Principio 34

Los milagros le devuelven a la mente su plenitud. Al expiar su sensación de carencia establecen perfecta protección. La fortaleza del espíritu no da cabida a intromisiones.

Debe entenderse que esto significa que los milagros le devuelven a la mente la consciencia de plenitud, porque la plenitud o la abundancia de Dios jamás se ha ido. Todo lo que el milagro hace es descorrer el velo que el ego había tendido para ocultar de nosotros la abundancia de Quiénes somos en realidad. Al expiar la falta [i.e., al corregir la falta] los milagros establecen la protección. El ego nos enseña que carecemos de algo, lo que significa que somos vulnerables. Esto quiere decir que tenemos que protegernos. 

Lo que hace el milagro es mostrarnos que no hay escasez en nosotros, y por lo tanto no necesitamos protección alguna. La protección del espíritu, pues, es simplemente la consciencia de la invulnerabilidad del espíritu. Un hijo de Dios jamás puede ser perjudicado.

Esa es una de las interpretaciones más claras que podríamos concebir sobre el significado de la crucifixión. Eso fue lo que nos enseñó Jesús: a pesar de lo que el mundo percibió, a él no le sucedió nada. Su cuerpo pudo haber sido atacado, pero él no pudo haber sido atacado. Él se identificó con la perfecta protección del espíritu porque Él sabía Quién era y, por lo tanto, no importaba lo que le hicieran a su cuerpo, bien fuera físicamente o psicológicamente. Esa es la perfecta protección del espíritu. En ese punto, pues, nada puede estorbar al espíritu. Es como si hubiera un círculo de luz alrededor de nosotros con el cual nos identificamos, y cualquier oscuridad que el ego tratara de arrojarnos sencillamente desaparecería ante la luz.

Usted no puede introducir tinieblas en un lugar lleno de luz.


La oscuridad es la ausencia de luz, lo que realmente significa que la oscuridad no tiene cualidades propias. El identificarnos con la luz de Cristo, que es Quiénes somos, es nuestra protección. Lo interesante es que algunas veces la gente trata de concretar eso de alguna forma al tratar de extender o manifestar un círculo de luz a su alrededor, o de irradiar luz o algo por el estilo. Todo lo que se logra con eso es hacer real al cuerpo y hacer real el peligro. Por lo tanto, todo lo que usted tiene que hacer es conocer Quién es, y ese conocimiento y esa consciencia es la luz. Usted no tiene que hacer nada. Una vez hace algo, eso se convierte en una defensa. Usted no hace nada; sólo recuerda Quién es, y eso está más allá de todo que hacer.

Principio 33

Los milagros te honran porque eres digno de ser amado. Desvanecen las ilusiones que albergas acerca de ti mismo y perciben la luz en ti. De esta forma, al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores. Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura.

Esta es otra expresión de la misma idea. Los milagros desvanecen todas las ilusiones acerca del estar separados, de ser cuerpos, acerca de que las otras personas son cuerpos, y de que somos víctimas bien sea de nosotros mismos o de los demás. Nos ayudan a reconocer que todos somos lo mismo, que todos estamos juntos en el mismo bote del mundo del ego, y que juntos abandonaremos este bote. 

Más adelante en el Curso hay una línea que dice 

"juntos alzaréis la mirada con fe o no la alzaréis en absoluto" T-19.IV-D.12:8. De modo que nadie abandonó el Cielo solo, y nadie regresa al Cielo solo.


"De esta manera al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores." Podríamos leer que esto significa que los milagros corrigen nuestros errores o deshacen nuestros errores al mostrarnos que hay otro sueño más allá de la pesadilla el cual corrige nuestras ilusiones—y este es "nuestro sueño feliz." "Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura." Nuestras mentes se liberan de las creencias ilusorias del mundo.