Teoria

Introducción

A diferencia de la mayor parte de los sistemas de pensamiento, Un Curso de Milagros no se desarrolla en una forma verdaderamente lineal en la cual su estructura teórica se edifica sobre ideas que se tornan cada vez más complejas. Por el contrario, el desarrollo del Curso es más bien circular, al tratar sus temas sinfónicamente: los introduce, los deja a un lado, los reintroduce, y los desarrolla. Esto da por resultado una entrelazada matriz en la cual cada parte es integral y esencial para el todo, mientras que implícitamente contiene ese todo en sí misma.

Esta estructura establece un proceso de aprendizaje en vez de simplemente exponer un sistema teórico. El proceso se asemeja a la ascensión por una escalera en forma de espiral. El lector es conducido en un patrón circular, en el que cada revolución lo lleva más arriba hasta alcanzar la cima, la cual va a dar a Dios. De ese modo, el mismo material se repite consistentemente, no sólo en el Curso como sistema de pensamiento sino también en las oportunidades de aprendizaje de nuestras vidas personales. Cada revolución, por decirlo así, nos acerca más a nuestra meta espiritual. Los dos párrafos finales del primer capítulo del texto enfatizan particularmente este impacto acumulativo del proceso de aprendizaje del Curso.

T-1.VII.4.1 Éste es un curso de entrenamiento mental. Todo aprendizaje requiere atención y estudio en algún nivel. Algunas de las secciones posteriores de este curso se basan en tan gran medida en estas primeras secciones, que es necesario un estudio muy detallado de las mismas. A medida que estudies estas primeras secciones, no obstante, comenzarás a percatarte de algunas de las conexiones que más adelante se ampliarán.

A través del estudio cuidadoso del texto, conjuntamente con la práctica que provee el libro de ejercicios, el estudiante se prepara gradualmente para las experiencias más profundas de Dios hacia las cuales les apunta Un Curso de Milagros. El dominio intelectual de su sistema de pensamiento no sera suficiente para provocar la transformación perceptual y empirica que constituye la finalidad del Curso.

Este Glosario-Índice se preparo como una guia para estudiantes de Un Curso de Milagros. No es un sustituto para el trabajo que debe realizarse con el material en si. Mas bien, tiene como proposito servir de ayuda en el estudio y comprensión del sistema de pensamiento del Curso.

Este libro esta dividido en dos partes:

La primera, Teoría, resume brevemente el sistema teórico del Curso, en el que se hace una presentación de las interrelaciones entre los términos mas importantes que se han de definir. Estas palabras aparecen en <<negrita>>. A este resumen le sigue un listado en orden alfabetico de estos términos y de otros adicionales, el cual consiste de cinco divisiones: Mentalidad-Uno, Uno, mentalidad errada, mentalidad correcta, términos relacionados, y simbolos. Algunos términos, dicho sea de paso, aparecen en mas de un listado.

Parte II, el Glosario-Indice, presenta todos los términos en orden alfabetico. Cada uno se define de acuerdo con su uso en el Curso. Algunas palabras, especialmente las correspondientes a la Mentalidad-uno, no tienen un significado preciso en este mundo porque aqui solo podemos aproximarnos a sus definiciones.

Como dice Un Curso de Milagros: "las palabras no son mas que simbolos de simbolos. Por lo tanto, estan doblemente alejadas de la realidad" (M-21.1:9-10).

Debe tenerse en cuenta que muchos de los términos tienen diferentes significados o connotaciones fuera del Curso, y estos no deben confundirse con el uso que hace el Curso de los mismos. Es mas, algunas palabras tienen diferentes usos en El Curso de Milagros en si, para reflejar el conocimiento o la percepción (e.g., extensión), mentalidad correcta o errada (e.g., negación).

A la definición le sigue un selecto indice con subtitulos que corresponden a las paginas principales del texto, del libro de ejercicios, del manual y de los dos folletos Psicoterapia: Proposito, Proceso y Practica y El Canto de Oración donde los términos se discuten mas signiticativamente. Las mas importantes de estas referencias aparecen en <<negrita>>. A diferencia de una concordancia, aqui no se anotan todas las referencias de un término. En general, solo hay un subtitulo para cada pasaje incluido en el indice; sin embargo, se incluyen multiples subtitulos cuando estos son part particularmente importantes en ese pasaje. Ocasionalmente se hace referencia a un término cuando se describe, aunque no se mencione el término en si; e.g., la referencia a la proyección en el manual, M-17.5-7, se anota bajo el subtitulo culpa. En este libro se sigue la capitalización que se utiliza en el Curso.

Asi pues, Las Personas de la Trinidad Dios, Cristo (El Hijo de Dios), Espiritu Santo siempre se escriben con mayusculas, al igual que los pronombres que se refieren a Ellos. Los pronombres que se refieren al Hijo de Dios en su estado de separación aparecen en letra minuscula. Las palabras directarnente relacionadas con la "Trinidad, tales como Amor, Voluntad, Cielo, etc., se escriben con mayusculas, aunque no sus pronombres.

Teoría

Un Curso en Milagros distingue entre dos mundos: Dios y el ego, conocimiento y percepción, verdad e ilusión. Estrictamente hablando, cada aspecto del mundo perceptual de la post-separación refleja al ego. Sin embargo, el Curso subdivide aún más el mundo de la percepción entre mentalidad errada y mentalidad correcta. Dentro de esta estructura el Curso casi siempre utiliza la palabra “ego” para denotar la mentalidad errada, mientras que la mentalidad correcta pertenece al dominio del Espíritu Santo, Quien enseña el perdón, como la corrección al ego. Así pues, podemos hablar de tres sistemas de pensamiento: Mentalidad—uno, que pertenece al conocimientomentalidad errada y mentalidad correcta, las cuales reflejan el mundo de la percepción. Nuestra discusión seguirá esta visión tripartita de la mente.

La gráfica—(ver gráfica mas abajo)—resume la descripción que el Curso hace de la mente. Esta gráfica debe examinarse conjuntamente con las siguientes referencias tomadas del Curso las caules tratan sobre la relación del espíritu con mente, del espíritu con ego, y los tres niveles de la mente:

T-1.V.5
T-3.IV.2-6
T-4.I.2-3
T-7.IX.1-4
L-pI.96.3-5
C-1
Texto / T-1.V.5.1 / Plenitud y espíritu 
T-1.V.5.1 Todo lo que es verdadero es eterno y no puede cambiar ni ser cambiado. El espíritu es, por lo tanto, inalterable porque ya es perfecto, pero la mente puede elegir a quién desea servir. El único límite en su elección es que no puede servir a dos amos. La mente, si así lo elige, puede convertirse en el medio a través del cual el espíritu crea en conformidad con su propia creación. De no elegir eso libremente, retiene su potencial creativo, pero se somete a un control tiránico en lugar de a uno Autoritativo. Como resultado de ello aprisiona, pues tales son los dictados de los tiranos. Cambiar de mentalidad significa poner tu mente a disposición de la verdadera Autoridad.
Texto / T-3.IV.2-6 / El error y el ego
T-3.IV.2 La conciencia el nivel de la percepción fue la primera división que se introdujo en la mente después de la creencia en la separación, convirtiendo a la mente de esta manera en un instrumento preceptor en vez de en un instrumento creador. La conciencia ha sido correctamente identificada como perteneciente al ámbito del ego. El ego es un intento erróneo de la mente de percibirte tal como deseas ser, en vez de como realmente eres. Sin embargo, sólo te puedes conocer a ti mismo como realmente eres, ya que de eso es de lo único que puedes estar seguro. Todo lo demás es cuestionable.
T-3.IV.3 El ego es el aspecto inquisitivo del ser (ser-falso) que surgió después de la separación, el cual fue fabricado en vez de creado. Es capaz de hacer preguntas, pero no de percibir respuestas significativas, ya que éstas entrañan conocimiento y no se pueden percibir. La mente está, por consiguiente, confusa porque sólo la Mentalidad-Uno está exenta de confusión. Una mente separada o dividida no puede sino estar confundida. Tiene necesariamente que sentirse incierta acerca de lo que es. Y no puede sino estar en conflicto, puesto que está en desacuerdo consigo misma. Esto hace que sus aspectos sean extraños entre sí, y ésta es la esencia de la condición propensa al miedo en la que el ataque siempre tiene cabida. Tal como te percibes tienes todas las razones del mundo para sentirte atemorizado. De ahí que no te puedas liberar del miedo hasta que no te des cuenta, no sólo de que no te creaste a ti mismo, sino de que tampoco habrías podido hacerlo. Nunca podrás hacer que tus percepciones falsas sean verdaderas, y tu creación no se ve afectada en modo alguno por tu error. Por eso es por lo que, en última instancia, tienes que optar por subsanar la separación.
T-3.IV.4 No se debe confundir a la mente que goza de conocimiento con la mentalidad recta, ya que sólo esta última está vinculada a la percepción verdadera. Puedes tener una mentalidad recta o una mentalidad errada, y aun esto es cuestión de grados, lo cual demuestra claramente que ninguna de ellas tiene nada que ver con el conocimiento. El término “mentalidad-recta” se debe entender como aquello que corrige la “mentalidad errada”, y se refiere al estado mental que induce a una percepción fidedigna. Es un estado de mentalidad milagrosa porque sana la percepción errónea, lo cual es ciertamente un milagro en vista de como te percibes a ti mismo.
T-3.IV.5 La percepción siempre entraña algún uso inadecuado de la mente, puesto que la lleva a áreas de incertidumbre. La mente es muy activa. Cuando elige estar separada, elige percibir. Hasta ese momento su voluntad es únicamente gozar de conocimiento. Una vez que ha elegido percibir, no puede sino elegir ambiguamente, y la única forma de escaparse de la ambigüedad es mediante una percepción clara. La mente retorna a su verdadera función únicamente cuando su voluntad es gozar de conocimiento. Esto la pone al servicio del espíritu, donde la percepción cambia. La mente elige dividirse a sí misma cuando elige inventar sus propios niveles. Pero no puede separarse completamente del espíritu, ya que de éste es de donde deriva todo su poder para fabricar o para crear. Aun en la creación falsa la mente está afirmando su origen, pues, de otro modo, simplemente dejaría de existir. Esto último, no obstante, es imposible, ya que la mente le pertenece al espíritu que Dios creó, y que, por lo tanto, es eterno.
T-3.IV.6 La capacidad de percibir hizo que el cuerpo fuese posible, ya que tienes que percibir algo y percibirlo con algo. Por eso es por lo que la percepción siempre entraña un intercambio o interpretación que el conocimiento no requiere. La función interpretativa de la percepción, que es una forma de creación distorsionada, te permitió entonces llegar a la conclusión de que tú eres tu cuerpo, en un intento de escapar del conflicto que tú mismo habías provocado. El espíritu, que goza de absoluto conocimiento, no pudo avenirse a esta pérdida de poder, ya que es incapaz de albergar oscuridad. Esto hizo que el espíritu fuese casi inaccesible a la mente y completamente inaccesible al cuerpo. A partir de ahí, se percibió al espíritu como una amenaza, puesto que la luz disipa la oscuridad al mostrarte simplemente que ésta no se encuentra ahí. La verdad siempre prevalecerá sobre el error de este modo. No puede ser éste un proceso activo de corrección porque, como ya he puesto de relieve, el conocimiento no hace nada. Puede ser percibido como un agresor, pero no puede atacar. Lo que tú percibes como su ataque es tu propio vago reconocimiento de que el conocimiento siempre se puede recordar, al no haber sido jamás destruido.
Texto / T-4.I.2-3 / La enseñanza y el aprendizaje correctos
T-4.I.2.1 Muchos montan guardia en torno a sus ideas porque quieren conservar sus sistemas de pensamiento intactos, y aprender significa cambiar. Los que creen estar separados siempre temen cambiar porque no pueden concebir que los cambios sean un paso hacia adelante en el proceso de subsanar la separación. Siempre los perciben como un paso hacia una mayor separación, debido a que la separación fue su primera experiencia de cambio. Crees que si no permites ningún cambio en tu ego alcanzarás la paz. Esta marcada confusión sólo puede tener lugar si sostienes que un mismo sistema de pensamiento puede erigirse sobre dos cimientos distintos. Nada puede llegar al espíritu desde el ego, ni nada puede llegar al ego desde el espíritu. El espíritu no puede ni reforzar al ego, ni aminorar el conflicto interno de éste. El ego en sí es una contradicción. Tu falso ser y el Ser de Dios están en oposición. Y lo están con respecto a sus orígenes, rumbos y desenlaces. Son fundamentalmente irreconciliables porque el espíritu no puede percibir y el ego no puede gozar de conocimiento. No están, por lo tanto, en comunicación, ni jamás lo podrán estar. El ego, sin embargo, puede aprender, aún cuando su hacedor esté desencaminado. Este, no obstante, no puede hacer que lo que fue infundido con vida sea completamente exánime.

T-4.I.3.1 El espíritu no tiene necesidad de que se le enseñe nada, pero el ego sí. El proceso de aprender se percibe, en última instancia, como algo aterrador porque conduce, no a la destrucción del ego, sino al abandono de éste a la luz del espíritu. Éste es el cambio que el ego no puede sino temer, puesto que no comparte mi caridad. La lección que yo tuve que aprender es la misma que tú tienes que aprender ahora, y puesto que la aprendí, puedo enseñártela. Nunca atacaré a tu ego, si bien estoy tratando de enseñarte cómo surgió su sistema de pensamiento. Cuando te recuerdo tu verdadera creación, tu ego no puede por menos que reaccionar con miedo.
Texto / T-7.IX.1-4 / La extensión del reino
T-7.IX.1 Sólo tú puedes limitar tu poder creativo, aunque la voluntad de Dios es liberarlo. No es Su voluntad que te prives a ti mismo de tus creaciones, de la misma manera en que tampoco es Su voluntad privarse a Sí Mismo de las Suyas. ¡No prives a la Filiación de tus regalos o te privarás a ti mismo de Dios! El Egoísmo es cosa del ego, pero la plenitud del Ser pertenece al ámbito del espíritu porque así es como Dios lo creó. El espíritu Santo mora en la parte de la mente que yace entre el ego y el espíritu, mediando siempre entre ellos en favor del espíritu. Para el ego eso es ser parcial, y reacciona como si algo estuviese contra él. Para el espíritu eso es la verdad porque el espíritu conoce su propia llenura y no puede concebir que haya alguna parte de la que él esté excluido.
T-7.IX.2  El espíritu sabe que la conciencia de todos sus hermanos está incluida en su propia conciencia, tal como está incluida en Dios. El poder de toda la Filiación y de su creador es, por lo tanto, la propia llenura del espíritu, que hace que sus creaciones sean igualmente plenas e igualmente perfectas. El ego no puede prevalecer contra una totalidad que incluye a Dios, y toda totalidad tiene que incluir a Dios. Dios le da todo Su poder a todo lo que Él creó porque ello forma parte de Él y comparte Su Ser con Él. Crear es lo opuesto a perder, tal como la bendición es lo opuesto al sacrificio. El Ser tiene que ser extendido. Así es como conserva el conocimiento de sí mismo. El espíritu anhela compartir su Ser tal como su creador lo compartió. Puesto que el espíritu fue creado como resultado de un acto de compartir, su voluntad es crear. No desea limitar a Dios, sino que su voluntad es extender Su Ser.
T-7.IX.3 Extender el Ser de Dios es la única función del espíritu. Su llenura no puede ser contenida, de la misma manera en que la llenura de su creador no se puede contener. La llenura es extensión. El sistema de pensamiento del ego obstaculiza la extensión, y así, obstaculiza tu única función. Obstaculiza, por lo tanto, el fluir de tu gozo, y, como resultado de ello, te sientes insatisfecho: A menos que crees, estarás insatisfecho, pero Dios no conoce la insatisfacción, por lo tanto, no puedes por menos que crear. Puede que no conozcas tus propias creaciones, pero eso no puede afectar su realidad, de la misma forma en que ser inconsciente de tu espíritu no afecta en modo alguno su ser.
T-7.IX.4  El Reino se extiende para siempre porque está en la mente de Dios. No conoces tu propio gozo porque no conoces la plenitud de tu propio Ser. Excluye cualquier parte del Reino y no podrás gozar de plenitud. Una mente dividida no puede percibir su llenura, y necesita que el milagro de su plenitud alboree en ella y la cure. Esto vuelve a despertar la plenitud en dicha mente; y al aceptar dicha plenitud se reincorpora al Reino. Cuando aprecias por completo la llenura de Ser de tu mente, el Egoísmo se vuelve imposible y la extensión inevitable. Por eso es por lo que el Reino goza de perfecta paz. El espíritu está cumpliendo su función, y sólo el pleno cumplimiento produce paz.

Libro de Ejercicios / Lección 96

L-pI.96.3 Los problemas que no tienen sentido no se pueden resolver dentro del marco en que se han planteado. Dos seres en conflicto supone una condición que no se puede resolver, y no puede haber tampoco un punto de encuentro entre el bien y el mal. El ser que tú fabricaste jamás podrá ser tu Ser, ni tampoco puede tu Ser dividirse en dos y seguir siendo lo que es y lo que no puede sino ser eternamente. Una mente y un cuerpo no pueden ambos coexistir. No trates de reconciliarlos, pues cada uno de ellos niega que el otro sea real. Si eres lo físico, tu mente desaparece del concepto que tienes de ti mismo, pues no tiene un lugar en el que realmente pueda ser parte de ti. Si eres espíritu, el cuerpo es entonces el que no tiene ningún sentido en tu realidad.
L-pI.96.4 La mente es el medio del que el espíritu se vale para expresarse a Sí Mismo. Y la mente que sirve al espíritu está en paz y llena de gozo. Deriva su poder del espíritu y desempeña gustosamente su función aquí. La mente puede, por otro lado, verse también a sí misma como divorciada del espíritu y percibirse como dentro de un cuerpo al que confunde consigo misma. Sin su función, pues, no tiene paz, y la felicidad se vuelve algo ajeno a su pensamiento.

L-pI.96.5 Mas una mente separada del espíritu no puede pensar. Ha negado la Fuente de su fortaleza, y se considera a sí misma desvalida, limitada y débil. Desasociada ahora de su función, cree estar sola y separada, atacada por ejércitos que se organizan contra ella; cree asimismo estar oculta en la frágil estructura del cuerpo. Ahora tiene que reconciliar lo que es diferente con lo que es lo mismo, pues para eso es para lo que piensa que es.
Clarificación de Términos
1. Mente - Espíritu
C-1.1 El término mente se utiliza para representar el principio activo del espíritu, el cual le suministra a éste su energía creativa. Cuando el término va con mayúscula, se refiere a Dios o a Cristo (es decir, a la Mente de Dios o a la Mente de Cristo). El espíritu es el Pensamiento de Dios que Él creó semejante a Sí Mismo. El espíritu unificado es el único Hijo de Dios, o Cristo.

C-1.2 En este mundo, puesto que la mente está dividida, los Hijos de Dios parecen estar separados. Sus mentes, asimismo, no parecen estar unidas. En ese estado ilusorio, el concepto de una "mente individual" parece tener sentido. En el curso, por lo tanto, se describe a la mente como si consistiera de dos partes: el espíritu y el ego.

C-1.3 El espíritu es la parte que aún se mantiene en contacto con Dios a través del Espíritu Santo, Quien, aunque mora en esa parte, también ve la otra. No se usa el término "alma" excepto en citas directas de la Biblia, por ser un término sumamente polémico. En cualquier caso, sería un equivalente de "espíritu", entendiéndose que, al formar parte del ámbito de Dios, es eterna y nunca nació.

C-1.4 La otra parte de la mente es completamente ilusoria y sólo teje ilusiones. El espíritu conserva su potencial creativo, pero su Voluntad, que es la de Dios, parecerá estar cautiva mientras la mente no esté unificada. La creación continúa imperturbable porque ésa es la Voluntad de Dios. Dicha Voluntad está siempre unificada, y, por lo tanto, no tiene significado en este mundo. No tiene grados ni opuestos.

C-1.5 La mente puede gozar de rectitud o estar errada, dependiendo de la voz que escuche. La mentalidad recta escucha al Espíritu Santo, perdona al mundo, y en su lugar ve el mundo real a través de la visión de Cristo. Ésta es la visión final, la última percepción, la condición en la que Dios Mismo da el paso final. Ahí, al tiempo y a lo ilusorio les llega su fin.

C-1.6. La mentalidad errada escucha al ego y teje ilusiones; percibe el pecado, justifica la ira, y considera que la culpabilidad, la enfermedad y la muerte son reales. Tanto este mundo como el mundo real son ilusorios, pues la mentalidad recta simplemente pasa por alto o perdona lo que nunca ocurrió. Por lo tanto, la mentalidad recta no es la Mentalidad-Uno de la Mente de Cristo, Cuya Voluntad es una con la de Dios.

C-1.7. La única libertad que aún nos queda en este mundo es la libertad de elegir, y la elección es siempre entre dos alternativas o dos voces. La Voluntad no está involucrada en la percepción a ningún nivel, y no tiene nada que ver con el proceso de elegir. La conciencia es el mecanismo receptor, el cual recibe mensajes tanto del plano superior como del inferior, del Espíritu Santo o del ego. La conciencia tiene niveles y puede cambiar drásticamente de uno a otro, pero no puede trascender el dominio de lo perceptual. En su nivel más elevado, se vuelve consciente del mundo real, y puede ser entrenada para hacer eso cada vez con mayor frecuencia. Sin embargo, el hecho mismo de que tenga niveles y de que pueda ser entrenada demuestra que no puede alcanzar el conocimiento.


Un Curso de Milagros, por lo tanto, está escrito en dos niveles, los cuales reflejan dos divisiones básicas: El primer nivel presenta la diferencia entre la Mente-uno y la mente separada, mientras que el segundo nivel contrasta la mentalidad errada con la mentalidad correcta, que son parte de la mente separada. En este primer nivel, por ejemplo, el mundo y el cuerpo son ilusiones fabricadas por el ego, y por consiguiente, simbolizan la separación. El segundo nivel se relaciona con este mundo donde creemos que estamos. Aquí, el mundo y el cuerpo son neutrales y pueden servir a uno de dos propósitos. Para la mente errada del ego, estos son instrumentos para reforzar la idea de separación; para la mente recta del Espíritu Santo, son los mecanismos de enseñanza a través de los cuales aprendemos Sus lecciones de perdón. En este nivel, las ilusiones se refieren a las falsas percepciones del ego; e.g., ver ataque en lugar de un pedido de amor; ver pecado en vez de error. 

Así pues el Curso se concentra en nuestros pensamientos, no en las manifestaciones externas las cuales son proyecciones de estos pensamientos. Como dice el Curso “Este es un Curso acerca de causas y no de efectos” (T-21.VII.7:8). Se nos exhorta a que no tratemos de cambiar el mundo (efecto), sino de cambiar de mentalidad (causa) acerca del mundo (T-21.in.1:7). Cuando la Lección 193 afirma “Perdona y esto desaparecerá" (L-pI.193.13.3), lo que se quiere decir es que nuestra percepción del problema y de cualquier dolor que proceda de esta percepción desaparecerá, aunque no necesariamente la expresión física del problema. 

Por ejemplo, si la lluvia amenaza los planes que nos hemos propuesto y eso nos produce perturbación o desengaño, no debemos orar para pedir que salga el sol, sino más bien debemos debemos orar por ayuda para mirar el tiempo inclemente como una opurtunidad que hemos elegido para aprender una lección de perdón que el Espíritu Santo puede enseñarnos.

Esto no significa que neguemos que el ego puede hacer o afectar el mundo fisico. Sin embargo, como este mundo fisico es inherentemente ilusorio, resultado de nuestros pensamientos, el enfasis del Curso es en la corrección de estos pensamientos equivocados o distorsionados, los cuales son siempre la verdadera fuente de cualquier problema. Esta corrección permite entonces que el Amor del Espíritu Santo dirija nuestra conducta en el mundo. 

Mentalidad-uno 

La Mentalidad-uno de Cristo es el mundo del Cielo o del conocimiento: el mundo de la pre-separación de espiritu, amor, verdad, eternidad, infinitud, y realidad, donde la unidad de la creación de Dios—la suma de todos Sus Pensamientos—permanece intacta. Es el estado natural de comunicacion directa con Dios y Su creación que existia antes de que la mente del Hijo de Dios pensara en la separación. En este estado, se mantiene la perfecta union de la Trinidad. La Trinidad consiste de: 1) Dios, el Padre, 2) Su Hijo, Cristo, nuestro verdadero Ser; y el Espíritu Santo, la Voz que habla por Dios. Dentro de la Segunda Persona de la Trinidad se incluyen nuestras creaciones, las extensiones de nuestro Ser o espiritu. La Segunda Persona de la Trinidad no se identifica exclusivamente con Jesus, quien es parte de Cristo, igual que todos nosotros. 

Mentalidad errada 

El ego consiste de tres conceptos fundamentales: pecado—la creencia de que nos hemos separado de Dios; culpa—la experiencia de haber pecado, de haber hecho algo malo, lo cual emana de nuestra creencia de que hemos atacado a Dios y hemos usurpado Su papel como Primera Causa, convirtiéndonos en nuestra propia primera causa; miedo—la emoción que inevitablemente se deriva de la culpa, y que procede de nuestra creencia en el pecado y se fundamenta en nuestro pensamiento de que merecemos ser castigados por el dios de venganza fabricado por el ego. 

Para asegurar su supervivencia, el ego continuamente atrae la culpa hacia sí mismo, puesto que la culpa comprueba la realidad del pecado y fue éste lo que le dio origen al ego. Una vez que ha establecido que la culpa es real, el ego nos enseña que jamás debemos acercarnos a ésta o mirarla siquiera, porque si lo hacemos seremos destruidos por un dios airado y vengativo—un dios que el ego fabricó, en efecto, para satisfacer su proposito—dispuesto a castigarnos por haber pecado en contra suya, si no, seremos aniquilados en el olvido de nuestra propia nada. Este miedo mantiene intactos la culpa y el pecado, pues al no verlos como decisiones de nuestras mentes, jamás podemos cambiar nuestra creencia en ellos.

Abandonados con la ansiedad y el terror causados por el miedo a Dios, nuestro unico recurso es acudir al ego en busca de ayuda, puesto que Dios se ha convertido en nuestro enemigo. El plan que utiliza el ego para salvarnos de la culpa tiene dos partes: la primera es la negación, mediante la cual apartamos la culpa de nuestra consciencia, con la esperanza de que al no ver el problerna este desaparecerá. La segunda parte nos exhorta a que después de negar la culpa, la proyectemos sobre otra persona, esperando que nos liberaremos de ella mágicamente al ubicarla fuera de nosotros. 

La proyección tiene dos formas principales: las relaciones de odio especial y las relaciones de amor especial. En las relaciones de odio especial el odio a si mismo o la culpa se transfiere a los demas haciendolos responsables de la miseria que sentimos. Nuestra ira o ataque procura justificar la proyección, al reforzar la culpa de los demas por los pecados nuestros que hemos proyectado sobre ellos. Las relaciones de amor especial tienen la misma finalidad de proyectar culpa, aunque la forma difiere grandemente. Nuestra culpa nos enseña a que estamos vacios, insatisfechos, incompletos y necesitados, todos ellos aspectos del principio de escasez. Al creer que esta carencia jamás puede corregirse, buscamos fuera de nosotros aquellas personas que puedan completarnos. El amor especial, pues, asume esta forma: tengo ciertas necesidades especiales que Dios no puede satisfacer, pero tu, una persona especial con atributos especiales, las puedes llenar para mi. Cuando lo hagas, to amaré. Si no lo haces, mi amor se convertirá en odio. 

El mundo del ego se divide así entre enemigos (odio especial) o salvadores-ídolos (amor especial), y la verdadera Identidad de Cristo en los demás se obscurece. El juicio, basado siempre en el pasado más bien que en la aceptación del presente, es el principio orientador del ego. Por medio de las relaciones especiales el ego mantiene su existencia al perpetuar la culpa, puesto que utilizar a otros para que satisfagan nuestras necesidades constituye un ataque, y el ataque en la forma que sea refuerza la culpa. Esto pone en marcha el ciclo culpa-ataque, en el que a mayor culpa, mayor es la necesidad de proyectarla y de atacar a otros por medio de relaciones especiales, lo cual simplemente mente incrementa la culpa, y aumenta la necesidad de proyectarla. 

La mentalidad errada del ego es un sueño de separación, muy claramente expresado en el mundo físico que se fabricó como "un ataque que a Dios" (L-pll.3.2: I). La existencia del cuerpo es una existencia de enfermedad, sufrimiento, y muerte, lo cual da testimonio de la aparente realidad del cuerpo en comparación con el espíritu, el cual jamás puede sufrir dolor o morir. La crucifixión es el simbolo que utiliza el Curso, para referirse al ego y para representar la creencia en el ataque y el sacrificio, donde la ganancia de uno se convierte en la perdida de otro. Todos los aspectos del mundo separado son ilusiones, puesto que lo que es de Dios jamás puede separarse de El, y por consiguiente lo que parece estar separado de Dios no puede ser real. Esto está expresado en el principio del Curso de que "las ideas no abandonan donan su fuente": somos una Idea (o Pensamiento) en la Mente de Dios la cual jamás abandonó su Fuente. 

Mentalidad correcta 

La Respuesta de Dios a la separación es el Espíritu Santo, y Su plan para deshacer el ego se llama Expiación. Un Curso de Milagros utiliza muchos terminos que reflejan el plan del Espíritu Santo, y cada uno es un virtual sinónimo del otro. Estos incluyen: milagro, perdón, salvación, curación, mundo real, percepción verdadera, visión, rostro (faz) de Cristo, razón, justicia, instante santo, relación santa, función, sueño feliz, Segundo (Advenimiento), Palabra de Dios, Juicio Final, resurrección, redención, corrección, despertar, y deshacimiento. 

Estos términos, por pertenecer al mundo separado de la percepción, se refieren al proceso, (el milagro) que corrige nuestras percepciones equivocadas, al dejar de escuchar la voz de pecado, culpa y miedo del ego, para escuchar la Voz de perdón del Espiritu Santo. De esta manera, las relaciones especiales o profanas se tornan santas. Sin estas relaciones no habria manera alguna de liberarnos de la culpa que el ego nos ha enserado a sepultar por medio de la negación, y a retener a traves de la proyección. El Espiritu Santo le vira la tortilla al ego al convertir el proposito del ego de proyectar en una oportunidad para mirar en el otro esta culpa que hemos negado, y de ese modo nos la regresa, lo cual nos permite al fin cambiar de idea sobre la misma. 

Si bien la practica del perdón, o el deshacimiento de la culpa, generalmente se experimenta como un proceso complejo y a largo plazo, puede entenderse esencialmente como un proceso que consta de tres pasos (ver abajo)(e.g., T-5.V11.6; L-pl.23.5; L-pl.70.1-4; L-pl. 196.7-11).

(1) El primer paso invierte la proyección al percatarnos de que la culpa no esta en el otro sino en nosotros mismos. (2) Segundo, ahora que se ha traido la culpa ante nuestra atención y que reconocemos que su Puente esta en nosotros, deshacemos esta decisión al elegir vernos a nosotros mismos corno los inocentes Hijos de Dios, en vez de vernos como los culpables hijos del ego. Estos dos pasos son nuestra responsabilidad, el paso final (3) tercer paso: le corresponde al Espiritu Santo, Quien puede liberarnos de esa culpa ahora que se la hernos entregado a EI, al mirarla con Su Amor junto a nosotros, y por consiguiente, sin juicio y sin culpa. Este mirar sin emitir juicio alguno, con una arnorosa sonrisa, es el signilicado del perdón. Al utilizar el libro de ejercicios como nuestro guia, eventualmente nos adiestramos para escuchar la Voz del Espiritu Santo, y aprendemos que todas las cosas son oportunidades para aprender a perdonar (L-pl.193).

Ilustrativas de este proceso-aspecto del perdón son las referencias que aparecen bajo periodos de inestabilidad y traer la oscuridad (ilusiones) a la luz (verdad) asi como la Lección 284. Estas reflejan la casi inevitable dificultad que surge cuando uno comienza a tomar seriamente las lecciones del Espiritu Santo, y permite que la culpa tan profundamente negada comience a emerger en la consciencia. 

Cuando nuestra culpa se deshaga finalmente, puesto que nuestra mentalidad correcta habra corregido nuestra mentalidad errada, el puente que conduce al mundo real se habra completado. La memoria de Dios alboreara en nuestras mentes, puesto que todas las interferencias a la misma se han eliminado, y contemplamos la faz de Cristo en todas las personas. Este mundo de ilusión y de separación llega a su fin cuando Dios da el paso final, y se inclina y nos alza hacia Si Mismo. Restituidos a la Mentalidad-uno de Cristo, "estamos en casa, donde... [Dios] quiere que estemos" (T-3I.VIII.12:8). 

T-5.V11.6; L-pl.23.5; L-pl.70.1-4; L-pl. 196.7-11
L-pI.193; L-pII.284; T-31.VIII.8

VII. La decisión en favor de Dios

T-5.VII.6 Tomar esta decisión no puede ser algo difícil. Esto es obvio, si te percatas de que si no te sientes completamente dichoso es porque tú mismo así lo has decidido. Por lo tanto, el primer paso en el proceso de des-hacimiento es reconocer que decidiste equivocadamente a sabiendas, pero que con igual empeño puedes decidir de otra manera. Sé muy firme contigo mismo con respecto a esto, y mantente plenamente consciente de que el proceso de des-hacimiento, que no procede de ti, se encuentra no obstante en ti porque Dios lo puso ahí. Tu papel consiste simplemente en hacer que tu pensamiento retorne al punto en que se cometió el error, y en entregárselo allí a la Expiación en paz. Repite para tus adentros lo que sigue a continuación tan sinceramente como puedas, recordando que el Espíritu Santo responderá de lleno a tu más leve invitación:

Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz. Yo mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra. Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz. No me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito anulará todas las consecuencias de mi decisión equivocada. Elijo permitírselo, al dejar que Él decida en favor de Dios por mí.

[L-pI.23] Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque.

L-pI.23.5 La idea de hoy introduce el pensamiento de que no estás atrapado en el mundo que ves porque su causa se puede cambiar. Éste cambio requiere, en primer lugar, que se identifique la causa y luego que se abandone, de modo que pueda ser reemplazada. Los primeros dos pasos de este proceso requieren tu cooperación. El paso final, no. Tus imágenes ya han sido reemplazadas. Al dar los dos primeros pasos, comprobarás que esto es cierto.

[L-pI.70] MI SALVACIÓN PROCEDE DE MÍ

L-pI.70.1. Toda tentación no es más que una variante de la tentación básica de no creer la idea de hoy. La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. Lo mismo se puede decir del origen de la culpabilidad. Tú no crees que la culpabilidad y la salvación estén en tu mente y sólo en tu mente. Cuando te des cuenta de que la culpabilidad es sólo una invención de la mente, te darás cuenta también de que la culpabilidad y la salvación tienen que encontrarse en el mismo lugar. Al entender esto te salvas.

L-pI.70.2 El aparente costo de aceptar la idea de hoy es el siguiente: significa que nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz. Significa también que nada externo a ti te puede hacer daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno. La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. No es éste un papel que se pueda aceptar parcialmente. Y seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación.

L-pI.70.3 Es probable, no obstante, que aún no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpabilidad está en tu propia mente conlleva asimismo darte cuenta de que la salvación está allí también. Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada. Así es como funciona tu mente, pero no la Suya. Él quiere que sanes, y por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación.

L-pI.70.4 Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extravagantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba destinada, conservando de este modo la enfermedad. Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. El propósito de Dios ha sido asegurarse de que sí tuviese lugar.

[L-pI.196] No es sino a mí mismo a quien crucifico.

L-pI.196.7 Pero incluso para cuestionarlo, su forma tiene primero que cambiar lo suficiente como para que el miedo a las represalias disminuya y la responsabilidad vuelva en cierta medida a recaer sobre ti. Desde ahí podrás cuando menos considerar si quieres o no seguir adelante por ese doloroso sendero, mientras este cambio no tenga lugar, no podrás percibir que son únicamente tus pensamientos los que te hacen caer, presa del miedo, y que tu liberación depende de ti.

L-pI.196.8 Si das este paso hoy, los que siguen te resultarán más fáciles. A partir de aquí avanzaremos rápidamente, pues una vez que entiendas que nada, salvo tus propios pensamientos, te puede hacer daño, el temor a Dios no podrá sino desaparecer. No podrás seguir creyendo entonces que la causa del miedo se encuentra fuera de ti. Y a Dios, a Quien habías pensado desterrar, se le podrá acoger de nuevo en la santa mente que Él nunca abandonó.

L-pI.196.9 El himno de la salvación puede ciertamente oírse en la idea que hoy practicamos. Si es únicamente a ti mismo a quien crucificas, no le has hecho nada al mundo y no tienes que temer su venganza ni su persecución. Tampoco es necesario que te escondas lleno de terror del miedo mortal a Dios que la proyección oculta tras de sí. Lo que más pavor te da es la salvación. Eres fuerte, y es fortaleza lo que deseas. Eres libre, y te regocijas de ello. Has procurado ser débil y estar cautivo porque tenías miedo de tu fortaleza y de tu libertad. Sin embargo, tu salvación radica en ellas.

L-pI.196.10 Hay un instante en que el terror parece apoderarse de tu mente de tal manera que no parece haber la más mínima esperanza de escape. Cuando te das cuenta, de una vez por todas, de que es a ti mismo a quien temes, la mente se percibe a sí misma dividida. Esto se había mantenido oculto mientras creías que el ataque podía lanzarse fuera de ti y que éste podía devolvérsete desde afuera. Parecía ser un enemigo externo al que tenías que temer. Y de esta manera, un dios externo a ti se convirtió en tu enemigo mortal y en la fuente del miedo.

L-pI.196.11 Y ahora, por un instante, percibes dentro de ti a un asesino que ansía tu muerte y que está comprometido a maquinar castigos contra ti hasta el momento en que por fin pueda acabar contigo. No obstante, en ese mismo instante es el momento en que llega la salvación. Pues el temor a Dios ha desaparecido. Y puedes apelar a Él para que te salve de las ilusiones por medio de Su Amor, llamándolo Padre y, a ti mismo, Su Hijo. Reza para que este instante llegue pronto, hoy mismo. Aléjate del miedo y dirígete al amor.

[L-pI.193] TODAS LAS COSAS SON LECCIONES QUE QUIERE QUE YO APRENDA.

L-pI.193.1 El aprendizaje es algo que le es ajeno a Dios. Su Voluntad, no obstante, se extiende hasta lo que Él no entiende; en el sentido de que Él dispone que la felicidad que Su Hijo heredó de Él permanezca incólume, sea perpetua y por siempre en aumento, que se expanda eternamente en la dicha de la creación plena, que sea eternamente receptiva y absolutamente ilimitada en Él. Ésa es Su Voluntad. Por lo tanto, Su Voluntad provee los medios para garantizar que se cumpla.

L-193.2 Dios no ve contradicciones. Sin embargo, Su Hijo cree verlas. Por eso tiene necesidad de Alguien que pueda corregir su defectuosa manera de ver y ofrecerle una visión que lo conduzca de nuevo al lugar donde la percepción cesa. Dios no percibe en absoluto. Él es, no obstante, Quien provee los medios para que la percepción se vuelva lo suficientemente hermosa y verdadera como para que la luz del Cielo pueda resplandecer sobre ella. Él es Quien responde a las contradicciones de Su Hijo y Quien mantiene su inocencia a salvo para siempre.

L-193.3 Éstas son las lecciones que Dios quiere que aprendas. Su Voluntad se refleja en todas ellas, y ellas reflejan Su amorosa bondad para con el Hijo que Él ama. Cada lección encierra un pensamiento central, que se repite en todas ellas. Su forma es lo único que varía, según las circunstancias, los acontecimientos, los personajes o los temas, los cuales parecen ser reales, pero no lo son. Su contenido fundamental es el mismo y es éste:

Perdona, y verás esto de otra forma.

L-193.4 Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón. No obstante, eso es lo que en cada caso se encuentra tras la forma. Esta uniformidad es lo que hace que el aprendizaje sea algo seguro, ya que la lección es tan simple que al final no se puede rechazar. Nadie se puede ocultar para siempre de una verdad tan obvia, que aunque se presenta en innumerables formas, se puede reconocer con la misma facilidad en todas ellas, sólo con desear ver la simple lección que allí se encierra.

Perdona, y verás esto de otra forma.

Éstas son las palabras que el Espíritu Santo te dice en medio de todas tus tribulaciones, todo dolor y todo sufrimiento, sea cual sea la forma en que se manifiesten. Éstas son las palabras con las que a la tentación le llega su fin, y la culpabilidad, abandonada ahora, deja de ser objeto de reverencia. Éstas son las palabras que ponen fin al sueño de pecado y eliminan todo miedo de la mente. Éstas son las palabras mediante las cuales al mundo entero le llega la salvación.

L-193.6 ¿No deberíamos acaso aprender a decir estas palabras cada vez que nos sintamos tentados de creer que el dolor es real y la muerte se vuelva nuestra elección en lugar de la vida? ¿No deberíamos acaso aprender a decirlas una vez que hayamos comprendido el poder que tienen para liberar a todas las mentes de la esclavitud? Éstas son palabras que te dan poder sobre todos los acontecimientos que parecen tener control sobre ti. Ves esos acontecimientos correctamente cuando mantienes estas palabras en tu conciencia, sin olvidarte de que son aplicables a todo lo que ves o a todo lo que cualquier hermano contemple erróneamente.

L-193.7 ¿Cómo puedes saber cuándo estás viendo equivocadamente o cuándo no está alguien percibiendo la lección que debería aprender? ¿Parece ser real el dolor en dicha percepción? Si lo parece, ten por seguro que no se ha aprendido la lección, y que en la mente que ve el dolor a través de los ojos que ella misma dirige permanece oculta una falta de perdón.

L-193.8 Dios no quiere que sigas sufriendo de esa manera. Él quiere ayudarte a que te perdones a ti mismo. Su Hijo no recuerda quién es, y Dios no quiere que se olvide de Su Amor ni de todos los dones que Su Amor trae consigo. ¿Renunciarías ahora a tu propia salvación? ¿Dejarías acaso de aprender las sencillas lecciones que el Maestro celestial pone ante ti para que todo dolor desaparezca y el Hijo pueda recordar a su Padre?

L-193.9 Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que aprendas. Él no deja ningún pensamiento rencoroso sin corregir, ni que ninguna espina o clavo lastime en modo alguno a Su santo Hijo. Él quiere asegurarse de que su santo descanso permanezca sereno e imperturbable, sin preocupaciones, en un hogar eterno que cuida de él. Él quiere que todas las lágrimas sean enjugadas y que no quede ni una sola más por derramar, ni ninguna que sólo esté esperando el momento señalado para brotar. Pues Dios ha dispuesto que la risa reemplace a cada una de ellas y que Su Hijo sea libre otra vez.

L-193.10 Hoy trataremos de superar en un solo día miles de aparentes obstáculos a la paz. Deja que la misericordia llegue a ti cuanto antes. No trates de posponer su llegada ni un sólo día, minuto o instante más. Para eso se hizo el tiempo. Úsalo hoy para lo que es. Dedica, mañana y noche, el tiempo que puedas a lo que éste tiene como propósito, y no permitas que el tiempo que dediques sea menos que el que sea necesario para satisfacer tu más imperiosa necesidad.

L-193.11 Da todo lo que puedas, y luego da un poco más. Pues ahora nos levantaremos apresuradamente e iremos a casa de nuestro Padre. Hemos estado ausentes demasiado tiempo y ya no queremos seguir demorándonos más aquí. Según practicamos, pensemos en todas las cosas con las que nos hemos quedado para resolverlas por nuestra cuenta y que hemos mantenido fuera del alcance de la curación. Entreguémoselas a Aquel que sabe cómo contemplarlas de manera que desaparezcan. La verdad es Su mensaje; la verdad es Su enseñanza. Suyas son las lecciones que Dios quiere que aprendamos.

L-193.12 Hoy, y en los días venideros, dedica un poco de tiempo cada hora a practicar la lección del perdón tal como se indique. Trata de aplicarla a lo acontecido en esa hora, de manera que la próxima esté libre de todo ello. De esta manera, las cadenas del tiempo se desatarán fácilmente. No dejes que ninguna hora arroje su sombra sobre la siguiente, y cuando haya transcurrido, deja que todo lo acontecido se vaya con ella. De este modo, permanecerás libre y en paz eterna en el mundo del tiempo.

L-193.13 Ésta es la lección que Dios quiere que aprendas: Hay una manera de contemplarlo todo que te acerca más a Él y a la salvación del mundo. A todo lo que habla de terror, responde de esta manera:

Perdonaré, y esto desaparecerá.

Repite estas mismas palabras ante toda aprensión, preocupación o sufrimiento. Y entonces estarás en posesión de la llave que abre las puertas del Cielo y que hace que el Amor de Dios el Padre llegue por fin hasta la tierra para elevarla hasta el Cielo. Dios Mismo dará este paso final. No te niegues a dar los pequeños pasos que te pide para que puedas llegar hasta Él.

[284] Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.

1. Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente., El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna. Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño. Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. Más tarde se considera seriamente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad. Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas.

2. Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. Que mi confianza en Ti no flaquee hoy. Que acepte como Tu regalo únicamente aquello que produce felicidad y que acepte como la verdad únicamente aquello que me hace feliz.

VIII. Elige de nuevo

T-31.VIII.12 Y ahora decimos "Amén". Pues Cristo ha venido a morar al lugar que, en el sosiego de la eternidad, Tú estableciste para Él desde antes de los orígenes del tiempo. La jornada llega a su fin, y acaba donde comenzó. No queda ni rastro de ella. Ya no se le otorga fe a ninguna ilusión, ni queda una sola mota de oscuridad que pudiese ocultarle a nadie la faz de Cristo. Tu voluntad se hace, total y perfectamente, y toda la creación Te reconoce y sabe que Tú eres la única Fuente que tiene. La Luz, clara como Tú, irradia desde todo lo que vive y se mueve en Ti. Pues hemos llegado allí donde todos somos uno, y finalmente estamos en casa, donde Tú quieres que estemos.