Principio 32

Yo inspiro todos los milagros, que en realidad son intercesiones. Interceden en favor de tu santidad y santifican tus percepciones. Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial. En ese orden tú eres perfecto.

Obviamente, Jesús es muy claro en que él es la fuente de los milagros, y también en que esto es algo bueno. Como dice la Lección 24 en el Libro de ejercicios, nosotros no conocemos nuestros mejores intereses, y menos aún los de alguien más, de modo que debemos preguntarle al que sí los conoce. Si tratamos de actuar por cuenta propia, tratamos de ser los inspiradores de los milagros, usurpando así el papel de Jesús, tal como hicimos una vez con Dios cuando nos separamos de Él.

La palabra "intercesiones" es deliberada aquí. Jesús no habla de la oración como usualmente la concebimos, o sobre la idea de que él intercede entre nosotros y Dios que es la opinión tradicional de que Dios estaba furioso con nosotros, así que necesitábamos a alguien que sirviera como intermediario y aplacara la ira de Dios. El utiliza la palabra que tiene esas connotaciones pero, obviamente, la usa en forma distinta. La manera cómo él sí intercede es entre la santidad del Cristo que verdaderamente somos y el yo que creemos ser, al recordarnos el hecho de que somos santos y perfectos y que todo lo demás, ya sea que percibamos algo erróneo en nosotros o en alguien más, es meramente parte del sistema ilusorio del ego.

Al escoger un milagro, lo cual significa que elegimos escuchar la Voz de Dios en vez de la del ego, nuestras percepciones se vuelven santas. Otro vocablo para percepción santa, que generalmente no se usa en el Curso, es "percepción verdadera," un sinónimo para "visión de Cristo." Es la manera en que percibimos cuando no hay culpa en nosotros. 

Percibimos a través de los ojos del Espíritu Santo cuando ya no vemos a nadie separado de nosotros. Esto ocurre aun en el mundo de la percepción, que es este mundo. Esto no quiere decir que negamos el cuerpo de alguien, sino que lo que sí negamos es que el cuerpo nos ha separado. Por lo tanto, negamos todas las percepciones y pensamientos que reforzarían esta separación del ego.


"Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial. En ese orden tú eres perfecto." Esto es lo mismo que la idea de cómo el milagro trasciende las leyes del ego, las leyes físicas. La culminación es que nos devuelve la consciencia de quiénes somos, que es espíritu. Pero esta no es la meta del Curso, la cual es que estemos sin culpa en este mundo.

Principio 31

Los milagros deben inspirar gratitud, no reverencia. Debes dar gracias a Dios por lo que realmente eres. Los Hijos de Dios son santos, y los milagros honran su santidad, que ellos pueden ocultar, mas nunca perder.

Este es el mismo punto que presenté antes en relación con lo que dice Jesús de que no debemos sentir reverencia ante él. Debemos sentirnos agradecidos por el milagro debido a la curación y a la paz que nos ofrece, pero no debemos sentir reverencia por el mismo porque es algo que existe aquí en el mundo. Debemos reverenciar a la Fuente del milagro, que es Dios, pero no a los milagros en sí.

Este es otro planteamiento del principio de Expiación. El ego enseña que la santidad de Cristo, la santidad de Lo que realmente somos, se ha perdido por causa de nuestro pecado. El pecado ha cambiado la realidad del Cielo, ha cambiado la realidad de nuestra relación con Dios; nos ha convertido en miserables pecadores y ha convertido a Dios en un Dios vengativo y vengador. Todo eso se ha tornado real. 

Pero todo lo que ha ocurrido es que nos hemos quedado dormidos y hemos cubierto nuestra santidad con velos de tinieblas. Y ahora creemos que el sueño es realidad y que la realidad es sueño. La verdad acerca de nosotros, que es el hecho de que somos santos, puede esconderla nuestro ego, pero jamás se ha perdido. El milagro nos muestra que el velo de la maldad es meramente una defensa contra nuestra santidad, un pedido de ayuda y de amor.

Un Curso En Milagros es amoral con respecto a toda la cuestión de maldad o de obscuridad en el mundo, y de que hay que hacer cosas buenas o malas. Esto, por supuesto, no es lo mismo que decir que es inmoral. No contiene una moralidad porque la moralidad está relacionada con el juicio de la forma o conducta. La "moralidad" del Curso es el deshacimiento de la culpa. El Curso no está "en contra de" nada en el mundo; está "en contra de" la culpa.

¿Qué tal el sentirse bien cuando uno se enoja?


Por supuesto que uno se siente bien cuando se enoja. En ese instante cuando usted siente ira cree que por fin se ha liberado de la culpa. ¿Y cómo no va sentirse de maravilla por eso? Claro que sí, pero sólo hasta que la culpa surge de nuevo en su consciencia, fortalecida por el hecho de que ha atacado a alguien injustamente.