Principio 18

El milagro es un servicio. Es el máximo servicio que le puedes prestar a otro. Es una manera de amar al prójimo como a ti mismo, en la que reconoces simultáneamente tu propia valía y la de él.

Esta es otra forma de decir lo que ya hemos discutido, que el milagro nos ayuda a reconocer y a recordar que somos uno y el mismo, y que nuestra valía la establece Dios. Tu valía es lo mismo que la mía. Si percibo que eres más valioso que yo, o menos valioso de lo que yo soy  [víctima o victimario] entonces eso es un ataque. Básicamente, es un ataque a la Filiación y, por consiguiente, tiene que ser un ataque al Creador de la Filiación. 

Es una enseñanza consistente de Un Curso En Milagros que todos somos lo mismo, al movernos más allá de las diferencias superficiales de nuestros cuerpos—físicos y psicológicos—hacia la unidad subyacente no sólo del Cristo en nosotros, sino también nuestra necesidad compartida de recordar lo que hemos olvidado y de escapar de la prisión de nuestra culpa.

Así, al final del Capítulo 15, que se escribió cerca del Año Nuevo, aparece esta breve oración: "Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo" T-15.XI.10:11. Aprendemos a ver que todo es lo mismo porque, en verdad, sólo hay un problema, y por eso sólo puede haber una solución. Y todas las cosas y toda la gente en el mundo sirven para enseñarnos esta única lección.

Un milagro es un servicio porque, obviamente, es una manera de traer amor a alguien que cree en el miedo, y al traerle amor o ser un canal de amor para usted que está atemorizado, también lo estoy canalizando hacia mí. 

Repito, el milagro no es aplicable a la conducta, a pesar de lo que a veces puede parecernos efectos en el comportamiento. Únicamente ocurre en el nivel de la mente. Lo más amoroso que jamás pudiéramos hacer no tiene nada que ver con lo que hacemos en el nivel de la forma. Es más bien el unirnos los unos con los otros a través del perdón.

Principio 17

Los milagros trascienden el cuerpo. Son cambios súbitos al dominio de lo invisible, más allá del nivel corporal. Por eso es por lo que curan.

"Los milagros trascienden el cuerpo" porque nos enseñan que no es en el cuerpo donde "se dan." El cuerpo no es lo que constituye el problema y, por lo tanto, al cambiar de pensamiento trascendemos las leyes del cuerpo. Es por eso que, por ejemplo, personas que pueden tener serios problemas de cáncer, un día van al doctor y éste les dice: "No entiendo, todo ha desaparecido." Hay muchos ejemplos de esa clase de proceso.

Hay una lección que dice: "No me gobiernan otras leyes que las de Dios" L-pI.76. Esa lección menciona algunas de las leyes que el mundo estima, tales como las leyes de nutrición, inmunización, amistad, economía y religión, y dice que ninguna de estas leyes significa nada, y que al cambiar al milagro mentalidad correcta, uno puede trascender estas leyes y no permanecer atado a las mismas. Fue la mente la que fabricó las leyes físicas.

Es por eso que es tan importante darse cuenta, si van a trabajar con Un Curso En Milagros, que éste enseña que Dios no creó al mundo. Las leyes del mundo, las leyes de gravedad, muerte, enfermedad y nutrición todas las leyes son "hechas por el hombre"; todas son parte de la mente egocéntrica. El ego las hizo, y nosotros le damos poder a esas leyes en virtud de nuestra lealtad al ego. Al cambiar esa lealtad, podemos trascender todas esas leyes.

Un ejemplo de alguien quien no está sujeto a esas leyes es Sai Baba, el famoso gurú indio, quien trasciende el mundo físico, y es capaz de manifestar y materializar objetos en su mano. Sólo mueve su mano y, súbitamente, produce un anillo de diamantes o lo que sea que quiera hacer. Y uno no tiene que creer, dicho sea de paso, que él es auténtico para aceptar que el principio es auténtico. Eso es lo que él demuestra: que con el uso adecuado de la mente usted en realidad puede hacer cualquier cosa en este mundo. Como dice Jesús más adelante en el texto, tu fe puede mover montañas T-21.III.3:1, y creo que él lo dice muy literalmente.

Puesto que nuestras mentes hicieron la montaña, en todo caso, ¿por qué no podemos divertirnos con ella o moverla de aquí para allá? Ya que todo es fabricado por nuestras mentes, no debe causar ninguna sorpresa que podamos cambiar lo que hemos hecho. ¿Qué hay de extraordinario en eso? Hicimos el cáncer; ¿por qué no podemos cambiar de idea sobre el mismo? No es el Espíritu Santo Quien cura el cáncer. El simplemente nos recuerda que podemos hacer otra elección, al recurrir al poder de nuestra mente de cambiarse a sí misma. Las formas son magia, pero el propósito de Sai Baba ciertamente parece ser la demostración, a las mentes que se han cerrado a su poder, de lo que puede hacer la mente. Y es este propósito lo que la hace espiritual, no psíquica, una distinción a la cual volveremos más tarde

ver págs. 70, 95-16.

Otro ejemplo es el que cita Ram Dass en términos de su gurú. Llamado entonces Richard Alpert, el psicólogo de Harvard que colaboró con Timothy Leary en la investigación y experimentación psicodélica, él viajó a la India en busca de su gurú y al fin lo encontró. Al cabo de unos días el gurú le pidió que le trajera su maleta, la cual estaba repleta de LSD y de cuanta cosa había, supuestamente desconocidas por el gurú. Alpert trató de ocultarlas, pero finalmente, a insistencias del gurú, tuvo que entregarle el contenido de la maleta. Sin parpadear, el gurú se tragó lo que Alpert afirma que era una cantidad increíble de la "substancia blanca." No tuvo efecto alguno en el gurú. Fue un ejemplo de habilidad psíquica o magia, pero su propósito era en verdad distinto. Y tuvo un singular efecto sobre Alpert.

Estas son ilustraciones del primer principio—de que no hay orden de dificultad. Muchas personas son capaces de adiestrar sus mentes de manera que pueden mover un vaso o una taza de un lado a otro de la mesa. Eso no es difícil de lograr si usted es realmente dedicado y disciplinado en su mente. Y, si usted puede mover una taza, ¿por qué no podría mover una montaña? Esta podría ser una forma de explicar cómo los antiguos egipcios movieron todas esas rocas pesadas para construir las pirámides: de algún modo ellos habían aprendido a dominar sus mentes. Negar esto como una posibilidad es afirmar que existe un orden de dificultad en los milagros.

Tal dominio, sin embargo, no le trae paz ni lo acerca más a Dios. Todo lo que hace es capacitarlo para que vuelva a ponerse en contacto con el poder de su mente. Pero es el mal uso de ese poder lo que nos metió en dificultades, en primer lugar. Así que, el único remedio para esta práctica equivocada es poner su mente bajo la dirección de Aquel Que jamás la usará mal. Es por eso que el Curso es tan claro y enfático sobre cómo debemos hacer las cosas en el mundo—le preguntamos a Aquel Que sí sabe; no las hacemos por nuestra cuenta. De lo contrario, podríamos utilizar nuestras mentes como una forma de lograr poder sobre los demás, hiriéndolos a ellos y a nosotros mismos.


Cuando el principio dice que el milagro "cambia al dominio de lo invisible," habla de cambiar hacia la mente más bien que hacia el cuerpo. Y es por eso que el milagro puede sanar, porque devuelve el problema al lugar donde verdaderamente radica, que es la mente y no el cuerpo. Hay una hermosa línea casi al final del Capítulo 12 que dice: "Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es verdad se volvió invisible para ti" T-12.VIII.3:1. Por lo tanto, necesitamos ayuda para movernos de lo que parece visible—el cuerpo—hacia lo que hemos hecho invisible—la verdad en nuestras mentes.