe.

Si la mente puede curar al cuerpo, pero el cuerpo no puede curar a la mente, entonces la mente tiene que ser más fuerte que el cuerpo. Todo milagro es una demostración de esto.


T-6.V.A.3. He dicho que el Espíritu Santo es la motivación de los milagros. El Espíritu Santo te dice siempre que sólo la mente es real porque es lo único que se puede compartir. El cuerpo es algo separado, y, por lo tanto, no puede ser parte de ti.

T-7.V.1. El cuerpo no es más que un marco para desarrollar capacidades, lo cual no tiene nada que ver con el uso que se hace de ellas. Dicho uso procede de una decisión.

Los efectos de la decisión del ego al respecto son tan evidentes que no hay necesidad de hablar más de ello, pero la decisión del Espíritu Santo de utilizar el cuerpo únicamente como un medio de comunicación tiene una conexión tan directa con la curación que sí requiere aclaración. El sanador que no se ha curado obviamente no entiende su propia vocación.

T-7.V.2. Sólo las mentes pueden comunicarse. Puesto que el ego no puede destruir el impulso de comunicar porque es también el impulso de crear, sólo puede enseñarte que el cuerpo puede comunicarse así como crear, y, por ende, que no tiene necesidad de la mente. El ego, por consiguiente, trata de enseñarte que el cuerpo puede actuar como la mente y que es, por lo tanto, autosuficiente.

T-7.V.10.
No quiero compartir mi cuerpo en el acto de comunión porque no estaría compartiendo nada.

T-7.VI.8. He señalado repetidamente que el ego cree que puede atacar a Dios, y trata de convencerte de que eso es lo que tú has hecho. Si la mente no puede atacar, el ego—con perfecta lógica—arriba a la conclusión de que tú no puedes ser otra cosa que un cuerpo.

VII. El cuerpo como medio de comunicación

T-8.VII.1. Los ataques son siempre físicos. Cuando se infiltra en tu mente cualquier forma de ataque es que estás equiparándote con el cuerpo, ya que ésta es la interpretación que el ego hace de él.

Siempre que te equiparas con el cuerpo, experimentas depresión.

T-8.VII.2. Recuerda que para el Espíritu Santo el cuerpo es únicamente un medio de comunicación. Al ser el nexo de comunicación entre Dios y Sus Hijos separados, el Espíritu Santo interpreta todo lo que has hecho a la luz de lo que Él es. El ego separa mediante el cuerpo. El Espíritu Santo llega a otros a través de él. No percibes a tus hermanos tal como el Espíritu Santo lo hace porque no crees que los cuerpos sean únicamente medios para unir mentes, y para unirlas con la tuya y con la mía. Esta interpretación del cuerpo te hará cambiar de parecer con respecto al valor de éste. El cuerpo, de por sí, no tiene ningún valor

T-8.VII.3. Si usas el cuerpo para atacar, éste se convierte en algo perjudicial para ti. Si lo usas con el solo propósito de llegar hasta las mentes de aquellos que creen ser cuerpos para enseñarles a través del mismo cuerpo que eso no es verdad, entenderás el poder de la mente que reside en ti. Si usas el cuerpo con este fin, y sólo con este fin, no lo podrás usar para atacar. Cuando se usa con el propósito de unir se convierte en una hermosa lección de comunión, que tiene valor hasta que la comunión se consuma. Ésta es la forma en que Dios hace que lo que tú has limitado sea ilimitado. El Espíritu Santo no ve el cuerpo como lo ves tú porque sabe que la única realidad de cualquier cosa es el servicio que le presta a Dios en favor de la función que Él le asigna.

T-8.VII.4. La comunicación pone fin a la separación. El ataque la fomenta. El cuerpo es feo o hermoso, violento o apacible, perjudicial o útil, dependiendo del uso que se haga de él. Y en el cuerpo de otro verás el uso que has hecho del tuyo. Si tu cuerpo se convierte en un medio que pones a disposición del Espíritu Santo para que Él lo use en nombre de la unión de la Filiación, no verás lo físico excepto como es. Úsalo para la verdad y lo verás correctamente. Úsalo incorrectamente y lo interpretarás mal, lo cual habrás hecho ya al usarlo incorrectamente. Interpreta cualquier cosa sin el Espíritu Santo y desconfiarás de ello. Eso te conducirá al odio y al ataque, y hará que pierdas la paz.


T-8.VII.7. La Biblia dice: “El Verbo (o pensamiento) se hizo carne”. Estrictamente hablando. eso es imposible, puesto que parece implicar que un orden de realidad pasó a ser otro. Los distintos órdenes de realidad, al igual que los distintos grados de dificultad de los milagros, tan sólo dan la impresión de existir. El pensamiento no se puede convertir en carne excepto mediante una creencia, ya que el pensamiento no es algo físico. El pensamiento, no obstante, es comunicación, para lo que sí se puede usar el cuerpo. Éste es el único uso natural que se puede hacer de él. Usarlo de forma antinatural es perder de vista el propósito del Espíritu Santo, y confundirse con respecto al objetivo de Su plan de estudios.

T-8.VII.9. En este mundo, ni siquiera el cuerpo se percibe como algo íntegro. Se considera que su propósito está dividido en muchas funciones que no tienen ninguna relación entre sí o muy poca, de modo que parece estar regido por el caos.

El templo del ego se convierte así en el templo del Espíritu Santo, en el que la devoción por Él reemplaza a la devoción por el ego. En este sentido el cuerpo se convierte ciertamente en el templo de Dios, Su Voz reside en su interior dirigiendo el uso que se hace de él.

VIII. El pequeño jardín

T-18.VIII.1. Estar consciente del cuerpo es lo único que hace que el amor parezca limitado, 2 pues el cuerpo es un límite que se le impone al amor. (3) La creencia en un amor limitado fue lo que dio origen al cuerpo, que fue concebido para limitar lo ilimitado. 4 No creas que esto es algo meramente alegórico, pues el cuerpo fue concebido para limitarte a ti.

T-18.VIII.9. El Pensamiento de Dios rodea tu mísero reino y espera ante la barrera que construiste, deseoso de entrar y de derramar su luz sobre el terreno yermo. 2 ¡Mira cómo brota la vida por todas partes! 3 El desierto se convierte en un jardín lleno de verdor, fértil y plácido, ofreciendo descanso a todos los que se han extraviado y vagan en el polvo. (4) Ofréceles este lugar de refugio, que el amor preparó para ellos allí donde antes había un desierto. 5 Y todo aquel a quien le des la bienvenida te brindará el amor del Cielo. 6 Entran de uno en uno en ese santo lugar, pero no se marchan solos, que fue como vinieron. (7) El amor que trajeron consigo les acompañará siempre, al igual que a ti. (8) Y bajo su beneficencia tu pequeño jardín crecerá y acogerá a todos los que tienen sed de agua viva, pero están demasiado exhaustos para poder seguir adelante solos.

T-18.VIII.10. Sal a su encuentro, pues traen a tu Ser consigo, 2 y condúcelos dulcemente a tu plácido jardín y recibe allí su bendición. 3 De este modo, tu jardín crecerá y se extenderá a través del desierto, y no dejará afuera ni un solo mísero reino excluido del amor, dejándote a ti dentro. (4) Y tú te reconocerás a ti mismo y verás tu pequeño jardín transformarse dulcemente en el Reino de los Cielos con todo el amor de su Creador resplandeciendo sobre él.