Lección 61

Soy la luz del Mundo

El título de esta lección está inspirado en el evangelio de Mateo. Jesús dice específicamente a sus discípulos: “Tú eres la luz del mundo” [Mateo 5:14]. Aquí, como en otras partes en el Curso, Jesús toma una idea de la tradición Cristiana y da una interpretación distinta. En la interpretación original la función de los discípulos fue de literalmente llevar la luz al mundo físico.

Los estudiantes del Curso quienes no están familiarizados con su metafísica no-dualista pura, interpretan esta exhortación evangélica de manera errónea. No podemos llevar la luz al mundo porque —no hay mundo—. La luz de la que Jesús habla es la luz del Hijo de Dios que refulge en nuestra mente y forma parte de toda la Filiación como una sola.

No se nos esta pidiendo que llevemos la luz a las multitudes que según el criterio de “sus enviados especiales” quienes tienen, lo que los demás no tienen. Jesús le recuerda —al Hijo de Dios que cree estar separado y fragmentado— que todos somos la luz del mundo. Esta admonición es una corrección, como veremos más adelante en la Lección 93, a nuestra creencia que somos la oscuridad del mundo. 

La arrogancia y el orgullo del ego se expresa así: “Yo soy la luz del mundo, pero tu no”, expresa algo especial en mi y en mi benéfica santidad que te enviará círculos de luz blanca que tanta falta te hacen. Esta arrogancia espiritual dice: yo tengo algo que tú no tienes. En el Canto de la Oración, Jesús habla de esta dinámica—sanar-para-separar—dentro del contexto de los sanadores que creen que son ellos los que curan.

Alguien sabe más, se ha adiestrado mejor, o es quizás más talentoso y sabio. Puede, por lo tanto, dar sanación a alguien que es inferior y está bajo su patrocinio… ¿Cómo iba a ser posible esto? La verdadera sanación no puede proceder de la desigualdad asumida y luego aceptada como la verdad, y usarse para sanar a los heridos y calmar la mente que sufre de la agonía de la duda… No te haces a ti mismo el portador del regalo especial que da lugar a la sanación. Lo único que haces es reconocer tu unicidad con el que te pidió ayuda. Pues en está unicidad se desaparece su sentido de separación que es lo que lo enfermó. No tiene sentido administrar remedio alguno excepto donde la fuente de la enfermedad no se encuentra, de lo contrario nunca puede sanarse verdaderamente. S.III.3

La sanación ocurre en el nivel de la mente y no del cuerpo, esté sana al sanar la creencia en la separación y al dejar de proyectar el auto-castigo como falsa e innecesaria penitencia para liberar la culpa y recobrar la inocencia. La oscuridad que necesita sanación, independiente de su forma, reside en la mente que cree en la separación. La luz que sana reside en la mente, y portamos ambas, la oscuridad de la culpa y la luz de la Expiación. Elegir la luz es la manera en que sanamos la separación que nunca ocurrió. Nuestra función es recordar que somos la luz del mundo, al hacer la elección en contra del ego. La luz de Cristo refulge en la mente del Hijo de Dios como una sola. La aceptación de la Expiación sirve como recordatorio para todos nuestros hermanos de hacer la misma elección.

L-61 [1] ¿Quién es la luz del mundo sino el Hijo de Dios? Por lo tanto, esto no es más que una afirmación de la verdad acerca de ti. Es lo opuesto a una afirmación de orgullo, de arrogancia o de autoengaño. No describe el concepto de ti mismo que tú has forjado. No se refiere a ninguna de las características con las que has dotado a tus ídolos. Se refiere a ti tal como fuiste creado, por Dios. Expresa simplemente la verdad.

Mas adelante el tema principal de que somos tal como Dios nos creo será ampliado. Por ahora Jesús quiere que reconozcamos la falsa imagen con la que nos identificamos—el pecador culpable—y al mismo tiempo recordarnos que nuestro auto-engaño no es más que una defensa en contra la verdad de nuestro Ser: La luz de Cristo que mora en nuestra mente y la de todos nuestros hermanos sin excepción.

L-61 [2] Para el ego la idea de hoy es el epítome de la auto-glorificación. Pero el ego no sabe lo que es la humildad y la confunde con la auto-degradación.

El ego no sabe nada. La humildad nunca será un atributo del ego. La verdadera humildad nunca podrá emanar desde el ego. La indivi-dualidad nunca es humilde. Debe tomarse en cuenta a lo largo de todas las lecciones que el “tú” al que Jesús le está hablando no es el ego-yo-cuerpo, es el tomador de decisiones que elige entre el ego y el Espíritu Santo o Jesús. Tener esto en cuenta nos adiestra a reconocer el poder de nuestra mente para elegir al único Maestro que nos Guía hacia el Cielo o aquel quien nos lleva al abismo. 

T-19.II.4. Uno de los principales dogmas de la descabellada religión del ego es que el pecado no es un error sino la verdad, y que la inocencia es la que pretende engañarnos. La pureza se considera arrogancia, y la aceptación de nuestro ser como algo pecaminoso se percibe como santidad. Y es esta doctrina la que sustituye a la realidad del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó, y tal como dispuso que fuese para siempre. ¿Es esto humildad? ¿O es más bien un intento de desgajar a la creación de la verdad, y de mantenerla aparte? 

L-61 [2] La humildad consiste en aceptar el papel que te corresponde en la salvación y en no aceptar ningún otro. No es humildad insistir que no puedes ser la luz del mundo si ésa es la función que Dios Mismo te asignó. Es sólo la arrogancia la que afirmaría que ésa no puede ser tu función, y la arrogancia es siempre cosa del ego.

Un Curso en Milagros nos recuerda aceptar y llevar acabo nuestra función. Dentro de las funciones que Jesús nos exhorta continuamente es aceptar la Expiación para nosotros mismos. Esto es, aceptar el hecho de que nuestros “pecados” están perdonados y que la separación nunca ocurrió. No es nuestra función hacer modificaciones el nivel del comportamiento o actuar de cierta manera “religiosa” hacia los demás, pues no hay—nadie más —. Una vez que nuestra mente ha sido sanada podremos ser un símbolo de sanación para nuestros hermanos. 

Debemos recordar también, al leer las lecciones, de la presencia del lenguaje metafórico y de las descripciones antropomórficas de Dios que utiliza Un Curso en Milagros; interpretar de manera literal aquello que es meramente metafórico o simbólico conduce, a la ausencia de resultados prácticos y en algunos casos al abandono del camino, por no decir diferentes bandos de interpretación.

L-61 [3] La verdadera humildad requiere que aceptes la idea de hoy porque es la Voz de Dios la que te dice que es verdad. Éste es uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra. Es un paso gigantesco que te conducirá al lugar que te corresponde ocupar en la salvación. Es una aseveración categórica de tu derecho a la salvación y un reconocimiento del poder que se te ha otorgado para salvar a otros.

En varias partes del texto Jesús explica que nuestra función en la tierra es perdonar o sanar y nuestra función en el Cielo es crear.

T-12.VII.4:6-8 Lleva a cabo la labor del Espíritu Santo, pues compartes Su función. De la misma manera en que tu función en el Cielo es crear, aquí en la tierra es curar. Dios comparte tu función contigo en el Cielo, y el Espíritu Santo comparte la Suya contigo en la tierra.

El enfoque de esta lección es aceptar nuestra propia salvación, el Espíritu Santo no puede extender la salvación a través de nosotros al menos elijamos la luz o el recto pensar que está disponible cuando se pide ayuda a la parte de la mente donde Jesús o El Espíritu Santo moran y no al ego. Esta lección no solo es el primer paso en el camino hacia la liberación del mundo, sino un paso gigantesco. La luz no tiene grados y no podemos abordarla a medias. Es un todo o un nada.

L-61 [4] Debes reflexionar hoy acerca de esta idea tan a menudo como puedas. Es la respuesta perfecta a todas las ilusiones y, por ende, a toda tentación. La idea de hoy lleva todas las imágenes que tú has forjado de ti mismo ante la verdad y te ayuda a seguir adelante en paz, sin agobios y seguro de tu propósito.

“Traer las imágenes que has forjado ante la verdad” es una admonición que todo estudiante debe recordar, ya que es la base para reconocer y llevar la oscuridad a la verdad y no lo opuesto. Es vital no hacer de ninguna lección una afirmación que meramente repetimos cada tanto tiempo durante el día, ya que de esta forma simplemente agregaríamos mas velos de oscuridad. El propósito es reconocer que podemos y debemos hacer una elección consciente entre la voz que miente [ego] o la voz de la verdad [Espíritu Santo o Jesús].

L-61 [5] Hoy se deben llevar a cabo tantas sesiones de práctica como sea posible, aunque no es necesario que ninguna exceda uno o dos minutos de duración. Debes empezar cada sesión de práctica diciéndote a ti mismo:
Yo soy la luz del mundo.
Ésa es mi única función.
Por eso es por lo que estoy aquí.
Piensa entonces en estas afirmaciones por unos breves momentos, preferiblemente con los ojos cerrados si las circunstancias lo permiten. Deja que te vengan a la mente unas cuantos pensamientos afines y, si observas que tu mente se aparta del tema central, repite la idea de hoy para tus adentros.

Jesús nos exhorta a que recordemos con frecuencia nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios. Nos insta a que no dejemos nuestra mente vagar. Nos recuerda que pensamientos afines a nuestra verdadera esencia espiritual, si los permitimos, llegaran desde nuestra mente-recta a nuestra consciencia y hablaran a favor de nuestra verdadera realidad en Dios.

L-61 [6] Asegúrate de comenzar y finalizar el día con una sesión de práctica. De este modo, te despertarás reconociendo la verdad acerca de ti mismo, la reforzarás a lo largo del día y te irás a dormir re-afirmando tu función y el único propósito que tienes aquí. Estas dos sesiones de práctica pueden ser más largas que las demás si te resultan útiles y deseas extenderlas.

La metodología de repetición que Jesús utiliza será consistente a lo largo de la práctica y aplicación de los preceptos de cada lección de corrección que realicemos. El dejar que los últimos pensamientos antes de dormir sean dedicados a la salvación ayudarán a que el Espíritu Santo los pueda traer de nuevo a nuestra consciencia al despertar.

L-61 [7] La idea de hoy va mucho más allá de la mezquina opinión que el ego tiene de ti y de tu propósito. Como portador de la salvación que eres, esto es obviamente necesario. Éste es el primero de una serie de pasos gigantescos que vamos a dar durante las próximas semanas.

El sistema de pensamiento del ego está basado en la culpa y la represión de la misma, esto da como resultado que no tengamos una buena opinión en relación con la verdad de nuestro Ser. El propósito del ego es separar y sentirse especial entre otras cosas, negando todo aquello que tenga que ver con Dios y su Reino. Estos “pasos gigantescos” serán avances vertiginosos que tendrán lugar en las próximas semanas, al aplicarnos a la practica diaria, representaran un salto quántico hacia la meta. Podremos de manera objetiva afirmar que cada día que se dedica a la verdad, tendrá un fruto inigualable, una alternativa al ego con tan solo pedirla.

L-61 [7] Trata de empezar hoy a sentar las bases para estos avances. Tú eres la luz del mundo. Dios ha edificado Su plan para la salvación de Su Hijo sobre ti.

Como podemos ver, Jesús claramente nos dice que estas primeras lecciones son las bases que debemos solidificar día a día para lograr el objetivo de la paz que llega con un aprendizaje honesto y constante.

Fuente: Kenneth Wapnick
Libro: Journey Through The Workbook

Traducción por Richard Ross

Meditación

Por el maestro Alan Wallace

Cómo meditar
El texto mostrado a continuación proviene del primer capítulo de Felicidad Genuina de Alan Wallace, y es una muy buena introducción a la meditación básica de la recolección de la respiración.

Relajación
Existen dos posturas que recomendaría para esta práctica: sentado o recostado. Generalmente, la postura óptima y la más recomendada es sentarse en un cojín con las piernas entrecruzadas. Si esto es demasiado incómodo, se puede usar una silla, con ambos pies descansando en el piso. Pero otra postura menos común es recostarse sobre la espalda, con los brazos estirados a los lados, las palmas hacia arriba, y la cabeza descansando sobre una almohada. Esta postura es especialmente útil si se tienen problemas de espalda o si nos encontramos cansados o enfermos.

Cualquiera que sea la postura que adoptes, deja que tu cuerpo descanse cómodamente, con la columna derecha pero no rígida. Relaja tus hombros, con los brazos libremente colgando a los lados. Deja que la gravedad tome el control. Ahora trae tu conciencia a tu cara. Lo mejor es que los ojos estén encapuchados por los párpados, pero sin estar completamente cerrados. Relaja los músculos de la cara, específicamente la quijada, las sienes, y la frente. Suaviza tus ojos. Deja que tu cara esté tan relajada como la de un bebé durmiendo. Entonces completa este proceso inicial de relajación tomando tres respiraciones lentas, profundas y gentiles a través de la nariz. Mientras inhalas, respira suavemente y profundamente hasta el abdomen. Como si llenaras una vasija con agua, siente cómo tu abdomen lentamente se llena y se expande, después respira hacia tu diafragma, y finalmente hacia el pecho. Después libera la respiración completamente, sin forzarla hacia afuera. Haz esto tres veces, manteniendo la conciencia en el cuerpo, especialmente notando las sensaciones de la inhalación y la exhalación. Siguiendo estas respiraciones profundas, regresa a la respiración normal y sin regulación. Permite que esta calidad de relajación corporal sea una expresión exterior de tu mente: deja que tu conciencia esté en calma, liberando todas tus preocupaciones; simplemente mantente presente en el aquí y el ahora.

Conforme inhalas y exhalas, dirige tu atención a las sensaciones táctiles del paso del aliento a las aperturas de las fosas nasales o sobre el labio superior. Toma un momento para localizar la sensación. Descansa tu atención en el lugar preciso en que sientas al aliento entrar y salir. De vez en vez, revisa que sigas respirando hasta el abdomen. Esto sucederá naturalmente si tu cuerpo está asentado, con la espalda derecha y tu vientre relajado y suave.

Quietud
A lo largo de cada sesión de meditación, deja que tu cuerpo esté tan quieto como sea posible, con un mínimo de agitación; mantente inmóvil como una montaña. Esto ayuda a traer la misma cualidad a la mente: una de quietud, donde tu atención es continua y enfocada.

Alerta
Incluso si te encuentras recostado, deja que tu postura refleje un sentido de alerta, no tan sólo cayendo en somnolencia. Si te encuentras sentado, ya sea en un cojín o en una silla, eleva tu esternón ligeramente, a la vez que mantienes el vientre suave y relajado. De este modo, respirarás de manera natural hacia el abdomen primero, y luego cuando la respiración se vuelva más profunda puede que sientas a tu diagrama y pecho expandiéndose a su vez. Siéntate en atención, sin encorvarte hacia adelante o inclinarte hacia un lado. Esta postura física también refuerza esta misma calidad de alerta mental.

Recolección de la respiración
Mantener una atención enfocada es vital para prácticamente todo lo que hacemos a lo largo del día, incluyendo trabajar, conducir, relacionarse con otros, disfrutar tiempos de recreación y entretenimiento, e involucrarse en alguna práctica espiritual. Por lo tanto, el tema para esta sesión es aprender a enfocar la atención. Cualquiera que sea tu nivel normal de atención (ya sea que usualmente te encuentres disperso o sereno) la calidad de tu atención puede ser mejorada, y esto trae consigo beneficios extraordinarios. En esta práctica, pasamos de un modo de conciencia compulsivamente conceptual y fragmentada a uno de simplicidad más profunda, trasladándonos hacia un rol de testigo u observador. Además de afinar la atención, esta meditación mejorará tu salud,  refinará tu sistema nervioso, te permitirá dormir mejor y aumentará tu balance emocional. Este es un modo diferente de utilizar nuestras mentes, y que mejora con la práctica. El método específico que seguiremos es el cultivo de la recolección de la respiración.

Por hábito, los pensamientos están destinados a entrometerse. Cuando lleguen, sólo libéralos mientras exhalas, sin identificarte con ellos, sin responder emocionalmente a ellos. Observa a los pensamientos surgir, pasar frente a ti, y luego desvanecerse. Entonces descansa tu atención en un sentido de reposo, no embotado ni perezoso, pero cómodo. Por el momento, si todo lo que puedes lograr en una ghatika, o veinticuatro minutos, es traer un sentido de relajación mental, está perfecto. Mantén tu atención justo donde notes las sensaciones de la inhalación y la exhalación.

Mantén recolección de tu respiración tan continuamente como puedas. El término recolección en este contexto se refiere a la facultad de enfocarse continuamente en un objeto elegido y familiar sin distracción. En Tibetano y Sánscrito, la palabra traducida como recolección también significa recordar. Entonces el cultivo de la recolección significa mantener un flujo ininterrumpido de recordar, recordar, recordar. No involucra ningún comentario interior. Simplemente estás recordando el atender al flujo de sensaciones táctiles de la inhalación y la exhalación. La clase de conciencia que estás cultivando aquí es un tipo de atención desnuda, un simple atestiguar, sin análisis mental ni elaboración conceptual. Además de sostener la recolección, es crucial aplicar la introspección intermitentemente a lo largo de la sesión. Esto no significa pensar sobre ti. En cambio, es el monitoreo interno de tu estado mental. Por medio de la introspección, mirando en el interior, puedes determinar si tu atención se ha retirado de la respiración y deambulado a sonidos, otras sensaciones en tu cuerpo, o pensamientos vagantes, recuerdos, o anticipaciones sobre el futuro. La introspección implica control de calidad, monitorear los procesos de tanto la mente como el cuerpo. De vez en vez, observa si se ha acumulado algo de tensión alrededor de tus ojos o tu frente. De ser así, libérala. Deja que tu cara se suavice y relaje. Después dedica unos minutos a observar si puedes dividir tu atención mientras permaneces relajado. Mantente atento de tu respiración, pero también sé consciente de cómo está operando tu mente.

Permíteme enfatizar que ésta no es una técnica de concentración en el sentido occidental. No estamos ejerciendo presión con un esfuerzo enfocado y tenso. Es esencial mantener un sentido de relajación tanto mental como físico, y de ahí partir a gradualmente aumentar la estabilidad y después la viveza de la atención. Esto implica una clase espaciosa de conciencia, y dentro de esa espaciosidad, un sentido de apertura y tranquilidad; la atención plena llega a descansar en la respiración, como una mano tendida gentilmente sobre la cabeza de un niño. A medida que la viveza de la atención se incrementa, notarás sensaciones incluso entre respiraciones. Conforme la turbulencia de la mente disminuye, encontrarás que puedes simplemente atender a las sensaciones táctiles del aliento, en vez de tus pensamientos sobre él.

Ahora presentaré una técnica que puede que encuentres útil en alguna ocasión, un simple mecanismo de conteo que, hecho con precisión, puede brindar mayor estabilidad y continuidad a tu atención. Una vez más, con un sentido lujoso de calma y dándole un descanso a tu mente sobrecargada y sobreexcitada, coloca tu atención en las sensaciones táctiles de la respiración. Después de exhalar, justo cuando la siguiente inhalación comienza, cuenta mentalmente “uno”. Manteniendo una postura erguida, con el pecho elevado para que el aliento entre de vuelta sin esfuerzo, inhala y sigue las sensaciones táctiles de tu respiración, dejando que tu mente conceptual descanse. Ahora experimenta el maravilloso sentido de frescura mientras el aliento es liberado completamente, hasta llegar al siguiente momento de cambio. Cultiva una “mente de teflón”, una mente a la que nada se le pega, que no se aferra a los pensamientos sobre el presente, pasado o futuro. De esta manera, cuenta del uno al diez. Puedes después volver a contar hasta diez, o continuar contando desde el diez hasta números mayores. Ésta es una práctica de simplificar en vez de suprimir a la mente discursiva. Estás reduciendo la actividad mental a sólo contar, tomando unas vacaciones de los pensamientos compulsivos a lo largo del ciclo entero de la respiración. Practica por varios minutos antes de finalizar la sesión.

Al finalizar cualquier esfuerzo digno de una manera significativa, los budistas dedican el mérito. Algo se ha formado en nuestros corazones y mentes por aplicarnos a esta sana actividad. Después de completar una sesión de meditación, puede que quieras morar por un minuto a dedicar el mérito de tu práctica, para que desemboque en la realización de lo que sea que encuentres más significativo para ti y para los demás. Con intención y atención, esa bondad puede ser dirigida a donde queramos.