Principio 40

El milagro reconoce que todo el mundo es tu hermano así como mi hermano también. Es una manera de percibir la marca universal de Dios.

El error que el milagro corrige es el de creer que estamos separados. Bien sea que estemos separados por nuestros cuerpos o por las cosas terribles que creemos que hace la gente, todo lo que hace el milagro es reflejar el hecho de que somos uno, y eso es lo que Jesús nos está recordando siempre—que todos somos uno con él. La "marca universal de Dios" será el compartir en la luz de Cristo.

Es algo así como un sistema inclusivo. No excluye a nadie.



No excluye a nadie. No podría ser la Filiación si excluyera a alguien.

Principio 39

El milagro elimina el error porque el Espíritu Santo lo identifica como falso o irreal. Esto es lo mismo que decir que al percibirse la luz la oscuridad desaparece automáticamente.

Es lo mismo que decir que El elimina el error, corrige errores, deshace errores, o expía por los errores. Él se da cuenta de que todos los errores son falsos o irreales. No hay gradaciones en los errores. Uno por cero es lo mismo que cien o mil por cero.

"Esto es lo mismo que decir que al percibir la luz la oscuridad desaparece automáticamente." Una vez usted perciba y reconozca la verdad de quién es, los errores o la oscuridad del ego desaparecerán porque todo lo que los mantiene en su lugar son sus pensamientos acerca de ellos. Recuerden, no hay nada afuera que sea real. Son sólo nuestros pensamientos los que hacen las cosas del mundo reales en nuestras mentes. Y una vez las hemos hecho reales, el ego se vuelve real.

 Y entonces no podemos pasarlo por alto. Como enseña el Curso, no puedes perdonar un pecado una vez lo has hecho real T-30.VI.1-3
No podemos decir que el mundo es ilusorio y nada más que un salón de clases en el cual aprendemos esto mientras creamos que la oscuridad es realidad y que necesita curación y luz. 
La luz no se necesita afuera porque afuera no hay nada. Se necesita en nuestras mentes que creen en la oscuridad, y la oscuridad, por supuesto, no es otra cosa que nuestra propia culpa.


Este principio también refleja la idea de que la luz y la oscuridad son estados mutuamente excluyentes. Cuando usted enciende una luz en una habitación obscura, la oscuridad desaparece. Apaga la luz, y la oscuridad regresa. Es así como podemos entender el "pecado" también. Llame pecado a algo, y éste se ha vuelto real y ya no podrá verse como un pedido de ayuda. 

El pecado pide castigo; el pedido de ayuda o amor suplica ayuda y amor.

Principio 38

El Espíritu Santo es el mecanismo de los milagros. El reconoce las creaciones de Dios así como tus ilusiones. Separa lo verdadero de lo falso mediante Su capacidad para percibir totalmente en vez de selectivamente.

Esto significa que el Espíritu Santo es un "bateador ambidextro" y, como dice el Curso más adelante, "la única parte de la Santísima Trinidad que tiene una función simbólica" T-5.I.4:1. Esto quiere decir que Él puede funcionar en un mundo de símbolos. No hay símbolos en el Cielo, únicamente en este mundo.

Si la separación es ilusoria, y el Espíritu Santo cobra existencia para resolver eso, ¿no es Él una ilusión?

No, porque lo creó Dios. No obstante es una buena pregunta. La respuesta del Curso es que cuando la separación se sane totalmente y ya no se necesite el Espíritu Santo, Este existirá aún porque Dios lo creó. Y luego el Curso añade que El regresa al Cielo y bendice nuestras creaciones T-5.I.5:7.

Pero parece como si a Él lo hubiesen creado para resolver un problema que no existe.

Eso es correcto, y porque Él fue creado por Dios, lo cual significa realmente que Él es sólo una extensión de Dios, una vez Dios Lo crea, Él no puede desaparecer. Su función es ilusoria, puesto que consiste en corregir un problema que es inherentemente ilusorio, lo cual implica que esta función también tiene que ser una ilusión, como lo es la forma en la cual experimentamos el contenido de Su Amor.

Pero Él es uno de nosotros...

No, Él no es uno de nosotros. Nosotros somos parte de la Segunda Persona de la Trinidad—Cristo—y el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Trinidad. En otro nivel, por supuesto, la Trinidad es Una. Sin embargo, Un Curso En Milagros sí habla de Niveles de la Trinidad. Esto es más que una excelente distinción teológica. Es importante corregir la idea de que la Voz del Espíritu Santo es la nuestra. Esto es similar a la creencia de que nosotros somos Dios, que el Curso claramente plantea que no lo somos T-7.I.1-3. Creer que la Voz de Dios es la nuestra, por no decir que somos el Mismo Dios, es precisamente otra expresión de la creencia básica de la separación que en primer lugar nos metió en dificultades.

Usted utilizó otra clase de ejemplo. Dijo que Dios envió al Espíritu Santo al sueño; Él no es parte del sueño, pero vino al mismo para hablarnos desde ahí.

La pregunta es aún, "¿Qué sucederá cuando termine el sueño? Es una de esas cosas que nadie puede entender en forma alguna. Yo sólo puedo decirle lo que Un Curso En Milagros dice al respecto. Pero la idea es que el Espíritu Santo tiene un pie en la realidad, en el Cielo, y otro en el sueño [si damos por sentado que Él tiene dos pies]. Él está en el sueño pero no es parte del mismo. Está en nuestras mentes separadas y obra en ellas; no obstante, también está en contacto con la Mente de Cristo. Es como un intermediario.

Dios, por supuesto, ni siquiera se ha enterado del sueño, o del mundo de la ilusión. Una analogía puede ser la de un padre que contempla a su hijo que duerme por la noche y lo ve cómo se revuelve en forma agitada, obviamente tiene una pesadilla. El padre no sabe qué sueña el niño, puesto que todo ocurre fuera de la mente de aquel, pero sí sabe que el niño sufre y es claro que quiere aliviar el dolor de su hijo. Dios se encuentra en una situación similar.

Por lo tanto, Se extiende a Sí Mismo hacia el sueño, y hasta la mente de Su Hijo que duerme. El "Espíritu Santo" es el nombre que Un Curso En Milagros le da a esa extensión, la Voz por Dios. Y en ese sueño Él nos dice: "Hermano, elige de nuevo. Puedes contemplar tu sueño de manera diferente." Y así, El cierne lo que en verdad no llena nuestra necesidad; i.e., las relaciones especiales. Nos ayuda a unificar nuestra percepción, a ver todas las cosas como lecciones que Dios quiere que aprendamos.

Eso es lo que quiere decir "El separa lo verdadero de lo falso," y "percibir totalmente en vez de selectivamente." Ese fue el punto que presenté antes, que El ve todos los aspectos de una situación. Nosotros vemos una situación sólo en términos de nuestras necesidades específicas. El reconoce todas las situaciones como oportunidades para sanar a todas las personas que estén involucradas.

El aspecto del Espíritu Santo que tiene un pie en un mundo, el Cielo, y otro pie en el mundo nuestro, el sueño ¿significa eso que Él puede tener el conocimiento y la percepción simultáneamente?

Correcto.

¿Qué quiere decir el Curso al enseñarnos que jamás
estamos en el lugar equivocado en el momento equivocado?

Jamás podemos estar en el lugar equivocado en el momento equivocado porque siempre podemos aprender de todas las cosas. El Espíritu Santo utiliza todas las situaciones y relaciones para enseñarnos la lección única de que la separación es irreal. En un nivel más profundo, esa aseveración refleja la idea de que el guion ya está escrito.

Ya hemos pasado por todo esto. Sólo estamos, como dice el Curso, repasando mentalmente lo que ya ocurrió L-pI.158.4:5. Y podemos repasar o re-experimentar lo que ya ocurrió bien sea a través de nuestra elección del ego o del Espíritu Santo. Por lo tanto, estar en el lugar correcto o el equivocado no tiene sentido. La forma cómo repasamos este lugar es lo que le da significado.

Principio 37

Un milagro es una corrección que yo introduzco en el pensamiento falso. Actúa como un catalizador, disolviendo la percepción errónea y reorganizándola debidamente. Esto te coloca bajo el principio de la Expiación, donde la percepción sana. Hasta que esto no ocurra no podrás conocer el Orden Divino.

"Percepción errónea" es percibir un problema en el mundo, externo a nosotros. El milagro reorganiza la percepción porque la devuelve adonde realmente está el problema, en nuestras mentes. Jesús es quien introduce el milagro. Nuestra labor es sencillamente querer que él lo haga, pedir su ayuda para ver la situación como él la ve. Esta es la percepción verdadera. 

Jesús toma las falsas percepciones que nosotros hemos hecho reales—la enfermedad, el conflicto, la guerra, etc.—y las invierte de modo que lo veamos todo del mismo modo: todo el mundo, incluyéndonos a nosotros mismos, está pidiendo ayuda. 

Se escoge entonces el principio de la Expiación, que puede exponerse de nuevo como la negación de que la separación y la culpa son reales.

Otro término técnico que se usa consistentemente a través de Un Curso En Milagros es "conocimiento." Tal como lo usa el Curso, es sinónimo de Cielo

La contraparte del conocimiento, o lo opuesto al conocimiento, es la percepción, y casi siempre verán esos dos términos yuxtapuestos. El conocimiento trasciende la dicotomía sujeto-objeto, la cual es inherente a la percepción. 

Aun las "visiones santas" [como las que informan muchos místicos] son perceptuales y, por lo tanto, no duran.

El conocimiento es del espíritu, de Dios, y no puede lograrse en este mundo. En efecto, el Curso afirma muy claramente que el conocimiento no es la meta del Curso; la paz sí lo es T-8.I.1:1-2. Se refiere aquí a la paz que se logra en este mundo cuando contemplamos a toda la humanidad unida con nosotros. No hay culpa ni ataque.

Principio 36

Los milagros son ejemplos de recto pensar que armonizan tus percepciones con la verdad tal como Dios la creó.


Un poco más adelante, el Curso usa la palabra "mentalidad recta" T-2.V.3:1, i.e., pensar en armonía con el Espíritu Santo más bien que con el ego. El milagro no expresa la verdad de Dios directamente, pero se alinea con ésta o la refleja. La verdad de Dios es que todos somos uno. En este mundo, experimentamos la unidad al trascender todas las barreras de separación del ego: pensamientos de ira, ofensa, sacrificio, etc. 
Si bien la percepción verdadera no es la verdad, tampoco está en conflicto con ella. Esto es igual que la idea que discutimos antes acerca del "reflejo de la santidad," o los "heraldos de la eternidad" 
[vea arriba, pág. 64]. 

Estos reflejos son la meta del Curso, pues son los efectos inevitables cuando deshagamos todas las barreras a la verdad.

Principio 35

Los milagros son expresiones de amor, pero puede que no siempre tengan efectos observables.

Esto es muy importante. Una de las trampas en las cuales cae la gente, como he dicho ya, bien sea que trabaje con Un Curso En Milagros o que siga cualquier otra forma de curación, es que quiere resultados. Si no obtengo resultados, si su catarro no desaparece, si la herida no se sana, si este tumor no desaparece, entonces quiere decir que no soy un buen sanador. Todo lo que ha ocurrido es que hemos caído en la misma trampa de hacer real el cuerpo.

Una de las advertencias principales que el Curso expresa consistentemente es: No hagan el error real. Un Curso En Milagros no cree en el pecado; pero si creyera, el pecado en contra del Curso sería hacer el error real. Hacemos el error real cuando creemos que debemos hacer algo al respecto o en contra del error. Una vez creamos que hay un problema en el nivel del cuerpo que tiene que curarse, estamos entonces haciendo el error real. Tratar de proyectar un círculo de luz alrededor de usted o alrededor de otra persona es un ejemplo de hacer el error real, porque entonces usted afirma que la luz tiene que proteger a esta persona o a mí mismo en contra de la oscuridad. Obviamente, pues, usted hace la oscuridad real. Usted no tiene que luchar en contra de algo que es irreal. Usted sólo lucha o se protege en contra de éste cuando cree que es real. La protección de que habla el Curso es la de nuestro sistema de pensamiento, lo cual quiere decir que corrijamos los pensamientos erróneos que tenemos.

Eso suena algo difícil. Mi pregunta es, ¿puede tener su bizcocho y comérselo también? Por ejemplo, si necesita una aspirina, si necesita ir tras un poquito de magia de vez en cuando...

No digo que no deba hacerlo. Todo lo que digo es: Haga lo que sea que lo haga sentirse mejor, pero no crea que eso hace lo que usted cree que hace. El Curso habla sobre la idea de traer las ilusiones a la verdad, la oscuridad a la luz. El ego lo hace al revés. Trae la verdad a la ilusión. La gente se sentirá tentada a tomar la verdad de este Curso, que es un sistema puro, y traerla a las ilusiones que todos abrigamos. Hay ciertas cosas de las que no queremos desprendernos, así que si a usted le gustan los círculos de luz, entonces no quiere soltarlos. O si a usted le gusta clamar por espacios de estacionamiento, usted no quiere dejar de hacerlo. Y no hay nada aquí que diga que usted no debe hacerlo. Jesús no está allá arriba con un látigo. El sólo dice que eso no le va a dar lo que usted quiere, es todo. Si usted quiere gratificarse en el camino, creo que está bien en tanto reconozca lo que hace. Eso es lo que importa.

Un Curso En Milagros no dice que no debemos sentir ira. Lo que dice es que no debemos justificar la ira. Ese es el error. Todo el mundo va a sentir ira porque tenemos egos. La idea es que cuando sintamos ira y molestia no la justifiquemos. Eso es lo que dice Jesús en el Capítulo 3 cuando habla sobre la Expiación sin sacrificio T-3.I. Él dice que es en eso que se equivocó la gente. Tuvo que invertir toda una manera de pensar para poder justificar la percepción equivocada de que Dios hizo que Su Propio Hijo sufriera.

En otras palabras, la gente creó una teología que justificó la proyección de su propia culpa. Pero cuando usted construye una teología, psicología, filosofía, una teoría económica, o lo que sea para justificar la proyección de su propio ego, va a tener dificultades. No hay nada malo en tener círculos de luz alrededor de usted si eso es lo que lo hace sentirse mejor, pero cuando trata de hacerlos parte de este sistema de pensamiento, ahí es que comete el error.

Cuando usted habla en el Nivel Uno, todo parece muy difícil, porque ese es el nivel que no admite componendas. Este dice que al final usted comprende que "lo falso es falso, y lo que es verdad jamás ha cambiado" L-pII.10.1:1. Todo en este mundo es falso y, por lo tanto, usted no debe poner ninguna inversión en él. Pero nadie que viva en el mundo del cuerpo, como todos nosotros, va a ser capaz de desprenderse totalmente de la inversión en el mundo. Siempre habrá algunas cositas, por suerte sólo cositas, a las cuales nos apegamos.

Ese es el Nivel Dos, el cual es un modo mucho más tierno de contemplar todo esto. Lo que no admite componendas ni siquiera ahí es la idea de no hacer el error real, no intentar justificar las percepciones erróneas del ego.

No hay nada malo en tener ataques de ego; todos vamos a tenerlos. El error radica en tratar de decir, "Bien, esto es lo que el Curso dice realmente," o "Esto es lo que dice la Biblia," o "Esto es lo que Dios me dijo que debía hacer." Es mucho mejor decir únicamente, "Bien, tuve un ataque de ego," o "A mi ego le agrada que tenga un círculo de luz a mi alrededor," o que le pida un espacio de estacionamiento al Espíritu Santo. Eso está bien mientras no trate de decir que eso es lo que dice el Curso.

Una vez lo haga, caerá en la misma trampa tal como ocurrió hace dos mil años, de tomar un mensaje que era radiantemente puro y cubrirlo rápidamente con velos de oscuridad y culpa de manera que termine convirtiéndose en una religión de odio, más bien que de amor.

Supongo que gratificarse a sí mismo bien sea tomando magia, tomando siestas, con placer sexual, o cualquier otra clase de complacencia esté bien, en tanto usted sepa que eso es lo que hace. Pero ¿acaso no hacemos el error real cada vez que nos complacemos?
Sí, en el Nivel Uno. Pero en nuestra experiencia aquí en el mundo del cuerpo [Nivel Dos], tal "complacencia" puede ser una forma de aprender suavemente que esto no es lo que en realidad queremos. Pero tiene que tener cuidado de no engañarse a sí mismo, y de que no siga al ego más bien que al Espíritu Santo, y de no envolverse en algo que lo hiera a usted y a otras personas y que haga su culpa más fuerte aún. Todo lo que diría el Curso es: Haga lo que sea que usted quiere hacer, pero no lo convierta en el Reino del Cielo. No haga de ello el centro de su atención. Eso es todo. Lo que hacemos generalmente es convertirlo todo en la gran cosa.

Pero usted hace el error real cada vez que hace algo físico.

¡Por supuesto! No puede hacer nada al respecto. Pero lo empeora cuando trata de justificarlo. Es mejor decir que todavía tengo este cuerpo y creo que tengo ciertas necesidades, y que hay ciertas cosas que me dan placer; hay ciertas cosas que quiero evitar porque me causan dolor. Mientras sea un cuerpo voy a tener esas cosas, pero eso no significa nada. Lo que tiene sentido es que perdone a esta persona que trabaja conmigo o que vive conmigo, y que realmente quiero que estas relaciones se sanen. Todo lo demás es algo tonto. La idea es hacer lo que sea, pero no convertirlo en algo sensacional. De hecho, hay una línea casi al final de este capítulo que dice que "los impulsos físicos son impulsos milagrosos mal canalizados"

T-1.VII.1:3. Esa es otra manera de decir que hacer real el cuerpo, bien sea que hablemos sobre sexualidad, enfermedad, ira o guerra, es una defensa en contra de lo que realmente somos. Específicamente, en términos de sexualidad, se refiere a la idea de que el unirse con la gente por medio del cuerpo no lo hará sentirse cómodo, porque la única unión posible se hace a través de la mente.

En otras palabras, todos anhelamos regresar a casa con Dios porque ese es el centro de nuestro problema. De algún modo sentimos que si nos acercamos a las personas bien sea que hablemos de acercarnos sexualmente o sólo físicamente, en alguna forma eso deshará la separación. Obviamente, no sucederá así porque el problema no tiene nada que ver con el cuerpo. Repito, es nuestro uso del cuerpo lo que constituye el error, el tratar de justificar o de espiritualizar algo que no tiene nada que ver con lo espiritual. Es el uso de éste lo que es importante.

¿Podría el Espíritu Santo estarle diciendo que esto no es lo correcto porque refuerza una carencia que usted cree que es real? En otras palabras, usted necesita este placer en este momento, así que al caer en el abismo de aceptarlo, refuerza la falta.

Sí, si mira esto desde un punto de vista muy práctico, creo que la clave es que si algo se convierte en una preocupación, como por ejemplo no puedo ser feliz a menos que me acueste con esta persona, no puedo ser feliz a menos que coma cierta clase de alimento, no puedo ser feliz a menos que obtenga cierto automóvil, y así sucesivamente, esa es una bandera roja. Lograr esto se convierte en el Reino del Cielo, y la ausencia de ello se vuelve el infierno.

Cuando cae en una trampa así, ésta es una bandera roja que le dice que usted está tratando muy tenazmente con relaciones especiales, no importa la forma. Pero la idea es que no convierta en una gran cosa algo que no lo es. Lo que es la gran cosa en este mundo es la culpa, y la respuesta para eso es el perdón. Eso es lo importante.

¿Dice algo el Curso acerca de la resurrección del cuerpo?

¿Cómo podría resucitarse el cuerpo si éste no muere? Del mismo modo que el cuerpo no puede sanarse porque jamás estuvo enfermo, éste no puede resucitar de entre los muertos porque jamás murió. Un Curso En Milagros sí habla mucho acerca de la resurrección. Recuerden, el cuerpo no hace nada. La mente sí hace. La resurrección es el despertar del sueño de muerte. Lo que ocurrió con Jesús fue que él despertó de la pesadilla del mundo en el que estamos todos nosotros. En nuestra percepción del mundo y ciertamente en la de la gente a su alrededor que no entendió de lo que él hablaba, Jesús resucitó de entre los muertos.

Ellos pudieron sentir su presencia. Por lo tanto, sumaron dos más dos y obtuvieron cinco, algo que todos hacemos muy bien. Jesús sí se les apareció en sus mentes, en la forma que ellos podían aceptarlo, lo que obviamente tenía que ser una forma que ellos identificaran con Jesús, la cual tenía que ser un cuerpo. Pero su resurrección fue realmente un despertar de esta pesadilla, que es un sueño de muerte, de separación, ataque, agresión, etc.

Pero, repito, la clave es que una vez usted dice que el cuerpo resucita, afirma que el cuerpo murió, lo cual quiere decir que usted considera que el cuerpo es real. El testigo más poderoso de la realidad del mundo del ego es la muerte, porque ésta sostiene que el cuerpo vivió. Si el cuerpo vivió, entonces el ego tiene que vivir y todo el sistema de pensamiento del ego tiene que ser cierto. Lo que Jesús nos enseñó es que el cuerpo no muere, el cuerpo no resucita, el cuerpo no hace nada y, por eso, él permanece con nosotros a pesar de lo que le ocurrió a su cuerpo.

Hay una línea al final del Capítulo 15, escrita en la Navidad, que dice: "El Príncipe de la Paz nació para re-establecer la condición del amor, enseñando que la comunicación continúa sin interrupción aunque el cuerpo sea destruido, siempre y cuando no veas el cuerpo como el medio indispensable para la comunicación" T-15.XI.7:2.

¿Quiere decir que él sólo tomó la forma?
¿Y qué hay de cuando él se le apareció a los apóstoles?

El "apareció" en la mente de las personas.

¿Y a Tomás le dijeron que tocara su costado?
Yo no estoy seguro de cuánto de eso ocurrió en realidad. El Evangelio de Juan, especialmente, se escribió en parte para combatir lo que creyeron que era una amenaza de los Gnósticos, quienes ya comenzaban a ser una amenaza real dentro del cristianismo. Algunos Gnósticos enseñaron que Jesús no fue un cuerpo. A éstos los llamaron "docetistas," un término derivado de una palabra griega que significa ilusión. Lo que muestra ese incidente de los evangelios, supuestamente, es que Jesús tuvo un cuerpo porque Tomás lo tocó. Estoy seguro de que muchos eruditos de las escrituras negarían que ese fue en realidad un hecho histórico. Lo verían más bien en términos de la teología que enseñaba Juan de que Jesús estuvo en un cuerpo; y esa enseñanza iba específicamente dirigida contra los Gnósticos.

¿Descarta usted las proyecciones astrales, entonces? Esto parece como una posible explicación de lo que la gente creyó ver.

¿Qué si las descarto? No, esa es otra manera de verlo; pero aun así es del ego.

Como lo describieron atravesando paredes, apareciendo y reapareciendo, parecía...

Realmente hay que cuestionar todas las apariciones relacionadas con la resurrección que mencionan los evangelios. La mayoría de los eruditos de las escrituras sí lo hace. Las apariciones de la resurrección en los cuatro evangelios se contradicen unas a otras. En datos básicos, como quién lo vio y cuándo, se contradicen. La opinión de consenso es que se obtiene una expresión de la teología que emergía de las distintas iglesias cristianas de aquel tiempo más bien que de cualquier hecho histórico. Es por eso que intentar decir qué hizo Jesús o qué no hizo es muy difícil; nadie sabe en realidad lo que él hizo, en primer lugar. Hay muy poca historia en los evangelios, pero sí mucha teología y gente que re-leen en la historia lo que ellos quisieran que hubiera en ella. Dicho sea de paso, el Curso no hace comentarios al respecto ni trata esos temas.

Santa Teresa tenía entrevistas con Jesús en la palma de su mano. Entiendo que sus visiones eran muy fuertemente preceptúales.

Correcto. Si usted trabaja con Un Curso En Milagros debe aceptar la premisa de que todo procede de lo que está en nuestras mentes. No hay nada fuera de nosotros. Todo es una proyección de lo que está en nuestro interior, lo cual quiere decir entonces que usted puede proyectar lo que quiera. Los psicólogos han hecho esto por años y años con las pruebas proyectivas. La gente ve toda clase de cosas en los estímulos preceptúales que no tienen formas reconocibles específicas, como en las Pruebas Rorschach con manchas de tinta. Vemos lo que queremos ver, lo cual creo que no le resta nada al mensaje básico contenido en los evangelios. De hecho, realmente el Curso hace ese mensaje de perdón muy, muy claro.

Aún estamos discutiendo el Principio 35, que los "milagros puede que no siempre tengan efectos observables." 

Lo que es importante es el efecto que el milagro sí tiene, que es traerle paz al obrador de milagros. De hecho, cuando vuelva mi mente hacia Jesús y no vea que alguien ataca o es atacado, me sentiré en paz. Lo que ocurra después de eso es entre Jesús y la otra persona. 

He cumplido mi parte. El regalo de mi paz es otorgado a esa otra persona, aun cuando él o ella no lo acepte. 

Esto significaría que el milagro puede que no tenga efectos observables. Hay una serie de preguntas en el manual para el maestro que trata sobre la curación y plantea el mismo asunto. Una de las preguntas es, "¿Debe repetirse la curación?" M-7. Esta tiene que ver con una situación en la cual alguien parece no haber sanado. El punto es que si usted cree que alguien no se ha curado, está haciendo el cuerpo real porque busca algo en el nivel del cuerpo.


Otra área hacia la cual se apunta aquí se cubre en una lección que dice: "Cuando me curo, no soy el único que se cura" L-pI.137. Puesto que todas las mentes están unidas y son una dentro de este holograma, cuando mi mente se cure y extienda mi paz, o la paz se extienda a través de mí, ésta tocará a todas las demás mentes, de cuya mayoría yo no tengo consciencia. Como no existe la realidad del tiempo como una expresión lineal, o como tiempo en sí, entonces esta curación puede ocurrir a través de todas las dimensiones temporales. Obviamente, nosotros no tenemos consciencia alguna de esto. Nuestra única labor, repito, es permitir que nuestra mente individual se sane. Lo que ocurra después es de la sola incumbencia del Espíritu Santo.

Principio 34

Los milagros le devuelven a la mente su plenitud. Al expiar su sensación de carencia establecen perfecta protección. La fortaleza del espíritu no da cabida a intromisiones.

Debe entenderse que esto significa que los milagros le devuelven a la mente la consciencia de plenitud, porque la plenitud o la abundancia de Dios jamás se ha ido. Todo lo que el milagro hace es descorrer el velo que el ego había tendido para ocultar de nosotros la abundancia de Quiénes somos en realidad. Al expiar la falta [i.e., al corregir la falta] los milagros establecen la protección. El ego nos enseña que carecemos de algo, lo que significa que somos vulnerables. Esto quiere decir que tenemos que protegernos. 

Lo que hace el milagro es mostrarnos que no hay escasez en nosotros, y por lo tanto no necesitamos protección alguna. La protección del espíritu, pues, es simplemente la consciencia de la invulnerabilidad del espíritu. Un hijo de Dios jamás puede ser perjudicado.

Esa es una de las interpretaciones más claras que podríamos concebir sobre el significado de la crucifixión. Eso fue lo que nos enseñó Jesús: a pesar de lo que el mundo percibió, a él no le sucedió nada. Su cuerpo pudo haber sido atacado, pero él no pudo haber sido atacado. Él se identificó con la perfecta protección del espíritu porque Él sabía Quién era y, por lo tanto, no importaba lo que le hicieran a su cuerpo, bien fuera físicamente o psicológicamente. Esa es la perfecta protección del espíritu. En ese punto, pues, nada puede estorbar al espíritu. Es como si hubiera un círculo de luz alrededor de nosotros con el cual nos identificamos, y cualquier oscuridad que el ego tratara de arrojarnos sencillamente desaparecería ante la luz.

Usted no puede introducir tinieblas en un lugar lleno de luz.


La oscuridad es la ausencia de luz, lo que realmente significa que la oscuridad no tiene cualidades propias. El identificarnos con la luz de Cristo, que es Quiénes somos, es nuestra protección. Lo interesante es que algunas veces la gente trata de concretar eso de alguna forma al tratar de extender o manifestar un círculo de luz a su alrededor, o de irradiar luz o algo por el estilo. Todo lo que se logra con eso es hacer real al cuerpo y hacer real el peligro. Por lo tanto, todo lo que usted tiene que hacer es conocer Quién es, y ese conocimiento y esa consciencia es la luz. Usted no tiene que hacer nada. Una vez hace algo, eso se convierte en una defensa. Usted no hace nada; sólo recuerda Quién es, y eso está más allá de todo que hacer.

Principio 33

Los milagros te honran porque eres digno de ser amado. Desvanecen las ilusiones que albergas acerca de ti mismo y perciben la luz en ti. De esta forma, al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores. Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura.

Esta es otra expresión de la misma idea. Los milagros desvanecen todas las ilusiones acerca del estar separados, de ser cuerpos, acerca de que las otras personas son cuerpos, y de que somos víctimas bien sea de nosotros mismos o de los demás. Nos ayudan a reconocer que todos somos lo mismo, que todos estamos juntos en el mismo bote del mundo del ego, y que juntos abandonaremos este bote. 

Más adelante en el Curso hay una línea que dice 

"juntos alzaréis la mirada con fe o no la alzaréis en absoluto" T-19.IV-D.12:8. De modo que nadie abandonó el Cielo solo, y nadie regresa al Cielo solo.


"De esta manera al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores." Podríamos leer que esto significa que los milagros corrigen nuestros errores o deshacen nuestros errores al mostrarnos que hay otro sueño más allá de la pesadilla el cual corrige nuestras ilusiones—y este es "nuestro sueño feliz." "Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura." Nuestras mentes se liberan de las creencias ilusorias del mundo.

Principio 32

Yo inspiro todos los milagros, que en realidad son intercesiones. Interceden en favor de tu santidad y santifican tus percepciones. Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial. En ese orden tú eres perfecto.

Obviamente, Jesús es muy claro en que él es la fuente de los milagros, y también en que esto es algo bueno. Como dice la Lección 24 en el Libro de ejercicios, nosotros no conocemos nuestros mejores intereses, y menos aún los de alguien más, de modo que debemos preguntarle al que sí los conoce. Si tratamos de actuar por cuenta propia, tratamos de ser los inspiradores de los milagros, usurpando así el papel de Jesús, tal como hicimos una vez con Dios cuando nos separamos de Él.

La palabra "intercesiones" es deliberada aquí. Jesús no habla de la oración como usualmente la concebimos, o sobre la idea de que él intercede entre nosotros y Dios que es la opinión tradicional de que Dios estaba furioso con nosotros, así que necesitábamos a alguien que sirviera como intermediario y aplacara la ira de Dios. El utiliza la palabra que tiene esas connotaciones pero, obviamente, la usa en forma distinta. La manera cómo él sí intercede es entre la santidad del Cristo que verdaderamente somos y el yo que creemos ser, al recordarnos el hecho de que somos santos y perfectos y que todo lo demás, ya sea que percibamos algo erróneo en nosotros o en alguien más, es meramente parte del sistema ilusorio del ego.

Al escoger un milagro, lo cual significa que elegimos escuchar la Voz de Dios en vez de la del ego, nuestras percepciones se vuelven santas. Otro vocablo para percepción santa, que generalmente no se usa en el Curso, es "percepción verdadera," un sinónimo para "visión de Cristo." Es la manera en que percibimos cuando no hay culpa en nosotros. 

Percibimos a través de los ojos del Espíritu Santo cuando ya no vemos a nadie separado de nosotros. Esto ocurre aun en el mundo de la percepción, que es este mundo. Esto no quiere decir que negamos el cuerpo de alguien, sino que lo que sí negamos es que el cuerpo nos ha separado. Por lo tanto, negamos todas las percepciones y pensamientos que reforzarían esta separación del ego.


"Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial. En ese orden tú eres perfecto." Esto es lo mismo que la idea de cómo el milagro trasciende las leyes del ego, las leyes físicas. La culminación es que nos devuelve la consciencia de quiénes somos, que es espíritu. Pero esta no es la meta del Curso, la cual es que estemos sin culpa en este mundo.

Principio 31

Los milagros deben inspirar gratitud, no reverencia. Debes dar gracias a Dios por lo que realmente eres. Los Hijos de Dios son santos, y los milagros honran su santidad, que ellos pueden ocultar, mas nunca perder.

Este es el mismo punto que presenté antes en relación con lo que dice Jesús de que no debemos sentir reverencia ante él. Debemos sentirnos agradecidos por el milagro debido a la curación y a la paz que nos ofrece, pero no debemos sentir reverencia por el mismo porque es algo que existe aquí en el mundo. Debemos reverenciar a la Fuente del milagro, que es Dios, pero no a los milagros en sí.

Este es otro planteamiento del principio de Expiación. El ego enseña que la santidad de Cristo, la santidad de Lo que realmente somos, se ha perdido por causa de nuestro pecado. El pecado ha cambiado la realidad del Cielo, ha cambiado la realidad de nuestra relación con Dios; nos ha convertido en miserables pecadores y ha convertido a Dios en un Dios vengativo y vengador. Todo eso se ha tornado real. 

Pero todo lo que ha ocurrido es que nos hemos quedado dormidos y hemos cubierto nuestra santidad con velos de tinieblas. Y ahora creemos que el sueño es realidad y que la realidad es sueño. La verdad acerca de nosotros, que es el hecho de que somos santos, puede esconderla nuestro ego, pero jamás se ha perdido. El milagro nos muestra que el velo de la maldad es meramente una defensa contra nuestra santidad, un pedido de ayuda y de amor.

Un Curso En Milagros es amoral con respecto a toda la cuestión de maldad o de obscuridad en el mundo, y de que hay que hacer cosas buenas o malas. Esto, por supuesto, no es lo mismo que decir que es inmoral. No contiene una moralidad porque la moralidad está relacionada con el juicio de la forma o conducta. La "moralidad" del Curso es el deshacimiento de la culpa. El Curso no está "en contra de" nada en el mundo; está "en contra de" la culpa.

¿Qué tal el sentirse bien cuando uno se enoja?


Por supuesto que uno se siente bien cuando se enoja. En ese instante cuando usted siente ira cree que por fin se ha liberado de la culpa. ¿Y cómo no va sentirse de maravilla por eso? Claro que sí, pero sólo hasta que la culpa surge de nuevo en su consciencia, fortalecida por el hecho de que ha atacado a alguien injustamente.